Tormenta de ideas

Depresión, estrés y ansiedad: ¿por qué a nosotras?

Isabel Menéndez Benavente

Isabel Menéndez Benavente

Lo sé. Pensarán: "pero qué plomo". Pero qué quieren, así estoy yo de muerta, de agotada. Volvemos el martes al Ateneo con uno de mis temas preferidos: "Depresión, estrés y ansiedad: ¿por qué a nosotras?". La parte psicológica la expondré yo y la psiquiátrica Laura Rubio, del HUCA y que colabora con nosotras. ¿Que por qué a nosotras? Porque sí. Porque tenemos un cerebro totalmente diferente a los hombres, esos que tienen mucho menos de todo, al menos en la parte emocional, y además tenemos la gracia de pasar por todo tipo de revoluciones hormonales que revolucionan también nuestra mente. Pasamos por la adolescencia, la primera regla, los nervios, la incertidumbre… Luego, a veces, llega la maternidad y, además, la debacle hormonal por lo que muchas han padecido depresión postparto. No ha sido mi caso, qué va. El embarazo y el parto han sido para mí los mejores momentos de mi vida. Raro, ya lo sé. Pero yo, señores, no tengo instinto maternal, yo tengo un superinstinto maternal y abuelil. Pero ahí están los hijos, los nietos, los problemas, el pensar cada noche en cada uno de ellos, protegerlos con tu vida, cuando son pequeños y luego cuando son adultos, con sus historias y sus problemas, que siempre, siempre son tuyos. Pero, además de los niños, tienes tu trabajo, y la casa y cuidarlos, y correr siempre. Ir en el coche con los tres, cada uno a un cole, y en el medio que te digan que se dejó la mochila, que te quedes sin gasolina y llegue el niño oliendo a gasolina al cole… Coger el autobús, porque yo no tuve coche siempre, corriendo para llegar a bañarlos y acostarlos. Con cada uno un poco de tiempo.

Mientras, piensas en esos otros niños que tienes en la clínica, alguna con ganas de no seguir, y empieza a faltar el sueño, ese que es imprescindible. Pero por si esto fuera poco, seguimos con las hormonas. Y vas y en el cuarto embarazo, lo pierdes, y aunque sea muy pronto nadie es consciente de que para ti es un duelo, un auténtico duelo, se ha ido tu hijo, tu cuarto hijo, el que deseabas con toda tu alma y las hormonas te juegan una muy mala pasada. Y luego llega la perimenopausia. Nos volvemos irritables, tu cuerpo se va cayendo a trozos y además tú, que eras un palillo, encuentras que tu abdomen que casi no existía te impide ponerte cosas de Zara… Y lloras porque te viene y se va (la regla), y tienes problemas y piensas que ya nunca más vas a poder sentir a tu hijo en tu vientre y te hacen legrados y estás hecha polvo, pero sigues, no hay otro remedio porque no te puedes quedar atrás. Y al final la menopausia, la total, esa que te prepara para el final, cuando como yo tienes 67 añazos, pero que también te ha traído dos regalos, dos nietas que son el motor de tu vida, que algo que Dios me ha dado para compensar los niños que no tendré. Esos que cuido con todo mi amor en mi trabajo. Y estoy en paz, y quiero ayudarles a ustedes y a sus parejas para que nos entiendan. Así que les espero. Les veo allí.

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