El OSPAFest descubre los sonidos del sheng en el Teatro Jovellanos

"Deseo que el público acuda con oídos y mente abiertos", dice Fleur Barron, comisaria del festival, que explora las conexiones entre Oriente y Occidente

La OSPA, ayer, en el primer recital del festival East West I. En el centro, con la batuta en las manos, Marzena Diakun.

La OSPA, ayer, en el primer recital del festival East West I. En el centro, con la batuta en las manos, Marzena Diakun. / Ángel González

A. Rubiera

A. Rubiera

La segunda edición del OSPAFest, dedicada esta vez a las conexiones culturales entre Oriente y Occidente, dio comienzo ayer en el Teatro Jovellanos con la orquesta asturiana siguiendo la batuta de la directora Marzena Diakun y con el virtuoso chino Wu Wei metiendo al público asturiano en la cultura milenaria de su país. Lo hizo a través del sheng, un instrumento bucal milenario –formado por un haz de cañas de bambú y envuelto en un cuenco de metal que para los chinos se supone que que suena como el canto del Fénix– del que Wei es un virtuoso y con el que ofreció un concierto original escrito por él y por el compositor de la Sinfónica de San Francisco Fang Man, que supone su estreno en Europa.

"Es uno de los instrumentos más antiguos de la cultura china, puesto que data ya del siglo XII a.C.. Y es el único de viento con el que se pueden tocar varias notas al mismo tiempo. A mi me encanta el sonido que emite y estoy súper ilusionada con la presencia de Wu Wei en el festival", explicó la mezzosoprano Fleur Barron, colaboradora esta temporada de la OSPA y comisaria del OSPAFest.

Barron está muy ilusionada con un proyecto con el que, como comisaria, se planteó que quería "invitar al público a que descubra un repertorio que a veces puede ser percibido como ‘raro’ porque no resulta familiar. Tengo la esperanza puesta en que la gente que acuda al festival lo haga con oídos y mente abierta; y esperamos que tengan una experiencia maravillosa".

En el East West Fest de la OSPA, Barron reconoce que se plantea unos objetivos "tanto humanos como artísticos", ya que ha pretendido "explorar la resonancia que conecta todas las culturas, yuxtaponiendo un repertorio que englobe las distintas tradiciones. Así, en momentos de desasosiego, encontramos la armonía y trabajamos juntos acogiendo la diversidad", explicaba unas horas antes de levantar el telón del festival.

Para Barron, mezzosoprano con orígenes singapurenses y británicos, el mestizaje cultural no le es nada ajeno. "He explorando la temática este-oeste desde hace varios años. En realidad empezó como un deseo de cantar y experimentar con la música reflejando tanto mi ascendencia asiática como mi crianza en el lejano Oriente. Los amantes de la música clásica que vivimos en oriente estamos completamente familiarizados y asumimos que toda la música clásica proviene del oeste y que es “la mejor”. De hecho, cuando estaba en Hong Kong y Singapur, donde crecí, nunca aprendí música que no proviniese de autores occidentales. Aunque también escuchaba Canto-Pop (música pop de artistas hongkoneses), iba a las actuaciones de la ópera de Peking, escuchaba instrumentos tradicionales de la cultura china como el sheng o la pipa, entre muchas otras. Ahora, como cantante y contadora de historias, estoy enfocada en seguir expandiendo mis fronteras musicales y definir así mi propia identidad musical, que es el fruto de orígenes diversos", explicó la comisaria. El programa de ayer incluyó también obras de Stravinsky (1882-1971) "El canto del ruiseñor" y de Rimsky-Korsakov (1844-1908), "Sheherezade". El recital se repetirá hoy en el Auditorio de Oviedo (20.00 horas), con el aliciente de que minutos antes habrá un encuentro de aficionados con la directora, Marzena Diakun, y con el solista Wu Wei.

El festival sigue el sábado con "Joy", un recital de música de cámara en el Auditorio en el que participan Fleur Barron, con Julius Drake al piano y Maximilian von Pfeil, violonchelo. La semana que viene, más.

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