Villaviciosa capital de la manzana y de la sidra

Miguel González Pereda

Miguel González Pereda

No solo por unos días, los que dura el Festival de la Manzana y de la Sidra, lo es por derecho, tradición, producción y conocimiento desde hace siglos. Ni más ni menos. El título no fue decidido en una reunión de expertos en mercadotecnia, que sin duda también hubieran elegido esa denominación para Villaviciosa, ni fue una decisión política ni de políticos, que con seguridad también hubieran aceptado por unanimidad tal distinción, es otorgada vox populi, o sea, por la voz del pueblo, porque así es conocido y repetido por todos desde siglos: Villaviciosa es la capital de la manzana y de la sidra. Así lo acredita la ciencia y la experiencia.

Don Joseph Antonio Caunedo y Cuenllas, aquel ilustrado del siglo XVIII nacido en Somiedo, versado en agricultura y cura de la parroquia de Amandi durante 34 años, autor de “Memorias sobre el manzano y fabricación de sidra”, utilizadas por el abate Rozier para la gran enciclopedia francesa “Diccionario Universal de Agricultura”,  lo dice cuando comunica al mundo como se realiza la fabricación de la sidra en Villaviciosa: “Es común sentir de todos que la de este concejo de Villaviciosa es preferible a la de todo el Principado, y aun podemos decir que apenas en toda Europa se encontrará de igual bondad”. Y de las manzanas: “…cuanto más dulces, finas y gustosas sean las manzanas, tanto mejor sale la sidra; y esta es la causa de que la de Villaviciosa, sea superior a la que se hace en Vizcaya, Inglaterra, etc., como que las manzanas de que se hace son muy delicadas y exquisitas”. No conoce nuestro cura de Amandi la sidra vizcaína, solo lo que se dice: “que en bondad y calidad es regular que la de aquí exceda en mucho a la de aquella provincia…pero yo no puedo afirmarlo por no haber visto jamás sidra de Vizcaya, mediante que no pasa de aquella tierra, ni viene aquí ninguna. Al contrario, la sidra de Villaviciosa se embarca muchas veces en el puerto que laman los Tazones, y se lleva a Santander y Bilbao, donde es muy estimada”.

Sí probó la sidra inglesa en Gijón, y pese a las alabanzas del patrón y marineros de la nave que la traía, ingleses, claro, no le gustó, ni había visto cosa más desabrida : “Parecía un poco de barro desleído en agua, y de un gusto tan feo y amargo que no se podía llegar a los labios”. Otro ejemplo que cuenta es el del que se podría considerar el primer concurso y cata de sidra conocido, entre sidra inglesa y de Villaviciosa. Ocurrió que vinieron a la Villa el Comisario Ordenador de Marina del puerto de Avilés, un ingeniero inglés y otros de la misma nación, y varios españoles, que querían beber sidra de Villaviciosa para compararla con la de Inglaterra, que los ingleses venían ponderando. Examinaron, cataron, gustaron y juzgaron, “y todos ellos convinieron en dar preferencia a la de aquí, confesando llanamente que no tenía que hacer una con otra, ni se podía llamar aquella sidra, comparada con esta”.

Y tal como en los consejos que da don Quijote a Sancho para ir este a hacerse cargo de la Ínsula de Barataria, podríamos decir: “desta verdad te pudiera traer tantos ejemplos, que te cansaran”. Pues muchas son las pruebas, documentos y testimonios que acreditan la fama, prestigio, solvencia, condición y asenso a lo largo de la historia de la manzana y de la sidra, para considerar a Villaviciosa capitalidad de los dos productos, manzana y sidra, que los próximos días, del 11 al 15, festejarán en la Villa, y con su tradicional hospitalidad y generosidad compartirán con cuantos les visiten.

Nadie celebra la manzana como Villaviciosa. En todo el concejo les ofrecerán manzanas, que como decía nuestro poeta local don Bruno Fernández Cepeda, tenemos muchas castas:

“Ranetes blanques y pardes,

la tardía y la temprana,

camoeses, de rabu llongu,

les de San Pedru y de bara,

de balsaín, vizcaines,

peros d’ inviernu y de alba,

de ñuera, panera, Infiestu,

balonis, prieta, mesada,

de coloradia, d’ osu,

carniadu, carne de vaca,

carabiones de caleyu,

repinaldes y de escanda,

picones y castellanes,

ramones y ñuera blanca,

de pardona de Bilbao,

de San Xuan y de monxaca,

de Ana Menendi, de Aldonza,

y otres de triba tan basta,

que por ser inñomerables,

ye imposible ñumeralas”.

Y es muy posible que alguien le lance u ofrezca una manzana, como hacían en la antigua Grecia, en la que la manzana estaba consagrada a Afrodita, y si se lanzaba u ofrecía a alguien le estaba declarando su amor de forma simbólica, atraparla o aceptarla significaba manifestar su correspondencia. La cosa venía de lo de Paris y de la diosa Eris, la de los líos, aquella que, como los novios pasaron de invitarla, lanzó una manzana de oro en la boda de Peleo y Tetis con la inscripción, “Para la más bella”, y la reclamaron Afrodita, Hera y Atenea, que se creían lo más de lo más, todas tentaron a Paris, que era como el Brad Pitt de la época, y había sido el encomendado por Zeus para decidir, a este  le gustó más la oferta de Afrodita, que le concedía, a cambio de la manzana, la mujer más hermosa del mundo, Helena de Esparta.  El problema empezó porque Menelao, que estaba casado con Helena, no estaba por la labor, Paris la raptó y se armó la de Troya, pero eso es otra historia.

Cierto es que en ninguna parte se celebra la manzana como en Villaviciosa, también lo es que en ninguna parte se bebe la sidra como en ella. Beber sidra en Villaviciosa es un placer y una oración, un sentimiento similar al que se percibe en la Capilla Sixtina y en algunas de las pequeñas iglesias románicas que salpican nuestros valles, todo alrededor está creado para transmitir y experimentar las verdades de nuestra fe, revistiéndola de sensaciones inigualables y muy próximas a Dios.

Describe Teodoro Cuesta a su amigo Diego Terrero, lo que aquí se hace cuando un hombre pierde la salud:

…”lo que se fai ye llevalu

en coche, caballu o yegua,

deprisa a Villaviciosa,

la flor, la mapa, la reina

de les villes d’ esti mundu;

la que más llagares cuenta

que garbanzos tien castilla

y granos de arroz Valencia”.

Donde al verlo, le asegura, se verá rodeado de amigos y en una espicha soberbia, recuperará la salud.

No esperemos a perder la salud, para disfrutar de los amigos y de la sidra en Villaviciosa.

La próxima semana, Villaviciosa va a honrar la sidra y las manzanas por haber elegido esta tierra para mostrarse más gustosa y  agradecidas, y no se me ocurre otra cosa para terminar este artículo que estos versos de nuestro inolvidable maestro don Luis Cortés: “Gracias, Señor, por esta fruta clave, nacida del pomar y la leyenda”.