Un alcalde, un amigo

Darío Díaz Álvarez

Darío Díaz Álvarez

En un spot publicitario de la etapa de la Transición preguntaban a varios ciudadanos si conocían a Adolfo Suárez (en aquel momento presidente del Gobierno) y un vecino de Cebreros (Ávila), pueblo del fundador de UCD, contestaba: "Sí, hombre, jugué con él al fútbol". Yo también jugué con Aníbal, siendo unos adolescentes en unos campeonatos que celebrábamos los guajes de San Pedro y alrededores en el terreno que, por entonces, había delante de Talleres Condor, al lado del Tocote.

"Grandes torneos" en los que las porterías eran dos piedras y el balón había que llevalu de casa. Ya de mayores coincidimos en varios sitios: en la incipiente Asociación de Vecinos de San Pedro, en Amigos de Mieres, en el Sindicato, en el Partido y, como no, también en los bares.

En estos últimos años lo veía a menudo porque somos vecinos de calle, pero me queda en la memoria que, poco antes del verano, nos vimos en una cafetería y, conscientes de que no tocaba hablar de temas municipales, hicimos un repaso de lo que era Mieres cuando éramos jóvenes y lo que es hoy, de lo mal que va el mundo y cómo lo arreglaríamos; en definitiva, de lo divino y de lo humano. De esto último Aníbal era catedrático y estoy convencido que no hay mierense –y de otras latitudes– que no lo corrobore, pero yo aquí quiero reivindicar al Aníbal que trasladó, como minero, un proyecto y una gestión a un municipio en claro declive, una dosis de gestión, seguramente en parte aprendida por esa universidad de la vida que es la actividad ciudadana, que supuso un claro "input" para dotar a este concejo y a esta Corporación esa porción de entusiasmo y de hacer las cosas bien, con el apoyo obviamente de unos buenos concejales.

Aníbal, me dijiste la última vez que nos vimos en el Ayuntamiento: "Seguimos siendo amigos, seguimos siendo camaradas, pues…eso".

PD: Mi más sentido pésame a su familia directa y, como no, a su familia política, que le echará mucho de menos.

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