Rubén Suárez | Representante y exjugador del Sporting y el Levante

La vida de Rubén Suárez como representante, de la intermediación por Greenwood a su 'espina' por no regresar al Sporting: "Mi padre me dio de mamar leche rojiblanca"

"Nací en Mareo, mi padre me dio de mamar leche rojiblanca y fui jugador profesional gracias al Sporting", afirma

Rubén Suárez, en el homenaje a Cundi en El Molinón. | M. León

Rubén Suárez, en el homenaje a Cundi en El Molinón. | M. León / A. Menéndez

Andrés Menéndez

Andrés Menéndez

Rubén Suárez (Gijón, 45 años) se gana la vida en el mundo de la representación desde que colgó las botas. El exjugador Sporting y del Levante, entre otros clubes, hijo del mítico Cundi, habla desde Valencia como es: natural.

–¿Cómo le va?

–Estoy con una empresa de representación de jugadores.

–¿Y tiene en cartera a algún jugador en el fútbol profesional?

–Estamos más en cantera. Tenemos chicos en el Villarreal, Levante... Luego también trabajamos Primera y Segunda Federación. Y llevo más el tema de fútbol profesional. Es difícil porque, como bien sabe, están los tiburones (risas). Con un par de chicos hacemos más de intermediación.

–¿Que me pueda decir?

–Que le pueda decir…Théo Bongonda, al Cádiz, o Greenwhood al Getafe, que lo hicimos nosotros. Luego está Marlos Moreno. Lo llevamos nosotros. Es un chico que estuvo en el Manchester City. Luego pasó al Troyes. Estuvo también en España. Alguna vez me tocó darle un poco de guerra (risas) a Gerardo (director deportivo del Sporting).

–¿Habló ya con él?

–Varias veces, sí. Mi trabajo es hablar con los clubes, saber lo que buscan y necesitan. Encima con Gerardo es un poco... Le tengo admiración. Es un tío de Gijón, que quiere al Sporting. El resultado que está teniendo es enorme. En el club también está Joaquín. Mantenemos una buena relación.

–¿Hizo alguna operación?

–No, no… Sí les ofrecí alguna cosilla. Pero no pude hacer ninguna. Ojalá el año que viene en Primera. Es verdad que para el tipo de jugador que tenemos nosotros es más fácil ofrecer jugadores en Primera que en Segunda. Para Segunda es más jodido.

–¿Qué tal en el mundillo?

–Es un mundo complicado. Intentas moverte, ofrecer jugadores... y luego se meten otros. El mundo de la representación es lo que es la vida: intentar sobrevivir. Y hacer operaciones. Hay que ser lo más sincero posible con los equipos. Intento ganarme la vida siendo serio. Me va bien. Nosotros cuando ofrecemos jugadores en España son más de fuera y es complicado. En Inglaterra tenemos un ‘partner’. En Bélgica, otro. Y claro en España… Por ponerle un nombre es como si le digo a Gelu (Rodríguez) que le voy a ofrecer a un jugador suyo en España. Pues en España no me necesita, claro (risas). Entonces nosotros generalmente ofrecemos gente de fuera: jugadores de nivel. También estuvimos un poco con el tema de Luis Hernández al Cádiz. Al final la clave de todo es tener buenos futbolistas. Cuando tienes buenos jugadores al club no le queda otra que escucharte y valorarte.

–Entiendo.

–Funciono con 4-5 clubes con los que tengo relación de confianza y que sé que lo que ofrezco lo van a mirar. Hay clubes que hablas con ellos, pero no tienes ese "feeling" de que luego vas a hacer algo. Hay clubes que no hacen todo con los mismos agentes, pero tienen su gente, digamos, de más confianza. Yo tengo esos 4-5 clubes de confianza en Primera. Al principio era más impulsivo y quería llegar a todo.

–¿Echa de menos el balón?

–Claro que lo echo de menos. Pero ese gusanillo lo mato con la Escuela Unión Deportiva Paterna, que tiene 830 niños, más o menos. Es muy grande: entrenamos 53 equipos. Llevo metodología y estoy todo el día en el campo. Más que metodología, estoy todo el día en el campo. Empiezo a las 17.30 con fútbol 8. Y termino a las 22 con el 11. No es una Escuela profesional, como Valencia o Villarreal. Es más de barrio. Pero tenemos todo tipo de jugadores. Tenemos hasta el cadete G. Hay diferentes niveles. Tienes que adaptar el nivel del entrenamiento al del jugador. Yo llego y me pongo botas. Si entrenan los alevines: me meto en el campo con ellos. Si entrenan los infantiles… Un jugador aprende más cuando lo ve: cuando hay una posesión me meto dentro y digo "jugad un toque, jugad fácil".

–Por cierto, ¿ve al Sporting?

–Casi siempre. Por semana veré entre 8 y 10 partidos. Me los ‘como’ casi todos (risas). Al final es mi trabajo: ver equipos, las necesidades que pueden tener, estar atento a posibles lesiones... Al final para ofrecer un jugador es importante conocer la plantilla de ese equipo. Al jugador que tengo me gusta verlo y saber cómo juega. Mire, al principio cuando se hizo lo de Greenwood y el Getafe decía: “¡Ostras, igual no es el perfil Bordalás!

–Y vaya fichaje.

–Fue una decisión de él (Bordalás). Una petición expresa. El trabajo que hace con él es tremendo. Le suelta defensivamente porque te da libertad en ataque.

–¿Qué me dice de la forma de trabajar del Grupo Orlegi?

–Tienen las cosas muy claras. Tienen una idea y la mantienen desde el principio. Con el míster en momentos muy delicados tuvieron la paciencia que hay que tener porque sabían cómo era su forma de trabajar. Es un modelo distinto al Almería porque allí llegaron con una inyección económica muy grande. Incluso pagando traspasos en Segunda de 6 o 8 millones.

–¿Cómo lleva la enfermedad de su padre estando fuera?

–Complicado, complicado. Cuando puedo, intento subir. Es difícil. Aquí tengo a la familia: dos hijos y mi mujer. Hablo casi diariamente con mi madre por teléfono. Con mi padre... es difícil. Gracias a Dios está bien dentro de lo que cabe, quitando un sustillo que nos dio hace unos meses. La que más lo sufre es mi madre. También mi hermana. Pero sobre todo mi madre. Pero lo lleva bien: es una guerrera. Siempre lo fue. Hay una cosa importante: la gente. Ahora te das cuenta de los amigos. El cariño que tienen a mi padre… Se lo ha ganado por cómo es y no por lo que fue como jugador, sino por lo que es como persona.

–¿Le quedó la espina de volver al Sporting?

–Puede ser, sí. Sí. Me quedaron dos espinas: la de haberme ido… Uno quiere al Sporting. Pero también tiene que mirar por su carrera deportiva. Las circunstancias que se dieron nos llevaron a eso. La decisión la tengo que tomar con mi familia. Era un poco lo mejor. Todo se puso en marcha y ya no hubo vuelta atrás. Luego es verdad que tuve una opción de volver. Pero tuve un poco de miedo.

–¿Por qué?

–Ya venía con 33 o 34 años. Sabía que si la cosa no iba bien, iba a estar cuestionado. Ya iba con familia. Surgió otra oportunidad. Preferí tener una aventura. Con esa edad, me apeteció. Pero siempre me queda esa espinita.

–¿Si pudiera volver atrás?

–Seguramente habría vuelto. Deportivamente al equipo le fue bien. El cambio se produjo el año del casi ascenso con Marcelino. Hubo una comunión entre afición y equipo que no se rompió más. Pero yo viví momentos duros. Por circunstancias que no supe asumir. Debuté con 18 años en una situación muy difícil. Tras el año del descenso con aquel récord, debuto en Segunda en un momento donde estábamos ya en otra situación difícil. Fue complicado. El debut fue complicado y a la vez lo más bonito que hay.

–¿Estará en el partido?

–Sí, sí. Cuando el Sporting viene aquí o cerca, intento moverme. Voy yo, va mi hijo… Vamos todos.

–¿A quién anima?

–Gane quien gane no estás tan jodido. Pero no tengo que descubrir nada: mi corazón es rojiblanco. Mi padre me dio de mamar leche rojiblanca. Desde pequeño me críe en Mareo. He nacido en Mareo y he crecido en Mareo. Soy futbolista profesional gracias al Sporting. Tuve sitios que me trataron muy bien: Elche, Almería… Luego está lo del Levante. Caí de pie desde el primer momento.

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