Fabadas con corazón: así son las comidas que organiza una langreana en Madrid y Barcelona para recaudar fondos para niños con cardiopatías

Paula Pérez y su marido Rafael Arnaiz, también vinculado a Asturias, impulsan eventos solidarios para su fundación de ayuda a familias de niños con cardiopatías

Paula Pérez (izquierda) y Pili Acevedo preparando una fabada. | Fundación Inés Arnaiz

Paula Pérez (izquierda) y Pili Acevedo preparando una fabada. | Fundación Inés Arnaiz

Miguel Á. Gutiérrez

–Ya lo tengo Paula. Una fabada. La Fundación tiene que contar con un evento solidario de referencia y creo que debería ser una fabada.

–Sí, sí, muy bien. ¿Pero para cuántos?

Al final fueron un centenar, que se reunieron en un "prau" en Barcelona hace cuatro años. Desde entonces, la cosa no ha parado de crecer. En la última, celebrada en Madrid hace apenas un par de semanas, ya se repartieron sesenta kilos de fabes entre medio millar de comensales. La clave, como ocurre siempre con la fabada, es la calidad del producto y la cocción lenta. Pero la langreana Paula Pérez y su marido Rafael Arnaiz (madrileño vinculado a Asturias) tienen un ingrediente secreto: le echan mucho cariño a la pota. La venta de esas raciones solidarias es una de las fuentes de financiación de la Fundación Inés Arnaiz, una entidad benéfica de carácter asistencial centrada en la atención a familias de niños con cardiopatías. La suya es una fabada hecha con el corazón.

Comensales de una de las fabadas solidarias.

Comensales de una de las fabadas solidarias. / Fundación Inés Arnaiz

La fundación, que se constituyó en 2017, tiene convenios de colaboración con los hospitales Vall d’Hebron y San Juan de Dios, ambos en Barcelona. Se ofrece apoyo a las madres de bebés con cardiopatías y se ponen a disposición de las familias llegadas de fuera pisos de acogida para que puedan quedarse mientras dura la convalecencia de sus hijos. Barcelona es la ciudad en la que residen desde hace años Paula Pérez y Rafael Arnaiz con sus cuatro hijos. La pequeña Inés, nacida en 2013, es la que da nombre a la entidad. "Se constituyó con el objetivo de devolver a la sociedad el beneficio obtenido como consecuencia de los servicios médicos prestados por la sanidad pública y, de modo concreto, por el hospital de la Vall d’Hebrón y su personal técnico y sanitario a nuestra hija menor, nacida con una transposición de grandes vasos, una cardiopatía congénita incompatible con la vida. Recibió atención prenatal y posnatal y fue operada con éxito y reparada de su cardiopatía", explican los fundadores.

Por la izquierda, Pili Acevedo, Rafael Arnaiz y Paula Pérez.

Por la izquierda, Pili Acevedo, Rafael Arnaiz y Paula Pérez. / Fundación Inés Arnaiz

"Cuando conocí el diagnóstico me preparé psicológicamente. Me pusieron en contacto con una madre que había pasado por ello y me quedé con la idea. Que otra persona te cuente su experiencia te descarga muchísimo nivel de ansiedad, de miedos o de preguntas que te haces", relata Paula Pérez, trabajadora social, secretaria de la Fundación y la encargada de facilitar acompañamiento y apoyo a madres embarazadas a las que se ha comunicado un diagnóstico de cardiopatía para su futuro bebé.

Pérez había hecho previamente una labor de voluntariado con madres, pero "ya cuando les iban a dar el alta, cuando había pasado todo el proceso". Por eso pensó en ir un paso por delante y prestar ese apoyo desde que están embarazadas, cuando ya saben que el bebé va a ser intervenido nada más nacer. "Es un apoyo vivencial, desde la experiencia que hemos tenido. A veces la cardiopatía coincide con la que tuvo mi hija y otras veces no. Supone una descarga para las madres, sobre todo cuando son primerizas". Este proyecto se realiza en el hospital San Juan de Dios.

La Fundación Inés Arnaiz también desarrolla la iniciativa "Viviendas con corazón", a través de la que se ofrece alojamiento en Barcelona a aquellas familias que, residiendo habitualmente en otras ciudades, tienen que pasar un tiempo en la ciudad como consecuencia de la hospitalización o tratamiento médico de sus hijos. Los pisos de acogida se ponen a disposición de familias carentes de los recursos económicos precisos para encontrar un alojamiento en el caro mercado barcelonés, explican los promotores de la fundación. Además, el proyecto incluye atención y apoyo a la familia que ocupe la vivienda, tanto de carácter logístico como emocional.

Rafael Arnaiz, con las bolsas con las raciones preparadas

Rafael Arnaiz, con las bolsas con las raciones preparadas / Fundación Inés Arnaiz

"En Barcelona" –señala Paula Pérez– "los precios para las familias que quieran quedarse son una locura, y algunos duermen en el coche, otros en el hospital... Eso puede ser llevadero una semana, pero puede durar meses, porque cada caso es un mundo". Una familia ha llegado a pasar dos años en una de las viviendas al alargarse el tratamiento. "Ninguna familia se queda fuera por el tema económico. Si no puede pagar nada, no paga nada. Y si puede pagar algo, abona un precio simbólico para ayudarnos con el proyecto".

Pisos de acogida

Actualmente hay cuatro pisos y un quinto que está siendo acondicionado para sumarse a la red. Se atiende principalmente a familias de bebés con cardiopatías, pero también de niños con cáncer, prematuros o de cualquier otra patología. La fundación recauda fondos para hacer frente a los gastos de alquiler, acondicionamiento y mantenimiento de las viviendas a través de las personas que deciden hacerse socias o colaborar de forma puntual, a través de la web de la entidad o llamando a un número de teléfono (655 51 44 39). También se venden libretas y material de escritorio. Hasta que llegó la fabada y se sumó como otro cauce más de financiación.

Paula Pérez, en los fogones.

Paula Pérez, en los fogones. / Fundación Inés Arnaiz

La idea fue de Rafael Arnaiz, presidente de la fundación, que estuvo trabajando varios años en Cangas del Narcea. "De allí es también Pili Acevedo, que lleva 20 años en Barcelona y desde la primera fabada cocina conmigo", relata Paula Pérez. Aquella primera fabada organizada en Barcelona en 2019 fue un éxito. Un centenar de personas, muchos de ellos amigos, acudieron a la llamada, y la idea era seguir. Pero llegó el confinamiento por la pandemia y hubo que replantearse el camino. "Empecé a darle vueltas, porque no podíamos quedarnos sin fabada. Como en mi casa hay un patio muy grande, la preparamos allí, pero para que la gente viniera a recogerla y se la llevara a casa. Y lo petamos", señala la langreana afincada en Barcelona, que añade: "Recaudamos más fondos y a partir de aquello ya se convirtió en la fabada solidaria a distancia todos los años".

Paula con el pequeño Gael y Camila.

Paula con el pequeño Gael y Camila. / Fundación Inés Arnaiz

El éxito amplió el menú de comensales hasta Madrid. "Metimos las potas en el coche y nos fuimos a una finca en Guadalajara para hacerla allí y vender en Madrid las raciones, que se acompañan con una botella de sidra. Este año hemos conseguido que nos ayuden con el precio las empresas que nos suministran los productos, Sidra Trabanco, Fabeo con les fabes y Santulaya con el compango. También estamos buscando patrocinadores asturianos para el evento".

Hasta ahora se han organizado cuatro ediciones en Barcelona y dos en Madrid, la última para 470 comensales. "La fabada se ha convertido en un día para compartir, en el que la gente se reúne en casa y nos la pide. Empezó como un encuentro de amigos, pero se va corriendo la voz y ya nos la pide gente que no conocíamos de nada", concluye Paula Pérez. A buen seguro pasará lo mismo en la siguiente edición. Los pucheros ya están listos para la próxima fabada solidaria.

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