TRIBUNA

Panorama internacional y perspectivas para la economía española en 2023 y 2024

Mario García Cueto, CEO de Aserta España

Mario García Cueto, CEO de Aserta España

Mario García Cueto, CEO de Aserta España

Acabado ya el primer semestre de este año 2023 resulta conveniente reflexionar sobre la situación de la economía global y española, así como respecto a las perspectivas para su evolución en el medio plazo.

La actividad económica global mostró un mayor dinamismo en el comienzo de este año 2023, gracias a que se diluyeron varios de los cuellos de botella que limitaron su progresión durante el año anterior, fundamentalmente las tensiones en las cadenas globales de valor y el fuerte incremento de los precios energéticos. Mientras que en el segundo trimestre de este año, su avance se ha ralentizado, especialmente en Europa. De forma que las previsiones de crecimiento de la economía global en 2023 siguen apuntando a una clara desaceleración con respecto a 2022, aunque su comportamiento sea mejor que el estimado inicialmente.

Además, las previsiones siguen sometidas a un elevado nivel de incertidumbre relacionada, entre otros, con la persistencia en el tiempo de la inflación, así como con el efecto que está teniendo el actual ciclo de subida de tipos de interés sobre el crecimiento.

Asimismo, la economía mundial se enfrenta a importantes transformaciones transversales que están suponiendo retos de gran magnitud, de las cuales también se pueden derivar oportunidades. Destacan los cambios geopolíticos y su impacto sobre los flujos de comercio e inversión internacionales, en forma de una desaceleración de la globalización. Es el caso de los efectos que produce la fuerte rivalidad que mantienen Estados Unidos y China. Pero surgen al mismo tiempo oportunidades que derivan, por ejemplo, de la búsqueda de las ventajas que conlleva una producción situada más cercana geográficamente.

Entre las citadas transformaciones que están moldeando la economía global sobresalen también la lucha contra el cambio climático y el proceso de transición energética, que están siendo fuente de una elevada actividad económica y están atrayendo importantes inversiones. Así como la transformación digital y la rápida generalización de tecnologías como la Inteligencia Artificial, que afecta especialmente en este caso a los servicios, sector que representa un porcentaje muy elevado de la economía. Y, por último, el envejecimiento de la población y la presión que ejerce sobre los sistemas de seguridad social y de atención médica pública.

En este escenario, en Europa, la zona del euro sigue resistiendo mejor de lo esperado, a pesar de la leve recesión técnica registrada al comienzo del año. Sin embargo, existe una fuerte divergencia en el crecimiento económico entre los países, destacando particularmente este año la peor situación en Alemania, donde su industria se está viendo muy afectada por el cambio del estatus quo energético y la guerra de Ucrania. Estas divergencias se repiten también en la evolución de precios en los distintos países europeos, añadiendo mayor dificultad al papel del BCE.

El endurecimiento de las condiciones de financiación en la eurozona, debido a la política monetaria restrictiva, ha llevado a un encarecimiento y a una mayor rigidez en los criterios de concesión de crédito para el sector privado. Se vislumbra además un escenario donde la institución monetaria europea tiene aún recorrido para aumentar los tipos de interés, lo que llevará a que sigan incrementándose los costes de financiación y afectando en mayor medida a la economía real, en términos de menor consumo e inversión. En este contexto internacional, la economía española aceleró su crecimiento durante el primer semestre de este año 2023, recuperando finalmente sus niveles de PIB de prepandemia, pero con una importante brecha temporal respecto a la media europea. Además, el ritmo de expansión de la economía española ha sido menor entre abril y junio que durante los tres primeros meses del año, y con señales divergentes, siendo menos positivas las procedentes del sector industrial.

Sobresale de forma especialmente positiva la contribución del sector exterior, que se ha mantenido hasta el primer trimestre del año como una de las principales fortalezas de la economía española. Así, el sector exterior ha sostenido el crecimiento económico y ha posibilitado también una relevante capacidad de financiación respecto al resto del mundo, impulsado fundamentalmente por el dinamismo del sector turístico y con una contribución también positiva de los fondos NGEU. No obstante, y dada los peores datos cosechados en términos de exportaciones de bienes y servicios en el segundo trimestre de 2023, están emergiendo dudas razonables sobre el impacto que el complejo panorama económico europeo tendrá en la capacidad del sector exterior español para seguir impulsando la economía en el medio plazo.

Por el contrario, en sentido negativo y en cuanto al impacto que está teniendo sobre la evolución de la actividad económica española, destaca el efecto del aumento de los costes de financiación sobre la demanda interna, especialmente sobre el consumo, y afectando también por el lado de la demanda sobre el mercado inmobiliario. No obstante, no esperamos una corrección brusca de este último debido a que su estructura y su evolución en estos años pasados no ha acumulado desequilibrios significativos.

En este panorama, el consenso de los economistas prevé una desaceleración del crecimiento económico, debido al menor consumo de los hogares que el año pasado en el contexto de aumento de los costes de financiación y aun contando con el dinamismo del sector exterior. Si bien el Banco de España (BdE) ha corregido recientemente al alza sus previsiones de crecimiento del PIB en 2023, hasta el 2,3%, por la revisión de los datos realizada por el INE. Para 2024, estima todavía un crecimiento del PIB del 2,2%. Las presiones inflacionistas se mantendrán elevadas durante el resto del año 2023 y 2024, aunque con menor intensidad que en 2022. Así, el BdE prevé un crecimiento medio anual del IPC del 3,2% en 2023 y del 3,6% en 2024.

Con estas previsiones, en la actualidad se plantea un intenso debate relativo a la sostenibilidad del crecimiento de la economía española. Este gira en torno a si el impacto de la subida de los tipos de interés, junto con el complejo contexto internacional, propiciará que el crecimiento vaya diluyéndose, pudiendo acercarse incluso a territorio negativo. O si, por el contrario, la economía española logrará mantener en el medio plazo una relativa fortaleza del empleo y esta será capaz de sostener el crecimiento económico, aunque a un ritmo en torno al potencial y con un nivel de paro aún elevado.

El escenario central que manejamos por el momento es el segundo, pero aun en este escenario el nivel de crecimiento se mostraría insuficiente para afrontar los retos y desequilibrios que presenta la economía española, poniéndose de manifiesto la necesidad de adoptar un sólido conjunto de reformas. Además, la vuelta a una senda de consolidación fiscal será de nuevo requerida por Europa, en el actual contexto de regreso y reforma de las reglas fiscales de la UE.

No obstante, los frágiles equilibrios parlamentarios surgidos de las elecciones generales del pasado 23 de julio, arrojan lógicas dudas sobre la orientación de la política económica durante la próxima legislatura y dificultan que se puedan abordar las importantes reformas necesarias, que, de no llevarse a cabo, implicarán un coste elevado en términos económicos en el medio y largo plazo.