Entrevista | Pol López Interpreta a Emilio Suárez Trashorras en la serie "Nos vemos en otra vida"

"El 11M es una herida que había que contar y generar memoria"

"Encarnar a Emilio Suárez Trashorras era un gran reto, lo acepté porque sabía que se trataría con rigor y respeto algo que causó tanto dolor y tanta tristeza"

Pol López.

Pol López. / Diego López Calvin

Tino Pertierra

Tino Pertierra

Papelón para Pol López, reciente premio "Gaudí" al mejor actor protagonista por su trabajo en "Suro". Suya es la responsabilidad de hacer creíble en la serie "Nos vemos en otra vida" (estreno el 6 de marzo en Disney +) el personaje de Emilio Suárez Trashorras, pieza clave en la trama asturiana de los atentados del 11M. No fue fácil para López (Barcelona, 1940) aceptar la propuesta, pero leyó el guion y vio "el respeto y la dignidad con que se trata el tema, pensando en la víctimas". Dijo sí entonces y dice ahora que "es una gran herida que había que contar".

–Vaya arranque. Premio "Gaudí", ahora una de las series del año...

–No me puedo quejar, no. Los reconocimientos siempre son una maravilla y el personaje de Trashorras es un gran reto. Estamos muy orgullosos todos del trabajo que hemos hecho.

–¿Qué pensó cuando le ofrecieron un personaje... digamos incómodo?

–Quería saber quién estaba detrás del proyecto. Conocía el trabajo de Jorge y Alberto Sánchez-Cabezudo, pero no profundamente. Vi que me interesaba cómo miraban las cosas, cómo hablaban de la realidad y cómo trataban la ficción. Cuando supe más del proyecto y vi los guiones decidí que quería formar parte de ello. Había mucho rigor plenamente dirigido a hablar de los hechos, a generar memoria. A que tanto dolor y tanta tristeza que se causó en España, en Asturias, se tratara con respeto y dignidad. Vale, dije, aquí sí puedo encarnar un personaje bien escrito. El reto era dotarlo de intenciones y razones que lo mueven a actuar. Nos movimos por un espacio donde pensamos, ensayamos, debatimos. Mucho. Elucubrar. Y, en el fondo, imaginar, como siempre hacen los actores, lo que piensan y sienten los personajes.

–¿Y lo entendió?

–Básicamente, lo que él hace es no pensar. Yo me lo tomé como una ficción, porque, en realidad, no deja de serlo, estamos adaptando una novela de Manuel Jabois. Y este personaje, según lo que estaba escrito, no pensaba en las acciones, quería intervenir y actuar sin pensar en las consecuencias. Se comportaba de forma distinta en el juicio y en el barrio, donde se sabía poderoso. Había una gestualidad muy distinta.

–¿Cómo lo preparó?

–Solo miré las imágenes del juicio para ser fiel a ellas, reproducir lo que esa persona dijo, cómo se movía. Y para el resto quería sentirme libre e interpretar solo lo que había en el papel, que estaba muy bien escrito. Me recordaba cosas de David Mamet, una dramaturgia que me interesa mucho porque describe muchos comportamientos, pero también te deja lugar para que aportes cosas, una mezcla perfecta para proponer al actor una guía buena, pero dejando espacio para que tú llenes y todo lata como en la realidad. Como el acento asturiano, su musicalidad. Luego, el trabajo de vestuario para mostrar ese contexto de los barrios de Asturias donde él vivía y actuaba. La única manera de interpretar esto era no pensar en el personaje en sí. Pensar en el guion. No me iba bien pensar quién era y lo que hizo. Ni me interesó hablar con él.

–En otros papeles sí ha habido más investigación, pienso en el síndrome Asperger que trata "El curioso incidente del perro a medianoche"...

–Claro, dependiendo del proyecto uno busca el material más adecuado para trabajar y estudiar. En el caso de la serie tenía unos guiones muy interesantes y un terreno de juego con unos directores que te dejaban espacio para ensayar, hablar y proponer hipótesis sobre razones, intenciones y motivaciones.

–¿Hay un plus de responsabilidad con las víctimas, con su entorno?

–A todos los que intervenimos nos interesa, con mucho respeto, saber lo que sienten y piensan. Sabemos que lo están recibiendo bien. Hay un respeto y un rigor por los hechos total, sin frivolizar nunca.

–¿Qué recuerda de aquel día?

–Lo vi en la tele de la casa de mis padres. Había mucha tristeza, había un gran desconcierto.

Rodaje asturiano. ¿Les llovió mucho?

–Pues no mucho, la verdad, cuando se precisaba que lloviese no llovía y cuando no hacía falta, lo contrario. Asturias ya la conocía, y me encantó trabajar allí. Qué gente tan hospitalaria. Estuve muy a gusto.

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