A mi aire

Auxilio social

José Manuel Ibáñez

José Manuel Ibáñez

En la postguerra de la contienda incivil de nuestro país, hubo que poner a funcionar una entidad denominada "Auxilio Social" al objeto de intentar paliar la hambruna entre la población, porque prácticamente no había casi nada que llevarse a la boca y para ir parcheando la penosa situación.

Ochenta años después y, en buena lógica, sin llegar a los extremos de la década de los cuarenta e incluso cincuenta del pasado siglo, conocidos como "los años de la fame", parece mentira que sigan existiendo las necesidades más básicas para muchísimas personas que tienen que depender de entidades sociales o benéficas para cubrir sus necesidades.

La mayoría de estas entidades llevan tiempo avisando de que sus estanterías están prácticamente a cero, por lo que han tenido que racionar sus entregas con los consiguientes perjuicios para los demandantes, que en muchos de los casos dependen de sus existencias para comer ellos y los suyos.

Un paseo por el centro con cafeterías y bares atestados donde parece que estamos en una Arcadia feliz, contrastan visiblemente con los desheredados de "la otra orilla", y sin moverse de la zona te encuentras con decenas solicitando limosna y no digamos ya a las puertas de los supermercados o por las mesas de establecimientos.

Resulta obvio decir que algo funciona muy mal en nuestra sociedad, con la premisa de que siempre hubo clases sociales, pero da la impresión de que parte de la considerada clase media se va diluyendo en una escala más baja.

Sea como sea resulta deprimente encontrarte a diario con personas rebuscando entre los contenedores o mendigando unas monedas, o entidades que deben decir no por falta de los recursos más imprescindibles.

También me llama la atención cuando hay recogidas solidarias, las gentes teóricamente más pobres suelen ser las que dentro de sus posibilidades más aportan. Buen ejemplo para los que solo se miran el ombligu fatiando.

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