El plan antirruido fija un control especial de licencias y horarios en zonas de ocio

La acción municipal contra la contaminación acústica se orienta a aplicar el Plan de Movilidad | Habrá camiones menos ruidosos para la basura

Ambiente de terrazas en una de las zonas hosteleras del centro de la ciudad. | Ángel González

Ambiente de terrazas en una de las zonas hosteleras del centro de la ciudad. | Ángel González / R. Valle

Al polémico Plan de Movilidad Sostenible remiten 35 de las 59 medidas que dan forma al plan de acción que el Ayuntamiento desarrollará a lo largo de los próximos cinco años para mitigar la contaminación acústica que sufren los gijoneses. Esta conexión no es extraordinaria si se tiene en cuenta, por un lado, que el tráfico es el mayor foco de ruido que hay en la ciudad, generando el 95% de los problemas de contaminación acústica y, por otro, que el Plan de Movilidad centra sus esfuerzos en minimizar la presencia del coche privado en las calles de la ciudad apostando por la movilidad a pie, en bicicleta o en transporte público. Y en esa línea van las propuestas del plan antirruido: zonas de bajas emisiones, carriles bici, itinerarios peatonales intercambiadores de transporte público, metrotrén, plan de aparcamientos , vial de Jove...

La Junta de Gobierno daba ayer la aprobación definitiva al denominado plan de acción en materia de contaminación acústica tras contestar, pero no asumir, las dos únicas alegaciones presentadas al proyecto inicial y que llevaban la firma de la Coordinadora Ecoloxista d’Asturies y Otea, patronal asturiana de hostelería y turismo. El plan se asienta en los datos del mapa de ruido actualizado en 2022 y su desarrollo será paralelo al de una ordenanza, que actualice la vigente desde 2006 que se ha quedado desfasada.

Pero además del ruido del tráfico, el plan centra su atención en el ruido del ocio. Otea solicitaba suprimir del plan de acción todo el programa sobre la gestión de zonas de ocio. Un programa que fija un especial control de las licencias –tanto de nuevas aperturas como de modificación o ampliación de las actividades ya permitidas– y los horarios en aquellos puntos de la ciudad donde hay una mayor concentración de locales de ocio. El plan también abre la puerta en esos ámbitos a que el Ayuntamiento establezca normas más restrictivas al funcionamiento de nuevas actividades e incremente la presencia policial en la zona y las inspecciones a los establecimientos allí instalados. Todo siempre pensando en el control del ruido. Otea pedía eliminar todo este apartado o, como mucho, limitar las actuaciones en él definidas a fomentar los controles de los requisitos generales aplicables a las actividades sujetas a licencia, vigilar el cumplimiento de los horarios marcados por normativas y realizar inspecciones periódicas. El Ayuntamiento ha dicho no a eliminar este apartado aunque los hosteleros tendrán la opción de alegar cuando se ponga en marcha cada una de esas medidas, cuyo cumplimiento se definirá en una ordenanza. La gestión de zonas de ocio incorpora la posibilidad de hacer campañas de sensibilización y concienciación y la elaboración de mapas no estratégicos de ruido para las zonas más conflictivas. En materia de ocio, también se apuesta por un mayor control del ruido en las terrazas y en las fiestas que se hagan en la vía pública con la opción, incluso, de exigir a los promotores de actividades ruidosas un estudio acústico que permita adoptar medidas preventivas. También se plantea potenciar la formación de la Policía Local hasta crear un grupo especializado en ruidos. Aunque no todo son exigencias y controles para los hosteleros, en el capítulo del plan dedicado a definir estrategias de concienciación se establece la creación de una mesa de sensibilización frente al ruido y el desarrollo de un código cuyo cumplimiento premiará al local con un sello identificativo.

Hay un apartado del plan donde el Ayuntamiento se pone deberes a sí mismo y que afecta, sobre todo, a Emulsa, ya que son las labores de limpieza viaria, jardinería y recogida de basuras las que conllevan quejas vecinales por el ruido. El compromiso es incentivar el empleo de camiones mejor insonorizados, contenedores de carga menos ruidosos y apostar por vehículos eléctricos o híbridos; además de optimar los horarios y fijar puntos y rutas de recogida que tengan en cuenta la variable acústica. El plan también define estratégicas de mejora acústica en actividades industriales y comerciales.

Una red de "zonas tranquilas urbanas" que se apoyan en los entornos verdes y con planes para conservarlas

El nuevo plan de acción contra el ruido incorpora a sus estrategias la definición, y declaración, de zonas tranquilas urbanas. El primer trabajo es hacer una selección de candidatas teniendo en cuenta los entornos verdes ya existentes y analizando variables tanto de impacto acústico como no acústico. Una vez señaladas esas zonas empezarían las actuaciones a desarrollar: un plan estratégico para conservar la calidad de la zona, un plan para incrementar el valor del área y promocionar su uso y un plan para mejorar la calidad del entorno con medidas a implantar en cada zona. Estas zonas tranquilas se presentan como oasis dentro de una ciudad donde el 90% de las vías urbanas superan los valores límite de ruido debido al tráfico rodado.

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