Entrevista | Íñigo Santacana Director de «Juicio al extranjero», el viernes, en el Niemeyer

Íñigo Santacana: "El público de ‘El juicio al extranjero’ asume todos los roles de la tragedia y no nosotros"

"Esta obra plantea funciones únicas en sí mismas porque cada noche las hacen espectadores distintos"

Íñigo Santacana, en una imagen promocional.

Íñigo Santacana, en una imagen promocional. / Saúl Fernández

Saúl Fernández

Saúl Fernández

Íñigo Santacana (San Sebastián, 1993) está al frente de Barandi Producciones, que ha levantado "Juicio al extranjero", el espectáculo que abre este viernes (20.00 horas) el ciclo Off Niemeyer correspondiente a este invierno, una espectáculo basado en la más conocida novela del premio Nobel francés Albert Camus. Atiende a LA NUEVA ESPAÑA por teléfono.

–¿Donde Albert Camus dejó su novela más señalada empieza su espectáculo?

–La obra como tal simula realmente la segunda parte de la novela. Durante la obra contamos el relato de lo que le sucedió a Mersault: el asesinato que comete. A partir de ahí hacemos que el público participe dentro de la obra, asuma todos los roles y lo que hacemos es desarrollar esa segunda parte, la del juicio que ocurre en la novela y el veredicto al que se llega.

–La parte más "teatral", ¿no?

–Los juicios son bastante teatrales: son buena premisa para cualquier obra de teatro y también para el cine. Lo que cuenta Camus es, además, muy inquietante porque el caso tiene grandes dudas y grandes lagunas y eso lo hace más interesante.

–¿Qué hace el público en su espectáculo?

–El público de "El juicio al extranjero" asume todos los roles de la tragedia y no nosotros: desde juez, jurado, acusado, fiscal, testigos...

–¿Ah, sí?

–Por supuesto, al principio de la obra damos la opción de quien no quiera participar que no lo haga. No queremos asustar. Nosotros, la compañía, lo que somos, básicamente, es erigirnos en guías de la obra, pero todos los roles los interpretan personas del público.

–¿Cómo se plantearon este espectáculo, entonces?

–Lo primero de todo, lo desarrollamos en un taller de teatro inversivo con la ayuda de Carlos Tuñón, que es un director y dramaturgo bastante especializado en esto. Se parece mucho, mucho, mucho a una especie de guion de un juego de rol, de un juego de mesa más que a una dramaturgia como tal. Lo que haces es llamar a pequeños grupos de gente –al principio conocida, después no tan conocida– y vas realizando prueba-error de los supuestos que has planteado y ves si funcionan o no.

–Con "Juicio al extranjero" ya llevan tres años.

–Estrenamos en abril de 2021, en la sala Umbral de la Primavera, en Madrid. Una sala alternativa. Llevamos, sí, tres años. Estamos muy contentos.

–Dado el planteamiento que proponen, en este tiempo habrán visto mil maneras de reaccionar del público.

–De muchísimas maneras, la verdad es que sí. Lo bonito de esta obra es que plantea funciones únicas en sí mismas porque cada noche la hacen espectadores distintos.

–Y a ustedes, a la compañía, ¿qué les aporta este tipo de trabajo?

–Crear una obra de este tipo tiene muchísimo más trabajo que los espectáculos convencionales: tienes muchas más variables de las que estar pendiente. ¿Por qué decidimos hacerla participativa? Cuando leí la novela de Camus conocí a un personaje que no te gusta mucho –es desagradable–, pero el juicio que ocurre en la novela es del todo injusto con él porque no se le juzga por los hechos que ha cometido, si no que se le juzga por cómo es él, qué es lo que ha hecho antes. A mí esto me creó mucho conflicto: si Mersault, en vez de ser como es, hubiese sido Barack Obama, problamente se salva. Aunque hubieran hecho exactamente lo mismo.

–El teatro, siendo un arte efímero, en este caso es mucho más.

–(Risas). Sí, mucho más efímero, pero cada vez mucho más impredecible. Y eso nos gusta.

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