Á. C.

«Sabes que dedicándote a esta profesión asumes riesgos y los tomas como parte del trabajo», subraya Saúl Ardura con cierta sangre fría. La seguridad con la que entona estas palabras dejan entrever una fuerte implicación en una tarea temida en su entorno familiar. «Mi hija nació un mes antes del incidente y tanto mi mujer como yo estábamos volcados en su cuidado. El parto fue prematuro y la pequeña estuvo unos días en la unidad de neonatos. Te planteas qué hubiera sucedido de haber sido más grave el suceso. Al final, te sientes más orgulloso de estar junto a los tuyos», subraya.

El galardón descansa flamante en el salón de su casa. «Estoy seguro que hay más gente que lo merece tanto o más que yo. Tuve la suerte de que se acordaran de mí y estaré siempre agradecido a la Policía», dice orgulloso este gijonés de adopción.

En el caso de Javier Quintela, los miedos familiares se llevan sufriendo desde que era un niño. Su padre, ya fallecido, fue Policía Nacional y como bien reconoce Quintela «mi madre es la que ahora más sufre por mi profesión». A su progenitora, Laura Gómez, fue a quien dedicó el galardón.

«Quizá esto compense tantos disgustos. Siempre dice que no duerme, por si pasa algo. Más que nada porque estamos un compañero solo en cada turno, no pasa como en el Hospital de Cabueñes, donde hay encargados de la seguridad», recalca el protagonista. Sobre todo, teniendo en cuenta que en Jove está ubicada la unidad de psiquiatría de referencia para todo el área V (Gijón, Carreño y Villaviciosa), lo que provoca situaciones de más tensión que en otros centros sanitarios. «Existen más incidentes, pero intentas acostumbrarte. El mérito también recae en el personal del centro médico, que en buena medida te ayuda a evitarlos», concluye modesto Javier Quintela.