El Sporting ya puede caminar con la cabeza alta y presumir de que ha entrado a formar parte del “fúrgol” de laboratorio. Ese en el que las barreras acaban con un jugador tumbado a la larga a los pies de sus compañeros o con el lateral presentando las credenciales de artista circense para poder botar un saque de banda como exigen los cánones: dando una voltereta.
Ahora se ha puesto de moda cambiar al portero para la tanda de penaltis. Ahí está Joel Jiménez, al que Gallego dio la alternativa ante el Cádiz para que demostrara que uno de sus fuertes está en ser imbatible desde los once metros. Ahora queda por ver si al chaval, al que muchos auguran un brillante futuro, le van a dar minutos de juego efectivo en el fútbol profesional o todo se va a quedar en la gran anécdota de la eliminación de Copa ante los gaditanos.
Por lo demás, y tras el amargo dulce copero, el Sporting regresa a la vida cotidiana, esa en la que lo único que cuenta es la Liga. Y en ese aspecto a los gijoneses les queda mucho por hacer.
En la casa azul se aceleran las gestiones para contratar a este y retener a aquel. Lo normal a estas alturas del año en el “fúrgol”. Ya saben, las cosas del “calciomercato” en el que unos traen, otros llevan, unos cuecen y otros se enriquecen.
Mientras, a 28 kilómetros, la semana contemplativa por eso de la suspensión del campeonato para dejar que Rubiales y los suyos facturen en Arabia gracias a la Supercopa llega a su final. En la casa azul se aceleran las gestiones para contratar a este y retener a aquel. Lo normal a estas alturas del año en el “fúrgol”. Ya saben, las cosas del “calciomercato” en el que unos traen, otros llevan, unos cuecen y otros se enriquecen.