Todos los moscones se mudaron a la vez del Occidente al Centro

"Gracias a la autovía nos acercamos al Centro de Asturias, a Oviedo y la capitalidad", asegura Gustavo Adolfo Fernández, cronista oficial de Grado/Grau

ASTURIANOS EN GRADO: Gustavo Adolfo Fernández

Julián Rus

Eduardo Lagar

Eduardo Lagar

Gustavo Fernández, cronista oficial de Grado/Grau. Tiene 52 años y, además de cronista oficial del concejo moscón, es bibliotecario y coordinador del área cultural del Ayuntamiento de Grado/Grau. Es licenciado en Historia, está casado y tiene dos hijos, que dicen de él que es un friki por su afición a los cómics. 

«Mira, mi historia responde al tópico de que cuando se cierra una puerta se abre otra o, al menos, una ventanuca. Yo había querido estudiar Bellas Artes en Salamanca. Siempre me había gustado dibujar, los tebeos y los cómics. Soy, como dicen mis hijos, un friki. Me presenté al examen y lo suspendí. Entonces empecé a estudiar Historia en la Universidad de Oviedo. Después de suspender, nunca más volví a Salamanca. Y me atrevo a decirte que nunca más pinté mi dibujé. Sí, aquello fue un poco traumático. Luego empecé a colaborar con la prensa, con vosotros, con LA NUEVA ESPAÑA, y más tarde salió una oposición de bibliotecario en Grau, que la saqué en 1997. Ahora soy coordinador del área de cultura del Ayuntamiento de Grau y también desde hace unos años soy el cronista oficial del concejo».

«Si no hubiera suspendido el examen de acceso a Bellas Artes mi vida hubiera sido otra. Probablemente no hubiera conocido a la que hoy es mi mujer, María Fernanda, y no tendría esta familia, a mis dos hijos; a Mateo, que tiene 18 años y a Gustavo, que tiene 16. Con lo cual, bien suspendido aquel examen. A mi mujer la conocí cuando yo estaba en el primer año de carrera y ella todavía estaba en el último año del instituto. Y la conocí en el Parque, en la discoteca de Grau. Ella es de Trubia. Trubia tiene, lógicamente, más caída aquí y, de aquella, en Grau había mucha efervescencia de pubs y discotecas. Hoy todo eso murió. De hecho, hasta hace unos meses, la discoteca de aquí no estaba abierta, aunque ahora la reabrieron. Pero bueno, yo ahora ya lo vivo con la perspectiva de padre: por lo menos que los mis guajes no tengan que ir hasta el Tribeca a Oviedo para salir».

Cabecera de comarca

«Grau sigue siendo cabecera de comarca y la gente sigue cayendo por aquí a tomarse un vino o al mercado. Pero, a finales de los 80 y los 90, aquí había mucho, mucho ambiente viernes, sábado y luego el domingo. El domingo, lógicamente, para el vermú. Eso sigue existiendo. Sigue habiendo mucha tradición de salir los domingos al mercado a tomar el vermú y comer tardísimo. Un domingo aquí, como no encargues el restaurante, puedes quedarte sin comer».

«Con Grau tengo un sentimiento ambivalente. Me da la sensación de que en unas cosas mejoramos mucho y en otras, empeoramos. Y me explico. Por un lado antes había comercios de todo tipo y hoy hay menos variedad. Incluso llegó a haber una tienda de discos, aunque duró lo que duró. En eso hemos perdido. Hay menos comercio. Sin embargo, me da la sensación ahora que hay más calidad de vida. Es una villa en la que hay muchísimo aparcamiento y muchos metros cuadrados de zona verde. Nos pasó como a todas las villas asturianas, que fuimos perdiendo comercios y población y, sin embargo, mejorando las infraestructuras y los espacios públicos».

El ying y el yang

«Cuando digo que bajamos población, hay que matizar. En Grau tenemos un problema, que tenemos demasiados villanos. Y me explico: gente de la villa. Grau, el concejo, son 28 parroquias y cerca de 192 núcleos de población. En el siglo XIX, allá por 1870, en el concejo había más de 20.000 habitantes y a estas alturas de la película no llegamos a 10.000, pero la villa ha ido aglutinando a la inmensa mayoría de los habitantes del concejo y quedan pocos habitantes en el resto de parroquias y pueblos. Y, aunque por los pueblos hay bastante segunda residencia y mucha casa arreglada y guapa, al lado te puedes encontrar otras abandonadas o en ruinas. Es el ying y el yang: eso es lo que me parece cada vez que analizo Grau. Sí, hay muchos pueblos deshabitados. No ya pueblos, incluso, una parroquia entera está deshabitada, Santo Adriano del Monte».

Ruinas y peatonalización

«Y en la villa también hay espacios degradados. Se llegó incluso a crear una página web de un grupo de ciudadanos que se llamaba algo así como ‘Grau en ruinas’, porque es verdad que se ven edificios muy potentes pero que están un poco abandonados. Hay planes de subvenciones, de adecuación de fachadas, de restauración de estos inmuebles privados... Pero se siguen viendo cosas lamentables como la zona del Infierno, la antigua sidrería, que está completamente abandonada, cayendo. Te puedo citar más ejemplos de zonas degradadas».

«Pero ahora que el casco histórico está declarado Bien de Interés Cultural se está peatonalizando y tratando de ganarlo para la gente. Yo creo que se está haciendo relativamente bien, poco a poco, progresivamente».

«Y creo que en eso indispensable la circunvalación. Porque tú date cuenta que para ir a todos los pueblos importantes del consejo, La Mata, Bayo, Sama… todos esos, la forma natural es por el centro de Grau cuando debería de haber una circunvalación. Para poder peatonalizar y hacer más vivibles –no sé si existe esa palabra– los espacios del centro tienes que eliminar un poco, no el 100%, el coche, porque la gente tiene que aparcar e ir al garaje. Pero que no todo el mundo tenga entrar por las Calles Nuevas, que ya digo que es una zona empedrada. A lo mejor eso puede servir también para revalorizar y para hacer determinadas zonas más agradables y que esos edificios de los años 40 o 60 que se rehabiliten un poco».

La autovía del Suroccidente y sus efectos

«Sobre el efecto que tuvo la llegada de la autovía (2008), te cuento una anécdota de cuando yo colaboraba con LA NUEVA ESPAÑA. Escribía en un suplemento que sacabais que se llamaba ‘Occidente Semanal’ porque, antes de la autovía, Grau salía en esas páginas. Éramos la ‘Puerta del Occidente’, que aún lo somos. Pero cuando se hizo la autovía empezamos a salir en un suplemento similar pero de ‘Oviedo y Centro’. O sea que, psicológicamente, no sólo para nosotros sino para toda Asturias, nos acercamos al Centro de Asturias, a Oviedo y la capitalidad, y a la famosa ‘Y’».

«Había algunos agoreros que decían que aquello iba a ser la desaparición de Grau, porque las carreteras sirven lo mismo para venir que para marcharse. Y había quien decía que la gente no iba a parar en Grau porque ya no iba a pasar la carretera por la villa. Pero la villa no bajó de población desde que tenemos autopista. El medio rural sí, como casi todo el Suroccidente, porque la población envejece y tampoco hay nacimientos suficientes».

«Es verdad que la autovía tampoco supuso la llegada de mucha gente joven a vivir. Aunque hubo proyectos de crear viviendas unifamiliares con jardincillos y había propuestas residenciales muy guapas, con la debacle de la construcción no salieron adelante. De todas formas, yo no esperaba que esto fuera la panacea porque nunca fuimos una villa competitiva en precios de vivienda. Aquí siempre hubo demanda de pisos de gente de la zona, del concejo o la comarca, que venían a vivir a la villa. Y, además, la finalización de la autovía coincidió justo con el ‘bluff’ inmobiliario. Fue en el mismo año, el mismo mes y el mismo minuto. Quizá no se notó ese efecto porque la nueva carretera se abrió justo cuando la crisis».

La tradición del mercado

«Se sigue manteniendo la tradición de quien baja a vender los excedentes del campo al mercado de Grau pero, claro, no es lo que había hace unas décadas. Aquella gente de Mieres o de Oviedo que venía a las seis y pico de la mañana a comprar toneladas de productos para llevar, como intermediarios, a otros mercados de la región».

«El mercado del miércoles es el más local y el del domingo es el más abierto, por así decirlo. Los bares y los restaurantes de Grau, en un tanto muy importante, viven de los domingos y de otras fiestas. Por ejemplo este año, con la declaración como fiesta de interés turístico de la Primera Flor, fue realmente espectacular la cantidad de gente que hubo. Espectacular. Estaba a reventar».

El carácter y la toponimia

«Volviendo a lo del ying y el yang que hablábamos antes... Tradicionalmente hubo mucha piquilla entre la gente de los pueblos y la gente de la villa. Y luego están los que dicen ‘Grado’, los que dicen ‘Grau’ con ‘u’ y los que dicen ‘Grao’ con ‘o’. Como digo yo, somos todos moscones pero tenemos un problema con la toponimia. Y yo, como funcionario, tengo que usar la toponimia oficial, que se escribe ‘Grado’ en castellano y ‘Grau’ en asturiano. Por eso digo yo que mejor lo llamábamos ‘Moscolandia’ y así no nos peleábamos ninguno (risas). Nosotros los de Grau nos vemos fuera y nos defendemos a muerte. Ahora, estamos aquí dentro y no sé qué pasa pero estamos todo el día discutiendo».

Valores de futuro

«Creo que la tradición comercial que se nos supone deberíamos potenciarla. Es verdad que siempre se dijo que en Grau éramos muy emprendedores. Aunque resulta sorprendente que en el concejo donde nacieron los fundadores del Corte Inglés no haya nada relacionado con esos grandes almacenes, ni un outlet como el que se montó en Pola de Siero. Pero, bueno, la tradición de comercio y de todo esto pero hay que aprovecharla. Pero no sólo quedarse ahí. Hay cosas que están pegando muy fuerte ahora como es el Camino de Santiago y creo que siempre en Grau tuvimos un poco abandonado el tema del turismo. Por ejemplo, yo creo que tenemos una carencia importante de plazas hoteleras. Y algunas de esas antiguas casonas, de edificios preciosos que hay en el centro, serían ideales para uno de estos negocios».

«Ahora parece que se van dando cuenta de que podemos ser atractivos para los turistas. No tenemos playa, pero tenemos montaña, recursos naturales... Porque las pocas industrias que teníamos, las perdimos. Mira, un ejemplo de la evolución del concejo es la parcela donde ahora está el Alimerka a la entrada de la villa. Ahí estaba originariamente la fábrica de bayonetas que dio origen a la fábrica de Armas de Trubia en el siglo XVIII. Y luego estuvo Cafés Areces, una de las industrias más importantes. Y luego Alimerka. Ahora somos villa de servicios».

Lo mejor de dos mundos

«No tenemos industria, bueno, pero tenemos el mercado, tenemos determinados productos típicos de mucha calidad, como el afuega’l pitu, el tocinillo, o el escaldao, que es un postre típico pero que no se comercializa; y tenemos determinada oferta de ocio, cultural, deportiva, todos los servicios que a lo mejor marcan la diferencia para que una familia joven se decida venir a vivir a Grau y no instalarse en un barrio de una ciudad donde hay 15 edificios iguales. Porque algo muy importante que tienen las villas respecto a los barrios de las ciudades es también la vecindad, la tranquilidad, el hecho de que los guajes anden por ahí con tranquilidad. Villas amigables que tienen casi todo lo bueno de la ciudad y casi todo lo bueno de los pueblos. Y, en definitiva, todo eso es un poco lo que tiene Grau. Y quien dice Grau dice también otras villas, como Pravia. Aunque ya sabes que entre los de Grau y los de Pravia hubo siempre cierta piquilla» (risas).