Tristeza que lleva al disgusto

Alberto Menéndez

Alberto Menéndez

El actual Oviedo es un equipo triste, que no parece dar para más, y que si no logra reaccionar algo, dar aunque sea una pequeño paso al frente en los próximos partidos, puede acabar metiéndose en un lío aún más gordo de aquel en el que ya se encuentra. Es una tristeza la de los jugadores azules que lleva al disgusto de la afición, cansada ya no solo de los malos resultados sino, sobre todo, del aburrimiento en que se han convertido los encuentros del conjunto dirigido por Cervera, tanto en casa como fuera.

Sí, ciertamente ayer el Oviedo contuvo al Tenerife, que no llegó a disparar en ninguna ocasión a la puerta defendida por Braat, pero solo con eso no basta. A los carbayones les cuesta un mundo marcar un gol, y esa es la esencia del fútbol, aunque el entrenador azul no parece que lo tenga tan claro. Que los oviedistas no hayan marcado más de un gol en ninguno de los encuentros de lo que va de Liga dice mucho de lo que es el equipo de la capital del Principado: un conjunto pesaroso, mohíno. Y eso que cuenta con uno de los máximos goleadores de la pasada campaña, Borja Bastón. Pero, claro, para que marque, lo primero que hay que hacer es darle al menos algún balón para que lo intente. Los canteranos Lucas, Bretones y Viti fueron los grandes animadores del Oviedo anoche en el Tartiere ante el Tenerife. Fueron los que más ganas pusieron y también los que más arriesgaron, valentía de la que tan necesitados andan los azules. Los de El Requexón pusieron todo de su parte. No se les puede pedir más: llegan hasta donde llegan.

El primer tiempo del Oviedo-Tenerife fue de gran igualdad, con reparto de errores, con muchas imprecisiones por ambas partes. Oportunidades de gol, algunas en los primeros veinte minutos, sobre todo una de Borja Bastón, que paró el meta visitante. Luego, poco juego y mucha disciplina por parte y parte, más pensando en no encajar que en imponer un ritmo que permitiese a alguno de los dos conjuntos originar peligro en el área rival.

En estos primeros 45 minutos el Oviedo volvió a carecer (como ya es habitual esta temporada) de jugadores capaces de romper las líneas defensivas contrarias con algún pase imaginativo. El centro del campo, de nuevo, estaba pensado más para destruir que para crear. Incluso Hugo Rama se desgastó más en tareas defensivas que en mostrar algún atisbo de calidad, circunscribiendo sus presuntos toques de calidad solo a las jugadas a balón parado. Borja Sánchez ahí sigue, sin contar apenas con minutos. Lo de la imaginación no es algo que afecte solo a los jugadores. Al entrenador oviedista también se le debe exigir. Dice que lo suyo es ordenar el equipo. Sí, por supuesto, esa es su tarea. Pero no solo esa.

Debe buscar soluciones a la actual mala situación del equipo. Claro que hay jugadores que pueden dar más de sí, como señala. Pero, ¿por qué no lo hacen? Ese es el problema que debe arreglar Cervera. Al menos intentarlo. Sin embargo, no se ve que busque alternativas, cosas distintas. No es necesaria una revolución, pero sí cambios. Al menos, eso es lo que parece desde fuera y lo que reclaman los aficionados azules.

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