Entrevista | Francisco Prado Alberdi Cofundador de CC OO, presenta hoy un documental

"Leer críticas a lo que piensas vacuna contra cualquier totalitarismo"

"La izquierda siempre fue plural, pero me preocupa la división si se es incapaz de mantener una unidad dentro de esa pluralidad"

Francisco Prado Alberdi, ayer, en El Cerillero. | Naiara Pilo

Francisco Prado Alberdi, ayer, en El Cerillero. | Naiara Pilo / Pablo Palomo

Pablo Palomo

Pablo Palomo

Represaliado por el franquismo y cofundador de Comisiones Obreras en España, Francisco Prado Alberdi es un histórico del sindicalismo en la ciudad y en todo el país. Presenta hoy a las 19.00 horas, en el Centro Municipal Integrado Pumarín Sur, un documental sobre su trayectoria. Se titula "Aguanta Pipas, obrero consciente en dictadura y democracia". Está dirigido por el historiador Rubén Vega.

–¿Por qué el documental?

–Es una conversación entre Rubén Vega y yo. Hablamos casi ocho horas y él luego editó para resumir. No sé lo que dura porque no lo he visto aún. Se centra en mi trayectoria, la niñez, la toma de conciencia obrera...

–¿Dónde tomó conciencia?

–No fue en la familia como pasa con mucha gente en Asturias, sobre todo en las Cuencas. Fue en el trabajo. Empecé muy joven, con 13 años recién cumplidos. Probé la explotación y el abuso laboral, el de los mayores sobre los pequeños. El elemento clave para mí fue el cristianismo.

–¿Cómo?

–Pertenecí a la Juventud Obrera Cristiana (JOC). Adquirí ahí la conciencia de trabajador y el orgullo de clase. Eso derivó a otro compromiso hacia el comunismo porque en la JOC chocamos con la Iglesia.

–¿Cuál ha sido la evolución de su pensamiento?

–De aquella la JOC era un fenómeno muy diferente al resto de la Iglesia. Pertenecíamos a la Internacional de la JOC, con sede en Bruselas, e íbamos al margen de la iglesia oficial. Eso nos llevó a enfrentamientos con la jerarquía y a tener muchos problemas. La mayoría acabamos derivando hacia el comunismo. Fue donde más acogimiento encontramos a nuestros pensamientos. Mi evolución es de compromiso político e ideológico. Empiezo a leer otras cosas. A concienciarme más con el marxismo.

–¿Qué lecturas diría que le influyeron?

–Muchas. Soy un lector voraz y de aquella más todavía. En mi etapa cristiana la que me produjo el cambio a no ver esta religión como la única opción fue "El Fenómeno Humano" de Pierre Teilhard de Chardin. Era un jesuita científico que trataba de cuadrar su evolucionismo con el cristianismo. Aunque trató ese casamiento a mí a lo que me llevó fue a separarme.

–¿Alguna más?

–Muchas, muchas. Fui evolucionando más. Metí mucho del tema del marxismo. De aquella conseguir libros sobre esta ideología era complicado. No se encontraban fácilmente. Luego fui crítico con algunas cosas del marxismo. Siempre fui un heterodoxo en todos los sitios en los que estuve. Incluso estando en el Partido Comunista era una persona autocrítica y no conformista.

–Dicho en cristiano, y nunca mejor dicho, fue el raro.

–Sí, sí, (ríe). Eso fue así. Quizás fue por mi afición lectora. Eso me llevaba a leer de todo. Sin poner límites. Eso lógicamente me hacía ser muy autocrítico.

–¿Qué libro que haya leído quizás haya sido el que más en las antípodas estuvo de usted?

–Hombre, las antípodas no me atraen mucho. Leí de todo, siempre que fueran cosas serias. Es decir, que no fueran un anticomunismo visceral y absurdo. Mira, un libro que recuerdo que para mí fue muy importante fue "La Confesión" de Arthur London. London fue un comunista que estuvo luchando en España y que luego sufrió la represión del estalinismo.

–¿Por qué?

–Denuncia contando su propia vida. No es que de aquella fuera prosoviético, pero tampoco creía que lo de Stalin fuera tan gordo. Me hizo darme cuenta que lo que pasó en la Unión Soviética fue horroroso. He leído libros de comunistas que dejaron de serlo. Me ayudó a vacunarme contra el totalitarismo fuera del tipo que fuera. Decíamos en el partido que dictadura, ni la del proletariado. Considerábamos que la falta de libertad no era compatible con el comunismo. Fue la etapa del eurocomunismo con la que estuve muy de acuerdo.

–Pues leer lo que dice el contrario o aceptar discrepancias internas no está de moda en política.

–No, y es horroroso. Lo que critica a lo que piensas es importante porque se aprende así, de los errores. Pensar que tu ideología es la mejor, pues puede ser, pero desde luego no es la única. Es importante leer cuestiones críticas porque es lo que te hace avanzar. Si no lo hubiera hecho seguiría pensando como cuando tenía 25 años. Aprendí.

–¿Cómo ve la división de la izquierda? Podemos, Sumar...

–La izquierda siempre fue plural. El problema es ser incapaces de entender que, a pesar de esa pluralidad, se pueda mantener una unidad política. En el sindicato aprendí a que en la empresa trabajas con gente muy diferente, pero que desea lo mismo que tú. Hay que ponerse de acuerdo. Me preocupa la división y espero que se supere.

–La extrema derecha avanza en barrios obreros.

–Es un fenómeno internacional. Hay barrios de Francia históricamente comunistas que votan ahora a Le Pen. Pasa por el capitalismo tan salvaje en el que vivimos. No es el liberalismo clásico, que tenía sus desventajas pero también sus virtudes. Esto hace que todo se base en la individualidad y hace que la gente trate de defender lo que tiene aunque lo que tenga sea la miseria. Siempre se encuentra un enemigo, pero nunca está por arriba. Se cree que te lo va a quitar el que viene de fuera y es a donde se agarra la extrema derecha. Eso es porque perdimos los objetivos colectivos, el sentido de lo que une a las personas. Cada día se está más en la diferencia y en la competición. Eso es destruir a la sociedad.

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