Fallece Gerónimo Lozano, uno de los fundadores de la Politécnica: “Llenaba sus clases”

“Era riguroso y muy justo”, aseguran los exalumnos del catedrático, ingeniero aeronáutico y arquitecto técnico

Gerónimo Lozano, en Fomento. | I. R.

Gerónimo Lozano, en Fomento. | I. R. / C. M. Basteiro

“Llenaba la clase”. Tres palabras con las que siempre recordarán sus alumnos al catedrático de Ingeniería de la Construcción en la Universidad de Oviedo Gerónimo Lozano, fallecido ayer a los 88 años. Ingeniero aeronáutico y arquitecto técnico, fue uno de los fundadores de la actual Escuela Politécnica de Ingeniería (EPI) de Gijón, además de autor de catorce patentes. Respetado profesor, admirado compañero y querido por muchos amigos, era miembro de la peña gastronómica Puente de Mando, que le homenajeó en 2015. Y guardaba un secreto que pocos sabían en las aulas: en las distancias cortas, era un bromista.

“Quien le haya conocido de verdad, le recordará siempre con una sonrisa”. Lo dice Alfonso Canteli, catedrático de Mecánica de los Medios Continuos ya jubilado y exdirector de la EPI. “Era un gran comunicador, tanto en las aulas como fuera. Cuando llegué a la Escuela, prácticamente fui recibido por él”, señala. Defensor “a ultranza” de la Escuela Técnica Superior de Ingenieros Industriales de Gijón, luchó junto a Luis Ortiz por que se levantara el que hoy es el edificio polivalente de la EPI. “Era, además de un excelente docente, un gran profesional”, apunta el catedrático de Expresión Gráfica en la Ingeniería de la Universidad de Oviedo, Gonzalo Morís.

Gerónimo Lozano combinó su labor docente con trabajos por cuenta ajena –en conocidas empresas de Gijón– y también por cuenta propia. “Era infatigable, de verdad creía en su trabajo y respetaba el de los demás. Personal y profesionalmente, solo tengo buenas palabras para recordarlo”, añade Morís.

También opinan eso sus exalumnos. Afirma el actual director de la Escuela Politécnica de Ingeniería, Juan Carlos Campo, que Gerónimo Lozano “era de esos profesores que recuerdas siempre”. Le dio clase de diseño técnico –ahora expresión gráfica en la ingeniería– en primero de carrera. “Llenaba la clase. Era de esos profesores con los que te sientes pequeño, aunque ellos no lo quieran, porque realmente tenía un amplio conocimiento. Te hacía querer crecer y aprender más todavía”, explica Campo. Y añade: “Es una pérdida para la comunidad universitaria. Le estaremos eternamente agradecidos por toda su lucha”. “Fue uno de los fundadores de la EPI y no lo olvidaremos nunca”, apunta el actual director de la Escuela Politécnica.

Otro que se sentó a aprender de él fue Hilario López, director de la EPI entre 2008 y 2014. “Era un profesor muy querido. Porque era estricto, pero muy justo”, cuenta. “Cuando tienes un profesor que es riguroso, que exige un esfuerzo y con el que ves resultados, te sientes bien como alumno. Te sientes valorado, era exactamente como nos hacía sentir”, apunta López, emocionado tras conocer la noticia del fallecimiento de Lozano.

Poco después de que Hilario López llegara a la dirección de la EPI, Gerónimo Lozano se jubiló. Tenía entonces setenta años: “Después volvimos a coincidir y le conocí de una forma más personal y ya no como docente”, explica López. Gerónimo Lozano fue uno de los impulsores de la instalación del busto de Luis Ortiz en la recepción del edificio polivalente de la Escuela Politécnica. “Estuvo en todas las reuniones, habló con la familia, se implicó mucho. Recuerdo que estaba muy emocionado el día de la inauguración”, señala.

Gerónimo Lozano era natural de Extremadura, aunque se trasladó a Gijón siendo muy joven. Deja mujer, Sonsoles Martínez-Luengas; y tres hijos, Alfonso, Íñigo y Pablo Lozano Martínez-Luengas. Tenía cinco nietos. Era querido en casa y fuera. En el año 2015, fue homenajeado por la peña Puente de Mando, que preside Fernando de la Hoz Elices. En 2007, poco antes de su jubilación, fue nombrado Académico de Honor en la Real Academia de Medicina del Principado de Asturias por su amplio conocimiento en la “patología de la edificación”. Explicaron desde la entidad que, como profesional en “edificios enfermos”, seguía una metodología muy similar a la médica.

Fue muy feliz el día que le comunicaron que sería homenajeado por la peña Puente de Mando, de la que fue miembro muchos años. En 2014, el colectivo gijonés le regaló un sentido reconocimiento por su trayectoria personal y profesional. Gerónimo Lozano, que tanto cariño se lleva, tendrá hoy su último adiós. El funeral por su eterno descanso será a las 13.00 horas en la iglesia parroquial de San Julián de Somió.