Figueras, Gustavo GARCÍA

El río Eo, a pesar de ser una frontera, se convirtió ayer en símbolo de unión gracias a la Asamblea Ciudadana Mariña lucense-occidente asturiano. Dos centenares de «indignados» participaron en una cadena humana en el puente de los Santos, con la intención de llegar de orilla a orilla. Se pretendía, así, unir, simbólicamente, los territorios de Asturias y Galicia. Esta iniciativa se llevó a cabo para apoyar a los diferentes grupos de «indignados» que desde distintos puntos del país iniciaron marchas a pie con destino a Madrid. Los dos centenares de personas que el colectivo consiguió reunir formaron con sus brazos una cadena como símbolo de la unión de las personas por encima de las fronteras y de los poderes.

En la cadena humana no sólo se atacaba a políticos y banqueros, también existía espacio para informar e intercambiar opiniones. «Da igual votar a unos o a otros, son todos lo mismo, no hacen nada por el pueblo, sólo por los bancos», aseguraba una «indignada». «Cada vez los ricos son más ricos y los pobres más pobres», sentenció. Otra, a su lado, explicaba que una persona sola no puede cambiar el mundo, pero «sí que puede cambiar su parte del mundo, y si todos lo hiciéramos la cosa cambiaría».

En las pancartas que los manifestantes mostraron desde el puente se podían leer lemas como «Pena global, actúa local», «Otro mundo mejor es posible», «Vota el pueblo, gobiernan los bancos», «Esta democracia es una falacia» o «No es una crisis, es una estafa». Sus consignas seguían la misma línea: «No hay pan para tanto chorizo» o «No nos mires, únete» fueron de lo más coreado de la tarde.

Al final, el objetivo de unir ambas orillas no fue posible. Son necesarios más brazos para cubrir los 600 metros que separan Asturias y Galicia. Aun así, la protesta sirvió para demostrar que, de momento, el movimiento 15-M no es tan efímero, ha venido para quedarse, y que en la zona de la marina lucense y del occidente asturiano existen personas que sueñan con una sociedad más justa.