Opinión | Fútbol es fútbol

Gladiadores, pulgares y mujeres de cine

Sobre Vinicius y los jóvenes talentos del Barcelona

1. Gladiador sin ira. Ya sabemos que Vinicius Jr. no es Martin Luther King teniendo un sueño, ni Rosa Parks negándose a ceder su asiento en un autobús, ni John Carlos y Tommie Smith alzando sus puños con guantes negros en unos Juegos Olímpicos. Vinicius es un futbolista que impide que los defensas se duerman, que quiere tener un asiento en la mesa de los grandes jugadores y que levanta el puño para celebrar sus goles, y también un delantero que tiene que soportar horribles insultos por parte de ignorantes con entrada. Todos sabemos que a Vinicius le sobra calidad, pero alguien debería susurrar al oído del futbolista brasileño lo que le falta: tranquilidad. Ese alguien podría ser Séneca, que decía que nadie es grande si no es al mismo tiempo tranquilo. Los gladiadores, decía el filósofo de Córdoba, están protegidos por la destreza, pero se quedan indefensos por la ira. El gladiador Vinicius está protegido por su destreza, pero su ira ante los árbitros, rivales, aficiones y esos pequeños detalles que siempre aparecen en los partidos de élite le dejan indefenso y, con el tiempo y sin tranquilidad, será pasto de las tarjetas rojas y miembro del club de los futbolistas que fueron grandes pero no pudieron ser legendarios.

2. El pulgar y los lirios del campo. El gran Issac Newton decía que, a falta de otra cosa, el dedo pulgar por sí solo le convencería de la existencia de Dios. Nada de argumento ontológico de san Anselmo o las cinco pruebas de la existencia de Dios desarrolladas por santo Tomás de Aquino. El dedo pulgar. Como Newton, los culés pueden decir que, a falta de otra cosa, Pau Cubarsí por sí solo les convence de la existencia de la Masía, es decir, de la existencia de un dios del fútbol que provee al equipo de futbolistas extraordinarios en tiempos de ruina económica. Los lirios del campo crecen pero no trabajan ni hilan, y ni Salomón con toda su gloria vistió como uno de ellos. Los jóvenes futbolistas del Barça crecen pero no surgen del trabajo de fichajes absurdos como los de Coutinho, Dembélé o Griezmann, sino la mano del dios de la Masía. Cuando los renglones del fútbol se tuercen, llega el momento de acordarse del pulgar y de creer en Dios. Ya veremos qué ocurre si algún día vuelve a haber dinero en las arcas del Barça. ¿Quién se acordará entonces del pulgar, de los lirios del campo y de la Masía?

3. Grace, Marion y Holly. La vida se ve de otra manera desde la altura de la clasificación para los cuartos de final de la Liga de Campeones. No hablo del Real Madrid, un equipo que se mueve por la Liga de Campeones con la elegancia y naturalidad con la que Grace Kelly se movía por las películas o por Mónaco, sino del Atlético de Madrid y del Barça. El Atlético es como Marion Crane en "Psicosis", que se ha fugado con 40.000 dólares y se propone iniciar una nueva vida, y el Barça es como Holly Golightly en "Desayuno con diamantes" con su vestido negro de Givenchy, un cruasán y un café delante del escaparate de la joyería Tiffany & Co. El Real Madrid se comporta como una reina del cine y princesa de Mónaco, pero el Atlético de Madrid no piensa en que la madre de Norman Bates puede acuchillar al equipo en los cuartos de final y el Barça sueña con entrar en Tiffany y tocar la Copa de Europa. Grace, Marion y Holly están en cuartos de final y la vida es bella, pero no es lo mismo vivir en Mónaco que ducharse en un motel o desayunar delante del escaparate de una joyería. Y, sin embargo, la vida y el fútbol pueden dar muchas vueltas. Mónaco puede convertirse en una república, una ducha en un motel puede tener un final feliz y la chica que mira un escaparate puede pasar a ser mirada. Los cuartos de final de la Liga de Campeones serán de cine.

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