Barbón proclama un Día de Asturias “en el que no sobre nadie” y que supere “crispación y banderías”: así fue el acto de las medallas y distinciones

El presidente asturiano enarbola el valor del diálogo y la política útil y pide que el Principado sea no solo un oasis climático sino también lo sea de la crispación y un “rompeolas en defensa de la libertad”

Vicente Montes

Vicente Montes

El presidente del Principado, Adrián Barbón, ha proclamado el Día de Asturias como “un acto en el que todos tenemos espacio: hombres y mujeres, mayores y jóvenes, creyentes de múltiples religiones o no creyentes” y en el que “no sobra nadie ni se expulsa a nadie”, en el marco de una Asturias “plural, diversa, abierta y con futuro”.

En su intervención en el acto de entrega de las Medallas de Asturias, Adrián Barbón ha pedido colocar esta festividad “por encima de la crispación, el partidismo y las banderías” para ser una jornada de “hermandad, entendimiento, orgullo de identidad y afirmación colectiva”.

Por eso, Barbón, ante los presidentes del Congreso (Francina Armengol) y el Senado (Pedro Rollán), así como del Ministro de Sanidad (José Manuel Miñones), enarboló el valor de diálogo, “no como intercambio de monólogos”. También reclamó el valor “de la política útil”. Y comparando el concepto de Asturias como “refugio climático”, pidió que el Principado sea también un “oasis ante la crispación”.

El Presidente defendió, ante expresidentes autonómicos y autoridades, una tierra que “destierre cualquier sentimiento de inferioridad”, en un discurso pronunciado también en asturiano y eo-naviego. Una Asturias que está “en la antesala de otro periodo, el de la década del cambio”. 

No dejó de lado el discurso de calado político. Barbón defendió que pronto se dilucide el horizonte político del gobierno de España, pero recalcó que, sea cual sea el resultado, “para mí y para mi gobierno, la defensa de los asturianos y de los problemas de nuestra tierra estará por encima de cualquier otra cuestión”.

Con la idea de que Asturias habrá de ser “un rompeolas en defensa de la libertad”, recalcó los valores que representan los premiados y terminó su discurso con un poema de Vanesa Gutiérrez, Viceconsejera de Cultura: “Si la patria ye un temblor, / tu yes manches, / munches veces,/ patria mía”.

Con el ritmo de la pandereta de Leticia Baselgas, junto con Rubén Bada ha arrancado la ceremonia de entrega de las Medallas de Asturias, en el Día de la comunidad autónoma. Han sido los premiados como hijos predilectos e hijo predilecto los primeros en recibir sus reconocimientos en el acto celebrado en el Auditorio Príncipe Felipe de Oviedo.

El periodista Juan Ramón Lucas, hijo adoptivo, ha expresado su orgullo por una tierra “solidaria y generosa” y que actúa de manera “orgullosa sin excluir, generosa sin medida; eternamente dispuesta a avanzar; jugándosela en cada ocasión”, recordando la letra de la canción de Garfias cantada por Víctor Manuel. Lucas animó a desterrar el anclado trasfondo de “pesimismo imperceptible” que envuelve a los asturianos y pidió, antes de terminar con versos de Ángel González, que los asturianos encuentren en una “ historia sembrada de dificultades sobre todo en el últimos siglo y medio”, enseñanza sobre “lo que somos capaces”.

Ana Cristina Tolívar, nieta de Leopoldo Alas Argüelles, hijo predilecto a título póstumo y que fue “uno de los padres de la Constitución de 1931 y en el Ministerio de Justicia”, relevante como “civilista y Rector de la Universidad de Oviedo en momentos muy difíciles”. No ocultó Ana Cristina Tolívar cierto pesar por que no conste en el edificio de la Junta General “una modesta placa que recordara genéricamente a los cientos de personas inocentes, allí juzgadas y enviadas, sin más contemplaciones, al paredón”. La solicitud fue realizada por su hermano, pero no ha sido aún atendida.

El empresario Antonio Suárez hizo repaso de su vida, partiendo de su nacimiento en Asturias, “tierra de contrastes, donde se mezcla la niebla y el sol, de bellas playas e imponentes montañas. De olor a ‘yerba y orbayu”’. Tierra de hombres y mujeres valientes, la tierra de Don Pelayo”. Agradeció a su familia, empezando por sus padres y terminando por su hija Fernanda y sus tres nietos. Y proclamó su amor por sus dos patrias, España y México, para expresar su agradecimiento por el reconocimiento.

El título de hija predilecta a Ángeles Flórez “Maricuela”, de 104 años, como representante de la defensa de los valores democráticos, fue entregado en la zona del público al no poder acceder la galardonada a la tribuna.

Tras estos reconocimientos llegó el momento de la entrega de las Medallas de Asturias. Ha intervenido en primer lugar Laura González, que fuera presidenta de la Junta General. Dio las gracias a los asistentes “porque con sus impuestos mantienen un servicio público de Salud, que no solo se ha enfrentado a la pandemia con el coraje, el esfuerzo y la dedicación de miles de sanitarios, prueba que superaron con sobresaliente, sino también porque ese mismo sistema me ha traído viva hasta aquí”. González ha expresado su orgullo por nacer y vivir en Asturias, “pequeño y precioso país de tan larga historia con su cultura y su lengua propias en el que no corren peligro, los servicios públicos, las políticas de igualdad o la ley de memoria democrática”, con especial referencia a su abuelo, represaliado “n las cunetas de Asturias”. Terminó con versos de la poeta Esther García, que en el poema “Los retratos” rememora a los antepasados.

El oftalmólogo Luis Fernández Vega señaló que “no hay honor mayor en mi tierra que recibir esta Medalla aunque con gran generosidad, se haya tenido en cuenta mi amor por ella y la modesta contribución que yo haya podido hacer a nuestro Principado”. Se ha declarado deudor de una saga familiar de médicos, con especial recuerdo a su esposa, hijos nueras y nietos. Y recordó que su “añorado padre” recibió la misma medalla en 1996. Fernández-Vega ha resaltado que el compromiso profesional de su familia también conlleva una “responsabilidad social” a través de sus fundaciones “para mejorar nuestra sociedad”. El médico reivindicó una apuesta por “una Asturias académica e ilustrada, en unos tiempos en los que el sentimiento parece haberse convertido en el único fundamento”.

A través de un vídeo intervino el cocinero José Andrés para destacar que “el futuro de las naciones dependerá de cómo se alimenten”, y siendo él asturiano de raza “amante del Cabrales”, reivindicó la importancia de garantizar una alimentación que contribuya a un mundo mejor “con mesas más largas”. El galardón, “para quienes como yo llevamos Asturias siempre en el corazón”, es un reconocimiento emocionante: “Asturias, patria querida, espero veros pronto”, concluyó.

La escritora y periodista María Teresa Álvarez (a quien Barbón le susurró que disfrutaba siendo niño al verla en televisión) recalcó que Asturias es su “referencia vital, la tierra de mis ancestros, el lugar donde se posó la primera mirada de mi corazón”. Destacó como mérito para su reconocimiento un “cariño a Asturias” indudable en su caso. También resaltó el hecho de que ese galardón haya sido concedido por un Ejecutivo “cuyos miembros, por edad, pueden ser mis hijos”. Y terminó con un reconocimiento a los ausentes para expresar su alegría, “que desde el cielo festejarán mis seres queridos; en especial mi madre, mi amiga Marisa, que acaba de irse, y mi marido, Sabino Fernández Campo, que también tuvo el honor y el placer de disfrutar de esta Medalla”.

Trato digno para los asturhablantes

Xosé Lluis García Arias, presidente de la Academia de la Llingua, relató la anécdota que vivió siendo niño, de cinco años, al abrirse la biblioteca de las escuelas del Cantu Samartín, en Teverga. No le permitieron entrar, porque él tenía cinco años y era necesario tener seis. Tras relatar aquella anécdota, García Arias rememoró, muy emocionado, su trayectoria y la elaboración del primer Diccionariu Etimolóxicu de la Llingua Asturiana. “En siete tomos toa una llarga hestoria resumida del vieyu idioma d’un país y d’una xente”, ha indicado, para pedirle a Barbón que “tien qu’haber sitiu pa los nuesos idiomas mesmamente pal eonaviego na estaxa onde se fala pero ello namái s’algama si los falantes ven nidiamente un tratu dignu y a la par igualitariu na necesaria llegalidá que tien que los sofitar”. Es decir, la necesidad de un trato digno, pero también con soporte legal, para los hablantes del asturiano.

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