Solo en casa: el Sporting no despierta a domicilio y muestra su peor cara ante el Levante (1-0)

Los rojiblancos completan uno de sus partidos más grises en Valencia y salen de puestos de play off

Andrés Menéndez

Andrés Menéndez

Como si viajar fuese un castigo. El Sporting volvió a penar a domicilio y se dejó los puntos y algo más en el Ciudad de Valencia al caer con merecimiento ante un Levante que pudo golear (1-0). El equipo rojiblanco repitió la imagen de Burgos o Zaragoza y volvió a evidenciar que está en problemas cuando le toca hacer la maleta. Llegó vivo al final por la falta de acierto de los granotas, que pudieron golear pero acabaron pidiendo la hora tras la roja directa a Kochorashvili. La derrota aparta a los gijoneses del play off y confirma que en una categoría donde los gayos aprietan ya no basta solo con ser Jekyll y Mr Hyde. El Molinón no es suficiente aval para que el segundo proyecto deportivo de Orlegi Sports devuelva al club a Primera División.

Levante
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1 o
Sporting
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1-0: min 58, Á. Muñoz.

Alineación Levante

Andrés F (1); A. García (2), Dela (2), Postigo (1), Muñoz (2); C. Álvarez (2), P. Martínez (2), S. Lozano (2), R. Brugue (1); I. Romero (2) y Fabricio (3)

CAMBIOS

Maras (1) por Postigo, min 45. Dani Gómez (1) por Fabricio, min 70. Kochorashvili(0) por S. Lozano, min 70. Cantero (s.c.) por I. Romero, min 83. Rey (s.c.) por C. Álvarez

Alineación Sporting

Yáñez (1), Pascanu (0), Insua (1), D. Sánchez (0), José Ángel (0); Hassan (0), N. Martín (1), N. Méndez (1), Gaspar (1); Villalba (1) y Otero (1)

CAMBIOS

Pier (1) por Pascanu, min 60. Mario González (0) por Gaspar, min 60. Rosas por Insua, min 68. Queipo (0) por Villalba, min 68. Djuka (0) por Otero, min 77


Orellana Cid (C. Andaluz). Amonestó a los locales Muñoz, Carlos Álvarez y sacó roja directa a Kochorashvili, y mostró amarilla al visitante Nacho Martín

Ciudad de Valencia: 12.704 espectadores.

Técnico nada tendente a marcar jerarquías, sino a priorizar el rendimiento, el status de Yáñez en el proyecto quedó ayer más claro que nunca con la celeridad con la que Ramírez le devolvió la portería en el Ciudad de Valencia y mantuvo a los otros diez jugadores que sacaron delante de puntillas el duelo ante el Albacete en El Molinón. No hay nadie imprescindible para el preparador canario, que siempre pone por delante al grupo de lo individual. Pero el escenario, el contexto, y el nivel que venía ofreciendo hasta su lesión el meta de Blanes -hace justo un mes, en Zaragoza- condicionó esa máxima para “MAR”. 

Miñambres mandó a los suyos a presionar muy arriba. Concentró muchos esfuerzos el Levante en ese arreón inicial, donde fue muy superior a un equipo rojiblanco difícil de reconocer hasta para los más optimistas del lugar. Fueron minutos de incordio para el batallón gijonés, desacompasado. En mitad de ese momento de lo más convulso, un oasis en el desierto: un centro perdido pareció rozar en la mano de Postigo, el capitán. Cid Orellana no vio nada. Y Gálvez Rascón tampoco le mandó a ver el monitor. En este nuevo fútbol condicionado a la revisión, cualquier acción dudosa se convierte en una ocasión de peligro. 

Todo el peligro se concentraba en las inmediaciones de la guarida de Yáñez, que no tuvo un regreso ni mucho menos tranquilo. Fue un fútbol descontrol, impreciso. Aunque el Levante corría en las dos direcciones; y los rojiblancos –más allá de Otero- solo en una: hacia atrás. Era el Sporting un equipo frágil, descosido en la medular y endeble. José Ángel sufría una barbaridad para contener, sin ayudas. Escorado a la izquierda, Villalba transitaba por la medular como un tercer centrocampista, casi incordiándose con Gaspar. El planteamiento de “MAR” concentraba muchos jugadores interiores: Villalba, Nacho Méndez, Martín o Gaspar. Pero la pelota no tenía pausa, ni dueño. El binomio de los “Nachos” se esmeraba más en correr que en dar pausa. Atrás, nadie apoyaba al de Roces, incómodo cuando tiene que girar, siempre un arma de doble filo si no tiene socios que le echen una mano. Por su banda se reunían todos los granotas en un movimiento que parecía previsto: Andrés García, Romero… Y en una jugada del 18 valenciano, que ganó el costado, estuvo cerca Carlos Álvarez de hacer el 1-0. El canterano no acertó a embocar con todo a favor un balón que cayó muerto en el área. Luego un centro mordido de Brugué pasó a centímetros del larguero. 

No parecían los de Miñambres un equipo en crisis, sino más bien un conjunto liberado de cualquier presión y nada falta de talento para meter mano a cualquiera. Ramírez se desesperaba en la banda. El agobio sofocaba a los rojiblancos, que se limitaban a achicar y a buscar una carrera perdida de Otero, una isla. Fabrício se inventó un quiebro en el área, levantó la cabeza y su centro fue conectado al larguero por Romero. El 12 granota, un diablo, volvió a hacer temblar a los asturianos: tiró un desmarque, ganó la carrera, y su remate fue repelido por los pelos por Yáñez. Si había alguna duda, el portero parece haber olvidado su lesión. Felino, como en su mejor momento.

Había dejado pasar el equipo de Miñambre un tramo de mucha superioridad. Pasada la media hora, el Sporting despertó en el Ciudad de Valencia. Sin alardes. Al tran tran. Pero comenzó a quitarse la angustia de encima. Hassan comenzó a jugar y en una cabalgada superó a Muñoz y encontró a Otero que estrelló su remate en Andrés Fernández. Era un aviso. Luego tuvo otra Gaspar. Un remate algo escorado pero de los que suele atinar. Se fue por un trecho. El Sporting llegó vivo al descanso. Salió de la caseta el equipo gijonés con ganas de darle una vuelta al guion de partido: el balón ya no era un enemigo y el centro del campo comenzó a ganar algo de mando. Tenía algo más de manejo, pero no las llaves. Porque el Levante olía sangre a través de las zancadas de Frabrício, un gamo con espacios. Era todo potencia el delantero, con un punto de falta de tacto en el remate. Tuvo dos claras y muy seguidas. Primero en un fallo de contundencia de Diego Sánchez. Tiene maneras el central avilesino como zaguero pero en esa jugada le faltó algo de oficio, propio de la edad: se fue al suelo para despejar pero sin contundencia. Fabricio la mandó desviada cuando estaba mano a mano con Yáñez. Luego, en una acción de pura potencia, en una contra, dejó atrás a Pascanu y volvió a rozar el gol. Tendría más tarde una tercera. Pero antes el Levante encontró el camino. La salida no estuvo en una carrera al espacio de Fabrício, como se preveía. Fue en la estrategia donde se descosió el equipo gijonés. Un saque de esquina que se paseó por el primer palo y acabó con Muñoz entrando solo en el segundo. Un error en cadena y fatal. Ramírez movió ficha: metió de golpe a un pitadísimo Pier y a Mario González por Gaspar y Pascanu. Luego alteró casi íntegra la zaga al retirar a Insua para meter a Guille Rosas. Queipo también relevó a Vilallba. Las sustituciones desdibujaron aún más a un equipo sin rumbo por entonces. Mientras que los granotas -ya sin Fabricio y ahora con Dani Gómez- seguían pisando área con suma facilidad: Lozano rozó el 2-0. Incluso a Yáñez, que había aguantado al equipo, se le escurrió un balón que tampoco acertó a mandar a la red Brugé. El partido seguía abierto y a Kochorashvili se le cruzaron los cables con una entrada sin sentido a Diego Sánchez. Orellana Cid lo mandó a los vestuarios. El Levante se quedaba con uno menos en los últimos diez minutos. Aun así, siguió llegando a la casa de Yáñez.

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