Rojiblancos para siempre

Así es la nueva vida de Ronald Gómez: "La bala” tira de pizarra

“Nunca creí que llegaría a compartir vestuario con Ablanedo, Eloy o Salinas”, dice Ronald Gómez, en el cuerpo técnico de Costa Rica

A la izquierda, Ronald Gómez, con la selección de Costa Rica en el estadio de Los Angeles Galaxy. A la derecha, celebrando un gol con el Sporting ante Pablo, David Cano y Nikiforov. | R. G.

A la izquierda, Ronald Gómez, con la selección de Costa Rica en el estadio de Los Angeles Galaxy. A la derecha, celebrando un gol con el Sporting ante Pablo, David Cano y Nikiforov. | R. G. / Ángel Cabranes

Ángel Cabranes

Ángel Cabranes

El origen de la llegada de Ronald Gómez (Puntarenas, Costa Rica, 24-1-1975) al Sporting se inició con un partido del Albacete en Costa Rica. Así de curioso, así de retorcido. Lo que era un amistoso para homenajear a Conejo, histórico portero de los manchegos e ídolo tico, acabó siendo su pasaporte con destino a Gijón. La historia la comparte con LA NUEVA ESPAÑA su protagonista, ahora compañero de Gabelo (el nombre de Conejo), en la selección costarricense. “Nunca creí que llegaría a compartir vestuario con futbolistas como Ablanedo, Eloy y Salinas, a los que había visto por la televisión”, cuenta el exrojiblanco, segundo entrenador de “la sele”, con la que se enfrentará próximamente a la Panamá de Puma Rodríguez.

“La bala” tira de pizarra

“La bala” tira de pizarra / Ángel Cabranes

“Debía tener unos 17 años e hice un gran partido aquel día”, recuerda Ronald Gómez de aquel amistoso que hizo a Conejo apuntar su nombre. Unos meses después, Benito Floro, entrenador del Sporting, llamó por teléfono al que había sido su portero en el Albacete. Estaba buscando un delantero joven y prometedor para completar la plantilla. La respuesta de Gabelo, hoy entrenador de porteros de la selección de Costa Rica, fue apuntar a “La Bala”. Lo del apodo también tiene su historia.

“Debuté en mi país con el Carmelita a los 16 años y en el primer partido hice gol. Fue en un tiro que se le coló al portero entre las manos. Aquí hay un narrador, Roger Ajún, que pone apodo a todos los futbolistas, y por lo fuerte que fue aquel disparo decidió llamarme ‘La Bala’. Así quedó”, cuenta Ronald. Pronto llegaron más goles, y con ellos, el águila, la denominación de sus celebraciones, extendiendo los brazos como si planeara sobre la presa. “Sólo lo hacía en partidos importantes, pero en Gijón todos los goles eran importantes”, señala. No tuvo oportunidad de festejar más de dos, pero asegura que su etapa en el Sporting le marcó.

“Llegué siendo muy joven y fue un cambio brusco. Venía de un nivel bajo en Costa Rica a la mejor liga del mundo. El proceso pensado por Benito (Floro) conmigo era bueno, pero el equipo no marchó bien y luego ya con Montes…”, detalla sobre un año en el que la salvación se logró en la última jornada. Admirado por la calidad de Lediakhov, hizo “una buena amistad con Hugo Pérez”. También cuenta cómo se entrenaba descalzo. “Al final de los entrenamientos practicaba solo para mejorar la técnica de golpeo”, señala quien tenía un cañón en la izquierda. “Mucha gente me ayudó en Gijón, especialmente jóvenes como Mario (Cotelo) y Pablo (Díaz Stalla)”, afirma.

En Gijón empezó cultivar lo que es hoy su profesión, la de entrenador. “Me llamó la atención Mareo, los métodos de trabajo. Apuntaba entrenamientos de Floro, porque eso en Costa Rica no se hacía”, desvela Ronald. Más tarde, tras pasar por Hércules y Guatemala, “hice cursos de entrenador en Chipre y Grecia”. En el OFI de Creta tocó techo en Europa, clasificándose para la previa de la Liga de Campeones. Kuwait, México y otra vez Costa Rica completaron su etapa como futbolista, cerrada en 2009.

“Empecé con equipos chicos (pequeños), en problemas de descenso. De lo que más orgulloso estoy es de haber salvado al Deportivo Malacateco y, al año siguiente, meterlo en la final del campeonato”, cuenta de su exitosa etapa en Guatemala. “Soy muy del estilo español; me gusta la posesión, que el público disfrute, no ganar en el último minuto y esperar encerrado atrás”, añade Ronald sobre su estilo como entrenador. Padre de tres hijos, Esteban (24), Daniel (18) y Sofía (3) -esta última fruto de su segundo matrimonio-, hace cuatro meses se sumó al cuerpo técnico de la selección de Costa Rica, con la que espera estar en el próximo Mundial. “El próximo verano quiero pasarme por las instalaciones de Mareo. No he vuelto por allí desde que dejé de jugar en el Sporting y quiero ver cómo se trabaja ahora”, afirma categórico “La Bala” antes de despedirse mandando recuerdos “a esa linda ciudad y maravillosa afición de Gijón”, que le ha dejado huella.

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