Cuando Quini anuló a Beckenbauer: la anécdota del delantero asturiano con el Káiser

La leyenda sportinguista cubrió al fallecido líbero germano en una victoria de España contra Alemania Federal: «Salí muy satisfecho del partido»

Franz Beckenbauer, en Gijón durante el Mundial de España de 1982. | LNE

Franz Beckenbauer, en Gijón durante el Mundial de España de 1982. | LNE / Javier Sámano Lucas

El disputado en la antigua Alemania Federal en 1974 es, hasta la fecha, el último Mundial en el que no ha comparecido España. Eliminada después de caer (1-0) contra Yugoslavia en un partido de desempate en Frankfurt, la selección, sin embargo, venció por 1-0, en febrero de ese mundialista 1974, al equipo que acabaría siendo campeón, la Alemania Federal de Uli Hoeneß, Gerd «Torpedo» Muller y el fallecido ayer Franz Beckenbauer.

Aquella noche, en el desaparecido Sarriá, al «Káiser» le salió un novedoso marcador. No se trataba de Capón, Sol ni Benito, los defensas dispuestos por el seleccionador Kubala, sino de un delantero: Quini. Tenía sentido: al partir Beckenbauer desde la defensa, había de ser un atacante el que tratase de anular al tótem de los germanos.

Años después, en el libro «Compañero Quini, el difícil camino del gol», el propio Brujo recordaba esa atípica jornada ejerciendo de stopper de Beckenbauer: «Salí con la misión específica de no dejar evolucionar a Beckenbauer, en sus acciones de ataque y como ordenador del juego. Ganamos y yo había conseguido mi objetivo, estoy seguro de que lo conseguí, salí muy satisfecho. Medije a mí mismo: «Quini, misión cumplida, hiciste un buen partido», frase parecida a la que me dijo el seleccionador». Sin embargo, recuerda Quini, la crítica no fue benévola para con su actuación, para pesar del legendario atacante asturiano. «Mi sorpresa –relataba– fue cuando en la prensa especializada se me calificó con un soberano cero. Esto no me suele influir, pero aquel día me encontré decepcionado, me parecía injusto».

Aquel día, flanqueando al punta Quini por uno de los costados se encontraba Ignacio Churruca. No fue la única ocasión en que la leyenda sportinguista coincidió con Beckenbauer. «Jugué dos o tres veces contra él con la Selección. Era muy difícil verle cometer errores en el campo, imprimía respeto y seguridad», expone el guipuzcoano, aún epatado por la finura del Káiser: «Lo hacía todo con una belleza y una técnica extraordinarias. Te quedabas obnubilado viéndole jugar. Empezó en el centro del campo, y luego retrasó su posición a la de líbero porque desde ahí dirigía mejor el juego y podía llegar, igualmente, al área contraria para rematar». El halo que acompañaba a Beckenbauer, asegura Churruca, era comparable al de Johan Cruyff, al que también se enfrentó en varias ocasiones. «Jugadores así son únicos, van aparte. Jugar contra ellos era extraordinario», sentencia.

En 1982, Manuel Vega-Arango, entonces presidente del Sporting, tuvo la oportunidad de conocer a un Beckenbauer que, ya retirado, estuvo en Gijón con ocasión del Mundial. «Hablé con él en alguna ocasión, era un hombre muy agradable», asegura Vega-Arango. Durante aquellos días se produjo el célebre Alemania 1-0 Austria en El Molinón, un resultado previamente pactado entre los dos equipos -–según admitió, años después, el exjugador alemán Hans-Peter Briegel– que servía para clasificar a ambas selecciones, en perjuicio de Argelia. «Ha sido una fea jornada para el fútbol», lamentó ya entonces Beckenbauer.

Quien seguro que jamás olvidará al Káiser es Alberto Fernández. Su Bayern dejó sin Copa de Europa al Candasín en 1974. A falta de un minuto, cuando el Atlético acariciaba su primera orejona, el central Hans-Georg Schwarzenbeck empató la final con un disparo lejano. En el partido de desempate (no había tandas de penalti en la época), los alemanes arrasaron (4-0) a los rojiblancos. «Llegamos al segundo partido con la decepción de haberlo tenido tan cerca en el primero. El Bayern, además, era un equipo impresionante, con muchos jugadores de la selección alemana campeona del Mundo y un físico tremendo. Pero el mejor era Beckenbauer. Fue el mejor jugador de mi época», concluye Fernández.

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