Isabel y la colmena que tira por Cerredo

"Todos los años, cuando los niños acaban aquí el colegio y empiezan el instituto, ves marchar a dos o tres familias"

ASTURIANOS EN DEGAÑA: Isabel Fernández

Julián Rus

Eduardo Lagar

Eduardo Lagar

María Isabel Fernández, tesorera de la asociación de mujeres La Colmena. La asociación a la que pertenece Isabel organiza cada año un certamen de pintura en Cerredo cuyo objetivo es dinamizar la actividad social y cultural local y dar visibilidad a un concejo desconocido pese a su impresionante paisaje boscoso, un concejo que el cierre de la minería dejó huérfano de alternativas económicas.  

"Me llamo María Isabel Fernández Álvarez. Yo nací en Caboalles de Abajo (León). Me casé con un chico de Cerredo y me vine a vivir aquí. Y aquí sigo desde el año 1984. Tengo 58 años y hace cinco meses fui abuela. Yo soy la tesorera en la asociación cultural La Colmena, es una asociación de mujeres de aquí, de Cerredo. Una de las cosas que hacemos para intentar dar a conocer el pueblo es un certamen de pintura. Lo hicimos de dos maneras diferentes. Al principio, los artistas enviaban sus cuadros al concurso y con ellos se hacía una exposición, se elegía al ganador y luego, el día del premio, pues se hacía el día completo con un ágape, la entrega del galardón y una obra de teatro. Desde hace unos cuatro años, lo hacemos de otra manera. Organizamos un certamen de pintura al aire libre. Los pintores vienen aquí y eligen para pintar un rincón del pueblo, un paisaje de la zona… Se da el premio ese mismo día y también hay un ágape y una obra de teatro, es una convivencia de todo el día. Gracias al certamen de pintura viene de gente de todos los sitios y muchos se sorprende del paisaje que tenemos aquí. La verdad es que Degaña es un concejo que está por descubrir. Muchos no lo conocen".

"Nosotras intentamos colaborar con otras asociaciones de aquí del concejo. Con el club BTT El Rozón, que es la de ciclistas, es con la que más colaboramos. Hace muchos años que los ayudamos a atender a toda la gente que viene a participar a la travesía Degaña-Ibias, en la que participan todos los años ciento y pico personas. Les ayudamos a preparar la comida, a poner las mesas, les hacemos el café con bizcocho de desayuno a los ciclistas el primer día que salen hacia Ibias…. Tratamos de ayudar a todo el mundo. Y luego, casi todas las que pertenecemos a la asociación La Colmena, pues también participamos en el grupo de pandereteras de Degaña".

"Aquí, con la mina, teníamos un trabajo con buenos salarios y demás, y teníamos un futuro porque se había hecho un túnel y daba un futuro de mina de no sé cuántos años y de repente todo eso se acabó. (Victorino Alonso, el empresario dueño de la explotación anunció en 2009 que con el nuevo plano inclinado habría labor para treinta años) Entonces, nos quedó mal sabor de boca, claro".

"Con las prejubilaciones de la minería vivimos bien, pero cada día somos menos en el concejo. Así que ahora la preocupación es que no nos acaben faltando cosas que son primordiales, como el médico. Y luego veremos cuál es el futuro de los negocios que tenemos aquí. En la mayor tienda que tenemos, en pocos años él se jubilará y seguirá la mujer, supongo, hasta que ella se jubile también… A ver lo que duran esas dos tienditas que tenemos aquí en Cerredo, porque si ya te faltan los servicios básicos pues tendrás que buscarte también otra manera de vida. Al haber mucha menos gente, todo va a menos".

"Mi marido ya estaba prejubilado cuando la mina cerró, pero a mi hijo sí que le afectó el cierre. Llevaba allí unos nueve años. Estuvo trabajando en servicios mínimos mientras no cerró la empresa. Hacía los servicios mínimos y no cobraba. Luego ya se tuvo que agarrar a la baja incentivada porque ya cerraba la mina y no había nada que hacer. Aquí no había solución de nada, así que se tuvo que buscar otra manera de vivir. Se marchó. Primero se fue a Oviedo y ahora está en Gijón. En la mina estuvo trabajando de electromecánico y soldador, y ahora está en una cantera. La mujer es de Gijón y ahora tienen la vida montada allí".

"Muchas familias, al estar el marido ya prejubilado, cuando el niño salía del colegio pues entonces ya marcharon del pueblo, ya se buscaron otra forma de vida. Pegamos mucho bajón en este concejo con el cierre la mina. Ahí se notó mucho la decadencia en Cerredo. Muchos marcharon porque tenían su piso en Oviedo o en Gijón. Lo de comprarse los pisos, cuando aún estaba la mina, era casi como una moda. Con los coches pasaba un poco lo mismo. ¿No ves que decían que siempre que salía un modelo de coche nuevo siempre se compraba el primero en Cerredo? (risas) Aquella era una época en la que se cobraba bastante. Ahora vivimos de las prejubilaciones, después aquí no hay otra cosa. Hay muchas casas vacías. La verdad es que el futuro lo veo mal. Al no haber una empresa y un trabajo definido está complicada la cosa".

"Nosotros no marchamos y seguimos viviendo en Cerredo porque aquí realmente estamos a gusto. Nos movemos, vamos de vacaciones, yo conduzco y tengo movilidad, no dependo de nadie, así que puedo un día ir a Gijón y otro a comprar a Villablino, que yo soy más de tirar a Villablino que a Cangas del Narcea. Como nací allí soy más de tirar para Villablino. Cuando queremos, marcharnos a pasar unos días a Gijón, o lo que sea, y luego volvemos para aquí. Además, otra cosa que me hace quedarme aquí es que yo también tengo a mi madre en Caboalles".

"Ahora mismo aquí tienes médico, tienes farmacia, tienes la piscina, tienes un polideportivo para hacer pilates, tienes de todo. Pero, claro, tampoco para cuatro personas va a ser la cosa. Al no haber gente ya no sabes cuánto va a durar esto. Te entra la incertidumbre de que dentro de dos años, tres o cuatro años no sabes cómo va a estar. Que ojalá pueda resurgir, ojalá".

"Todavía ves a gente joven por aquí, pero todos los años ves marchan familias jóvenes, las de los niños que acabaron el colegio y tienen que entrar al instituto. Algunos alumnos van al instituto a Villablino y si la mujer está trabajando por aquí, las familias se quedan. Pero si no, con los padres jóvenes prejubilados pues se van a buscarse la vida fuera, a Oviedo o a Gijón, para que los niños hagan el bachiller y luego entren en la universidad o en módulos. Ahí, cuando los ves marchar, sí que te entra un poco el pesimismo. Todos los años ves que hay tres o cuatro familias que ya no están a la entrada del colegio…"

"La entrada al colegio este año de septiembre me parece que es de tres niños. Y estamos hablando de que, cuando estaba la mina, había ciento y pico, llegando a doscientos. Y es que ahora hay sesenta o setenta en el colegio, entre profesores y niños".