Entrevista | José Luis Ábalos Meco Diputado en el Congreso, exministro de Transportes

"La alta velocidad sirve si ya hay estructura industrial y de servicios, y Asturias la tiene"

"El retraso de la Variante se debe a razones técnicas, que tienen que ver con la complejidad de la obra, pero también económicas, porque entre 2010 y 2016 bajó mucho la inversión por la crisis"

José Luis Ábalos.

José Luis Ábalos. / David Castro

Ramón Díaz

Ramón Díaz

José Luis Ábalos (Torrente, Valencia, 1959), maestro de Primaria en excedencia, ocupó entre otros cargos el de ministro de Transportes (en los primeros años se denominó de Fomento) entre junio de 2018 y julio de 2021. Fue secretario de organización del PSOE entre 2017 y 2021 y es diputado en el Congreso desde hace 15 años. Esta es la primera entrevista en la que se refiere a asuntos del Ministerio desde su salida. Subraya que no ha querido hablar hasta ahora "como gesto de respeto a quienes lo gestionan en la actualidad".

–¿En qué estado se encontraba la obra de la Variante en junio de 2018, cuando usted llegó al Ministerio de Transportes?

–En la Variante hubo tres fases. La primera, de 2004 a 2010, que coge todo el período de (José Luis) Rodríguez Zapatero, en la que el Ministerio tuvo mucho presupuesto, fue una fase de mucha inversión. Después, hasta 2016, con la crisis económica entramos en una fase de recesión económica muy aguda que coincide con el Gobierno de (Mariano) Rajoy, en la que hubo rescisión de contratos y cayó la inversión. Así que cuando llego al Ministerio lo que nos toca, básicamente, es recuperar los contratos anulados y relanzar la obra. A partir de ahí, el tiempo que estuve con Isabel (Pardo de Vera) al frente de Adif fue cuando se dio el impulso definitivo a la Variante.

–A las pocas semanas de llegar al Ministerio aseguró usted que la Variante estaría operativa en 2021. ¿Por qué se ha retrasado más dos años desde entonces?

–La verdad es que no tengo datos ahora mismo y no le puedo decir. Las previsiones suelen ser siempre muy optimistas, pero quizá de todos los anuncios de finalización de la Variante ese fue el que más se acercó a la realidad.

–¿Por qué se decidió durante su etapa como ministro cambiar el ancho de vía, pese a que era sabido que suponía un retraso añadido?

–En este tipo de obras todas las decisiones son técnicas. Lo que es cierto es que el volumen de inversión en el AVE a Asturias ha sido muy superior a cualquier otro en términos de costes, pero muy superior. Muy superior, lógicamente, porque se han tenido que ejecutar unas obras de ingeniería tremendas. Los accidentes geográficos que se han tenido que afrontar, las pendientes, las filtraciones... El coste de cada kilómetro de la alta velocidad a Asturias no es homologable con el de cualquier otra obra.

–Hay quienes sostienen que no está justificada una inversión de 4.000 millones para una región de un millón de habitantes. ¿Tienen razón?

–Claro, hay quien sostiene que no cuando plantea las cuestiones en términos de eficiencia económica. Pero entonces no hablaríamos de política pública. Ese es un planteamiento adecuado en el ámbito de la inversión privada, donde se persigue el beneficio económico. Pero en el ámbito de la política pública lo que se persigue es siempre un fin social. Por lo tanto, aunque es verdad que la inversión en el AVE a Asturias ha sido bastante superior a la de otras regiones, también lo es que los asturianos tienen los mismos derechos que andaluces, valencianos... a tener alta velocidad. Y para eso está la política pública, para hacer lo que el interés privado no hace, para igualar en derechos a todos los ciudadanos, en este caso de movilidad y libre circulación. También es verdad que si no invertimos habrá regiones que tendrán déficit de población y actividad. Es la pescadilla que se muerde la cola: si se dan menos oportunidades, lógicamente, hay menos desarrollo. Si, por el contrario, incorporamos más elementos que favorecen la movilidad tanto de personas como de mercancías estamos generando desarrollo.

–La primera fecha de apertura de la Variante que se anunció fue 2010, ¿a qué se debe este retraso de 13 años?

–Hay razones técnicas, que tienen que ver con la complejidad de la obra, y también razones económicas, debido a ese periodo de siete años de crisis, de 2010 a 2016, en el que bajó mucho la inversión.

–La primera estimación del coste de la Variante fue de 1.990 millones. Ha costado el doble. ¿Por qué ese desfase?

–Lo que no estaba suficientemente contemplado era la complejidad de la obra, que ha supuesto mucho esfuerzo de los técnicos, tanto de los de Adif como los de las empresas que han llevado a cabo las obras. Al final, lo que viene a refrendar todo esto es que la Variante es una obra emblemática desde el punto de vista de la ingeniería.

–El trayecto León–La Robla, por el contrario, discurre por terreno llano y suma poco más de una veintena de kilómetros, pero se ha retrasado más aún que la Variante y su fecha de homologación como tramo de alta velocidad sigue siendo desconocida. ¿Qué ocurre en ese tramo?

–No le puedo decir, no dispongo ni de antecedentes ni documentación. Tengo que tirar de memoria y no recuerdo los detalles.

–¿La decisión de no construir un nuevo trazado para la alta velocidad entre Pola de Lena y Gijón fue técnica o política?

–Desde luego, en la etapa en la que estuve en el Ministerio nunca tomamos una decisión política respecto a estas cuestiones: siempre se siguieron los criterios técnicos.

–¿Qué cree que se debe hacer con la rampa de Pajares, mantenerla abierta o cerrarla?

–No le puedo decir. Para contestar debería tener mucha fundamentación técnica y ahora mismo no dispongo de ella. No quiero ser atrevido.

–¿Qué cree que aportará la apertura de la Variante de Pajares a Asturias, a los asturianos y a la economía de la comunidad?

–Lo primero, vertebración territorial y cohesión al país. Acercará al resto de España a Asturias y favorecerá la movilidad. Piense en el enorme flujo de viajeros que genera el AVE a Andalucía o a Valencia, donde la alta velocidad ha supuesto muchas oportunidades; pero hay que saber aprovechar esas oportunidades. Lo que tiene que haber ahora es una buena promoción para aprovechar esa infraestructura. Las oportunidades hay que trabajarlas. En Asturias hay dos puertos importantes, hay una industria muy destacada, y todo lo que sean infraestructuras de transporte las refuerzan.

–Las líneas de alta velocidad, igual que las autovías, lo mismo atraen visitantes que se los llevan. ¿Podría darse la paradoja de que Asturias saliera perdiendo con la alta velocidad?

–Creo que no por el ámbito portuario y las actividades muy singulares que tiene Asturias. Pero, insisto, las ventajas no son automáticas, hay que trabajarlas. Es evidente que la alta velocidad favorece cuando ya tienes una estructura económica propia y Asturias la tiene. Lo que usted plantea afecta a zonas interiores del país en situación de despoblación y en las que el tejido productivo es nulo o escaso. Es verdad que la alta velocidad sirve si hay estructura industrial y de servicios. Si no, hay veces que el lugar se convierte en parada intermedia. En Asturias no sucederá.

–Ha habido muchas críticas a los sucesivos gobiernos, tanto del PSOE como del PP, por un supuesto abandono del ferrocarril convencional, frente a una inversión multimillonaria en la alta velocidad. ¿Están justificadas esas críticas?

–Sí, están justificadas, pero a posteriori. Cuando ya se tiene la inversión prevista y se ha apostado por la alta velocidad decimos: "Uy, hemos abandonado la media distancia y hemos descuidado las cercanías, que es el transporte más popular y el que más gente utiliza". Es así, pero hay que pensar también que las reivindicaciones que se han hecho desde las instituciones territoriales y la presión pública han favorecido la apuesta por la alta velocidad. Ha habido una cierta fiebre con la alta velocidad, y estuvo bien, pero hace ya rato que llegó el momento de afrontar la media distancia y las cercanías.

–El Gobierno inyectará 6.300 millones en rodalies antes de cederlas a Cataluña, ¿cree que sería positivo para el Gobierno del Principado negociar también la mejora y el posterior traspaso de las cercanías regionales?

–En mi época se presentó el plan de cercanías de Barcelona y se estuvo trabajando en el de Valencia, el de Madrid, en el de Asturias… En el caso de Cataluña hay que recordar que la competencia ya la tenía la Generalitat. O sea, que realmente no se transfiere la competencia. Lo que pasa es que la estaba desarrollando de una forma un tanto particular: tenía la competencia, pero no los instrumentos para ejercerla. Ahora lo que se plantea es que se transfiera la infraestructura y también la operación. Operación que preocupa a los sindicatos ferroviarios por lo que queda suponer respecto a los empleos y las condiciones de trabajo ante lo que puede suponer la irrupción de una empresa pública ferroviaria para las cercanías, que hasta ahora estaba gestionando Renfe, cobrando directamente del Ministerio de Hacienda sin pasar por la Generalitat. Lo que se hace es materializar de forma efectiva y definitiva esa competencia que ya tenía Cataluña.

–¿Cómo ve la situación política y el pacto PSOE-Junts?

–Lo que veo es que tuvimos unas elecciones que arrojaron unos resultados. Y que de esa representación política legítima, que es el Congreso de los Diputados, se debe extraer una mayoría que permita la gobernabilidad del país en función de las mayorías parlamentarias. Esto es de primer curso de preescolar. El candidato que mayor representación consigue es el que se alza con el gobierno. Pero todo esto se intenta distorsionar, y con calificativos muy gruesos, lo que abona la polarización política. Lo que estamos viendo por parte de la derecha es: "Como no sale lo que yo quiero, ya nada vale. Todo es ilegítimo, todo es indecente". Hay un nivel de frustración en la derecha que pone en cuestión todo el sistema democrático. Y, aparte, no tiene ninguna visión de futuro respecto a los problemas de España.

–¿A qué se refiere?

–Todo el mundo reconocerá que tenemos un problema en Cataluña o con Cataluña, con su encaje en España. Es un problema histórico, aunque en los últimos años se han registrado situaciones de desencuentro muy importantes. Con consecuencias judiciales, con sentencias, con penas, con cumplimiento parcial de las mismas y en otros casos ni siquiera porque no llegaron a la justicia, con indultos que ya supusieron mucha crispación… Hay que ver cómo abordar esto, sin renunciar a las posiciones de uno, pero tampoco obligando a los otros a renunciar a sus posiciones. Contemplo el acuerdo con Junts como una forma de encauzar el conflicto. Y ese cauce se somete a la legalidad vigente y al marco constitucional. Eso ya es un logro. Se reconoce que hay posiciones distintas, pero también que hay derecho a tenerlas, y que eso no es óbice para sentarse, hablar, negociar y darse una oportunidad más. Eso no solo favorece a Cataluña, sino también al resto de España, porque obliga también a rediseñar toda la política territorial, como estamos viendo, por ejemplo, con la reducción de la deuda autonómica que se abordará en el conjunto del país.

–¿Qué opina sobra las concentraciones que se están registrando frente a las sedes del PSOE?

–La derecha está trasladando el problema territorial de Cataluña al resto del Estado. Está planteando esa movilización, esa crispación en el conjunto de España. Hay dos formas de hacer en política. Una es ignorar el problema, con lo cual se va pudriendo, se enquista y estalla de una forma incontrolada. Otra es abordar el conflicto. En España los políticos de la derecha han decidido no hacer política. Lo vimos muy claramente durante las crisis de 2014 y 2017, cuando la derecha fue incapaz de abordar el desafío independentista desde el punto de vista político y lo desplazó a las instancias judiciales, diciendo: "Que me lo resuelva la aplicación de la ley". Pero, entonces, ¿cuál es el papel de los políticos? El papel de los políticos es garantizar la convivencia dirigida al bienestar de los ciudadanos, asumir la responsabilidad última. A la derecha no la veo responsable y veo en ella un resentimiento que no acabo de entender. No acabo de entender esta apuesta por el odio. Estamos para resolver los problemas, no para crearlos. No veo en esos discursos tan incendiarios que se trabaje por la convivencia, ni por el bienestar de los ciudadanos.

–¿Qué le parecen las críticas que se oyen en el seno de su partido a estos acuerdos con los independentistas?

–Por más que se empeñan algunos no acaban de encontrarlas. En estos años se han ido consolidando posiciones muy dogmáticas. Y nosotros no hemos estado tampoco al margen de esas posiciones. Puede haber militantes nuestros a los que les cueste entender esto, pero vista la actitud de la derecha, hasta esas personas han visto que no quedaba otra, porque la alternativa es lo que estamos viviendo estos días con movilizaciones intimidatorias a un partido político. Los partidos son la expresión del pluralismo político, que es un valor superior de nuestro sistema. Nuestra Constitución radica en el pluralismo político. Por lo tanto, se está atentando contra instituciones básicas de la Constitución. No es una frivolidad intimidar la sede de un partido, porque en definitiva, con esa acción, se está atentando contra el pluralismo político. Y es peor aún cuando lo hacen partidos que tienen presencia parlamentaria, con todas las posibilidades para ejercer la labor de control político. ¿Que tal si hacemos todos lo mismo?

–También hubo concentraciones frente a las sedes del PP en su momento…

–Pero no convocadas por el PSOE.

–El PP niega que esté convocando esta concentraciones.

–Van sus miembros. Es que ha ido Esperanza Aguirre. Es que (Isabel) Ayuso, que lanza la piedra y esconde la mano, dijo que la calle tenía que responder y que esto no le podía salir gratis a Pedro Sánchez. Cuando hubo concentraciones ante sedes del PP dijeron que estaba mal, que eso no podía ser. Ahora que no les toca ya no lo dicen. No hay precedentes sobre lo que está ocurriendo.

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