Marina Civil sale a flote: así son las prácticas de supervivencia de los alumnos en el mar

Los estudiantes de la escuela realizan en aguas del puerto deportivo ensayos para una asignatura: "Son de vital importancia"

Nel Oliveira

Mientras los alumnos de segundo curso de la Escuela Superior de la Marina Civil realizan sus prácticas de la asignatura Seguridad del Buque en el puerto deportivo de Gijón, los paseantes se arremolinan desde las barandillas para contemplar qué está sucediendo. Se ven bengalas, botes de humo, personas chapoteando y una balsa salvavidas. Hasta quince estudiantes, a las órdenes de dos profesores, se están formando en técnicas básicas de supervivencia en alta mar. Una formación que, dicen, "ojalá nunca" tengan que poner en práctica.

"Es una asignatura vital a la que siempre damos la importancia que se merece", explica Rubén González, director de la Escuela, mientras supervisa desde tierra los ejercicios. Y es que, para superar la materia, además de la parte teórica, los estudiantes también tienen que sacar adelante estas prácticas en mojado. Un aprobado que también lleva consigo un certificado de formación básica, obligatorio para embarcar en cualquier buque. Se trata de una práctica de seis horas, previa instrucción teórica en las aulas del centro, en el campus gijonés. Una asignatura en las que también se trata –en otras prácticas– la lucha contra incendios (además de recibir formación para la extinción de fuegos en sólidos, los alumnos practican sobre líquidos derivados del petróleo o en instalaciones de gas).

El desplazado hasta el puerto deportivo fue el segundo grupo de prácticas de esta asignatura de Seguridad del Buque, que engloba a estudiantes tanto del grado en Marina como del grado en Náutica y Transporte Marítimo. Para muchos fue la primera toma de contacto con los materiales de supervivencia. "Cuando estás en el agua sientes un poco de agobio porque realmente nunca sabes lo que te puedes encontrar", comenta la joven Laura Nuria Lista, recién salida del Cantábrico con su neopreno. Por su parte, Inés García, otra de las estudiantes, considera especialmente importante las instrucciones recibidas sobre el rescate de un náufrago: "Que se caiga una persona del buque es una situación que se podría dar y para la que es importante saber actuar con rapidez y precisión". Una visión compartida por Veredicta Abadín y Ana Iglesias. "Queremos que nunca pase nada, pero muchas veces ocurre un imprevisto y hay que saber aplicar estos conocimientos", comenta Iglesias.

Los dos profesores que se encuentran a cargo de los alumnos de prácticas cuentan con amplia experiencia. Son Marlene Bartolomé y Ángel del Reguero. Entre sus competencias está que los alumnos aprendan a realizar un correcto despliegue de la lancha salvavidas, aprender a maniobrar con ella y saber mantenerla en seco en todo momento. "Incluso si se inflara del revés tendrían que ser capaces de darle la vuelta dentro del agua", explica la docente. Además, los alumnos tienen que ser capaces de utilizar los botes de humo y hacer un correcto lanzamiento de bengalas para llamar la atención de otras embarcaciones cercanas y que los teóricamente afectados pudieran ser rescatados. "Lo que no lanzamos en estas prácticas son los cohetes lanza bengalas. Llegarían a una altura de 200 metros de altura y duraría 40 segundos con el doble de visibilidad que una bengala normal. Se aprecia, en la noche, hasta a doce millas de distancia", desarrolla Del Reguero.

Los estudiantes deben también aprender a ponerse el traje salvavidas en dos minutos desde que lo sacan de la bolsa y el chaleco, en menos de un minuto. Todo eso lo practicaron en el puerto deportivo. "Tienen que saber utilizar el equipo de rescate que va en la balsa, además de supervisar que está al completo", incide el profesor. Entre la formación que recibieron estuvo la realización de varias agrupaciones para la supervivencia en caso de abandono del buque: las llamadas "rosa", "rosa invertida" y "flecha". La primera, un círculo con los pies en el centro, para auxiliar a posibles náufragos y mantener el calor. La segunda, igual, pero con los pies hacia afuera y chapoteando para llamar la atención. La última, en línea, unidos por piernas y hombros para poder desplazarse todos en conjunto. Tres maniobras básicas en el sano arte de la supervivencia.

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