Los sindicatos no tenían ayer el cuerpo para gaitas. La tradicional banda de música asturiana, que por lo general, encabeza las manifestaciones del Primero de Mayo en la región anunciando el paso de los sindicalistas, fue sustituida en Avilés por una charanga, de nombre "Casa Pin", que impuso un ritmo algo más comercial, ligero y festivo. Tan fiestero que la última canción antes de que los sindicalistas se pusieran serios en la tribuna de la plaza del Ayuntamiento avilesino fue "Mi gran noche" de Raphael. "Estábamos un poco cansados de gaitas", reconocía uno de los organizadores. Pero el cuerpo sí les pide marcha, y el misterio que habrá (como dice la canción) podrían ser nuevas movilizaciones a no muy tardar si no se hacen oír. No aclararon a qué ritmo.

El cambio musical fue solo una anécdota, pero dejaba claro que el de ayer no fue un Primero de Mayo más. Era un día de bienvenidas y también, de despedidas. Fue el primero en la tribuna para el nuevo líder de UGT, Javier Fernández Lanero, donde se mostró muy vehemente y crítico. La despedida la protagonizó Antonio Pino, líder de CC OO. El sindicalista fue muy austero en su adiós. Solo al final de su discurso agradeció a los suyos su apoyo. No hubo muchos más alardes, ni tampoco referencias a los dos candidatos que esta semana lucharán por su despacho en CC OO: José Manuel Zapico, que iba en la marcha con sus hijos y marcando distancia con el avilesino José María González Pacios, que jugaba en casa.

Entre los manifestantes se dio protagonismo a otros personajes. Trump y Merkel fueron, sin saberlo, actores principales de los cánticos y las iras a pie de calle.

En definitiva, el de ayer fue el primer y el último Primero de Mayo que Pino y Lanero compartieron tribuna. Y CC OO cambió las tradicionales gorras rojas que otros años repartía por unas negras, de corte algo más moderno. Fueron un éxito.