Bajo el sol de la historia

La Moderna (I). Tres imprentas de Sama en el siglo XX (III)

Julio José Rodríguez

Julio José Rodríguez

Ricardo Sánchez y Artemia Castaño una vez casados fueron a vivir a la llamada casa de los Alberti en Ciaño. En ella nacieron tres de sus hijos. El embarazo del cuarto les obligó a buscar una casa más amplia y llegaron a un acuerdo con los propietarios de la casona palaciega de Los Buelga en Ciaño. El edificio se dividiría en dos partes simétricas, quedando la parte derecha con la capilla, la casa de los guardeses, el molino y el palomar para los propietarios.

La Moderna (I). Tres imprentas de Sama en el siglo XX (III)

La Moderna (I). Tres imprentas de Sama en el siglo XX (III) / Julio-José Rodríguez

Mis tíos y mi madre compartieron juegos con la hija de los dueños, más pequeña, cuando no pasaban a jugar a "La Quintana", la propiedad del alcalde Gil Rodríguez Sánchez, familia de mi abuelo. Ninguno olvidó aquellos felices tiempos que guardaron como un tesoro.

La Moderna (I). Tres imprentas de Sama en el siglo XX (III)

La Moderna (I). Tres imprentas de Sama en el siglo XX (III) / Julio-José Rodríguez

En febrero de 1934 dejaron aquel paraíso para trasladarse a Sama a un amplio piso --unos 160 m2-- situado mismamente encima del negocio.

La Moderna (I). Tres imprentas de Sama en el siglo XX (III)

La Moderna (I). Tres imprentas de Sama en el siglo XX (III) / Julio-José Rodríguez

A comienzos del mes de julio de 1928, en los bajos del número 12 de la calle Schulz en el edificio donde estaba el "Sanatorio Ortiz y Cuervo", se realizaban las obras de acondicionamiento para la apertura de una nueva imprenta.

La Moderna (I). Tres imprentas de Sama en el siglo XX (III)

La Moderna (I). Tres imprentas de Sama en el siglo XX (III) / Julio-José Rodríguez

Ricardo Sánchez Fernández conocido industrial decidió abrir otra imprenta en Sama. Poco o nada le importó que ya existiera una tan importante como Gráficas Langreanas. La competencia sería beneficiosa para Langreo y estaba seguro que con La Moderna el Valle daría un importante paso adelante, al entender que existía mercado potencial suficiente.

Hombre bien relacionado, con experiencia en el mundo de los negocios, antes de abrir esta industria tipográfica, tuvo muy claro que al frente del taller tenía que contar con un profesional de plena confianza y máxima competencia.

La amistad existente entre Ricardo Sánchez y el capataz y político Julián García Muñiz, resultó fundamental para que el primero solventase el problema de quién sería el regente de sus talleres. Una reunión entre ambos y Eulogio Fernández, cuñado de García Muñiz, sirvió para que aquel aceptase la propuesta que se le ofrecía. En dos meses todo quedó encauzado, se solicitaron los permisos de acondicionamiento pertinentes y se compró lo último en maquinaria, chibaletes, tipos de letra y demás elementos necesarios para convertirla en una imprenta de campanillas.

El primer trabajo que salió de "La Moderna" y que conservo en mi archivo fue un programa de mano de las "Ferias y Fiestas de San Lorenzo" de El Puente, las más antiguas de Langreo, que se anunciaban para los días 11,12 y 13 de agosto de 1928. En su reverso podía leerse esta información: "Próxima a terminarse la instalación de este nuevo establecimiento y en condiciones de servir los pedidos urgentes que se nos confíen, nos hacemos cargo de toda clase de trabajos tipográficos para la Industria y el Comercio. También nos dedicaremos a la fabricación de bolsas de papel, sellos de caucho, sobres y todo cuanto tenga relación con la industria papelera".

Otro documento interesante del que disponemos es la copia de la carta que "La Moderna" dirigió a Festejos de Santiago para confeccionar el porfolio de 1929. Lleva fecha de 4 de junio. El presupuesto para mil ejemplares ascendía a 2.500 pesetas y a la directiva, presidida por Faustino Canga, se le enviaron dos plantillas para que eligieran el modelo. La carta concluía: "…como el tiempo apremia, me permito encarecerles la mayor diligencia en la resolución de este asunto, pues no ignorarán que esta clase de trabajos, por su delicadeza y volumen, necesitan tiempo para su realización y la premura sería perjudicial tanto para esa Sociedad como para el prestigio de la casa editora". Desde entonces La Moderna editó muchos años los porfolios santiaguinos.

La imprenta La Moderna desde su inauguración fue la alternativa, durante 14 meses, a Gráficas Langreanas. Transcurrido ese tiempo se convirtió en la más importante de todo el Valle del Nalón, tras adquirir a su competidora.

La noticia de la compraventa fue dada a conocer en un tarjetón, en el que además se anunciaba que un representante de La Moderna pasaría a visitar a sus clientes con el nuevo catálogo, Así se reflejó textualmente: "…debido a la adquisición de la Casa que con el nombre de Gráficas Langreanas funcionaba en esta plaza y a las grandes reformas introducidas, podemos competir con las casas más adelantadas de la provincia". En el Langreo de aquel tiempo esta absorción debió ser acogida con gran asombro. Hoy queda ya como dato para la historia de las imprentas en el Valle del Nalón. Cuando envió el tarjetón La Moderna, ya ocupaba los locales que hasta entonces habían sido los de Gráficas Langreanas en Dorado, 19.

Que hubo leal competencia entre la imprenta de Hipólito G. Argüelles y la de Ricardo Sánchez resultó tan evidente como que, entre los dos empresarios no existió tirantez ni roce alguno. De no haber sido así la operación habría resultado casi imposible, como tampoco yo hubiera podido escuchar en casa el testimonio oral de simpatía y aprecio con que mi abuela, mi madre y mis tíos, se refirieron siempre a Hipólito G. Argüelles.

En La Moderna va a editarse una revista literaria, "Orbayo", que, dirigida por Ovidio Gondi, y con sólo tres números, se ha convertido en mítica. En ella colaboraron entre otros Pedro Salinas, Benjamín Jarnés, Juan A. Cabezas o Silvio Itálico. La revista goza aún hoy de notoriedad y prestigio. Revista, autor y Ateneo Popular de Langreo, aparecen en el magnífico "Diccionario de las vanguardias en España. 1907-1936" de Juan Manuel Bonet. La pregunta es ¿Cuántos la han leído o tenido en sus manos? Sinceramente, sólo la conozco de referencias.

Entre la correspondencia que conservo hay dos cartas cruzadas entre Alfredo G. de la Torre, propietario de la Imprenta Latorre de La Felguera y Ricardo Sánchez de "La Moderna". Aquél escribió el 16 de junio de 1930, una ácida carta que tuvo fulminante respuesta el día 17: "Si el motivo ha sido haber admitido en mi taller a un operario procedente de esa Casa, no veo que esto pueda causar su enojo y menos suscitar una ruptura de relaciones comerciales. El operario en cuestión ha solicitado trabajo aquí y se le dio porque lo había". Así zanjó la cuestión.

La estela que va dejando la vida cuando todo va bien, de repente, el meteorito del infortunio hace que todo salte por los aires. Ya nada volverá a ser igual. El tipógrafo Eulogio Fernández Lavín –y no Lavío como apareció en la esquela publicada en "El Noroeste"– falleció el 27 de septiembre de 1930 a los cuarenta y cuatro años. Estaba casado con Concha García hermana de Julián G. Muñiz, padre de cuatro hijos y una hija, dos de ellos, Olegario y Teo, trabajadores de La Moderna.

El domingo 28, Antonio Muñoz en "El Noroeste" escribió: "A hombros de íntimos amigos del finado, fue llevado el féretro desde la casa mortuoria al cementerio. Presidió el duelo Ricardo Sánchez, el socio industrial del fallecido y dueño de la Imprenta La Moderna, que con tanto acierto regentaba el finado". Llevó tres coronas: de sus compañeros de la imprenta La Moderna, de La Montera y de la Banda Música. Calificó el acto de "imponente". Fue una muerte muy sentida en el domicilio de Ricardo Sánchez y Artemia Castaño e hijos.

El cargo de regente, poco tiempo después, pasó a ocuparlo otro buen profesional, Alejandro Ballesteros que será quien concluya el trabajo proyectado, e incluso iniciado, por el siempre recordado Eulogio Fernández.

A finales de diciembre de 1930 "La Moderna" editó un libro que obtuvo gran reconocimiento: "La Industria hullera. Su origen y desarrollo", de Julián G. Muñiz, con prólogo del abogado José Loredo Aparicio. La tirada fue de 1.000 ejemplares y su importe 2.100 pesetas. La factura del libro llevaba el número 164 y se emitió a nombre de la "Junta de Defensa Hullera" y fue pasada al cobro el 31 de marzo de 1930.

En carta timbrada de José María González de La Felguera, dirigida a Ricardo Sánchez, con fecha 27 de febrero, le informaba del envío de orden de abono al Banco para que le fuese ingresada la cantidad de 1.300 pesetas, a cuenta del importe de los trabajos de edición del libro. También le notificó que Duro ya había recibido 10 ejemplares, cuyo importe le sería igualmente abonado.

La financiación de "La Industria Hullera" corrió a cargo de "La Junta de Defensa Hullera y de la empresa Duro Felguera, aunque la factura se pasase en su totalidad a la Junta. El autor retiró 94 libros alguno de los cuales dejó constancia a qué personas estaban destinados: Loredo Aparicio, Antonio Lucio Villegas, Alfonso Camín, Cámara Minera; Capataces de Sama, 4; Carbones Asturianos, 2; Ateneo de Mieres, 7; Carbones de La Nueva, 2, y para la Prensa, 8, entre otros.

En la próxima entrega se abordarán, con documentos inéditos, las vicisitudes por las que papelería e imprenta tuvieron que pasar durante los años de la guerra y la posguerra. Y de ahí, hasta llegar a su cierre por jubilación en la década de los 80 del siglo pasado.

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