La doble despedida de Vitos: el histórico nadador de Mieres vivirá el segundo cierre de la piscina Manuel Llaneza en 54 años

Vivió en 1968 la prolongada clausura del complejo por una avería y ahora, su liquidación concursal

José Vitos Natal, en las instalaciones de la piscina Manuel Llaneza de Mieres. | A. Velasco

José Vitos Natal, en las instalaciones de la piscina Manuel Llaneza de Mieres. | A. Velasco / A. Velasco

Andrés Velasco

Andrés Velasco

A sus estrenados 90 años, que cumplió el pasado junio, José Vitos Natal, sigue con la mente muy lúcida. Sus ojos, aunque lo intente disimular, son el reflejo de la emoción que siente al mirar las calles de la piscina Manuel Llaneza. Y es que la historia se repite. Él ya vio cómo en 1968 tenía que cerrar por la falta de mantenimiento de la caldera y sin que nadie hiciese nada. Ahora, son otros los problemas, pero con mismo resultado. «Es una pena, la verdad es que recuerdo lo que me pasó a mí. Y ver que ahora va a cerrar otra vez me entristece», afirma el mito de la natación mierense, que fue el primer español en cruzar a nado el Canal de la Mancha en 1958, manteniendo además un récord de tiempo durante casi medio siglo.

José Vitos recuerda con pena el día que tuvo que entregar las llaves de la piscina en 1968 para su primer cierre. «Pasaron muchas cosas y al final no había solución», señala, para relatar la historia de aquella primera clausura que duró veinte años. «Como cinco o seis meses antes de cerrar, gente de Madrid que me conocía por los logros que obtuve quisieron hacer una inversión en la piscina», explica. Las instalaciones, por aquel entonces, requerían de una obra, sí, pero algo mucho más importante, la sustitución y el mantenimiento de la caldera. «Allí solo se dedicaban a poner ladrillos y tejas, y nadie miraba para la caldera», explica Vitos, que vivió con indignación aquellos momentos.

El nadador, que entonces era el encargado de la piscina, sabía que sin caldera, el cierre estaba asegurado. «Yo había trabajado como encendedor de los trenes de vía estrecha y sabía perfectamente cómo funcionaba una caldera. Y lo que ocurría en estos circuitos», indica, para recordar que advirtió a las autoridades de que si no se cambiaba el sistema, iba a reventar. Nadie le hizo caso.

Vitos mira el vaso de la piscina mierense.

Vitos mira el vaso de la piscina mierense. / A. Velasco

Y así, una mañana de domingo de 1968, –«lo se porque yo era profesor y ese día no tenía clase», dice–, Vitos fue a encender la caldera para calentar el agua de la piscina. Sin embargo, la presión comenzó a subir hasta que una tubería reventó. No había ya solución para el centro, como había previsto. «Cogí las llaves y las fui a entregar, no podíamos hacer más», lamenta, con un gesto entre la pena y la indignación.

Ahora, el emblemático nadador, que tiene problemas de movilidad a causa de un ictus, apenas se pasa por la piscina, donde desde 2002 tiene una placa en sus exteriores, en la que se reconoce su trayectoria. Vitos rememora con nitidez la primera vez que dio una brazada en aquel vaso. «Era un 7 u 8 de octubre de 1952. Un vecino me dijo que en Mieres había ‘una casa que llenaban con agua’ y que otro había ido a bañarse», relata Vitos. Nada más enterarse, fue a pedir dinero a su madre para bajar a Mieres desde Turón y pagar la entrada a aquella casa. No hubo manera. Sabedor de que era el ojito derecho de una vecina –«me quería como a sus hijos»–, se lo pidió prestado a ella, que accedió. Y así, cuando pudo coger el tren, bajó a Mieres. «Pregunté por una casa con agua, y me mandaron para aquí», dice señalando la piscina. «Y así empecé a nadar y a prepararme para competir y para lo que vino después», dice con una sonrisa.

Poco más de una semana falta para que la Agrupación Deportiva Manuel Llaneza quede liquidada y se proceda al cierre de la piscina. Los elevados costes energéticos –esta vez la avería de la caldera está en las cuentas– y la pérdida de socios han descuadrado los presupuestos y mantener el centro es inviable. «La verdad es que es una pena, porque para Mieres siempre fue un referente», dice el veterano deportistas, forjado en las tibias aguas de esta piscina, donde también ha pasado una vida su hijo José Luis Vitos, enseñando a nadar a miles de mierenses. «Ahora solo espero que no tarden 20 años en reabrir», desea para finalizar.

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