Figura de la semana | Cristina de Silva Marbán Codirectora del LEV Festival

La luz que ilumina el LEV Festival

Enamorada del mar y de su entorno, de recorrer en moto la región, el afán creativo de "Cheta" la ha llevado a hacer de su ciudad un gigante audiovisual

Cristina de Silva.

Cristina de Silva. / Mortiner

"Ella es luz". Así la definen quienes mejor conocen a Cristina de Silva Marbán (Gijón, 1972), la activista cultural que ha conseguido que su apreciada ciudad haya vuelto a convertirse desde el miércoles y hasta hoy en el epicentro de la experimentación sonora electrónica y la creación audiovisual, escénica y digital contemporánea. Lo ha hecho a través de la celebración del LEV Festival, una cita que creó hace 18 años junto a Nacho de la Vega, su alma gemela y compañero de vida desde que Cimadevilla les unió.

En sus años de infancia, De Silva ya daba señales de la persona inquieta e imaginativa en la que se iba a convertir con el paso del tiempo. Vivía en La Arena y era la sombra de sus hermanos mayores, Pedro y Covadonga, con quienes recorría a menudo el barrio y la playa de San Lorenzo, uno de sus refugios perennes. La protagonista de estas líneas siguió creciendo y pasó a estudiar en el instituto Calderón de la Barca. En las aulas de este centro educativo del barrio de El Coto, aparte de aprender, conoció a "Las chamades", que no han dejado de ser sus mejores amigas desde entonces. Su gran pasión durante la adolescencia fue el piragüismo. Después de remar sin cesar durante incontables jornadas en el Grupo Covadonga, las hermanas De Silva se coronaron como campeonas de España en la categoría juvenil K-4.500.

Cristina de Silva es hija del escritor, expresidente del Principado, abogado y colaborador de LA NUEVA ESPAÑA, Pedro de Silva Cienfuegos-Jovellanos, y de Asunción Marbán Miranda. Ellos fueron quienes le inculcaron la importancia de ser una mujer independiente y honrada. "Cheta", como le apodan los que forman su entorno, decidió estudiar Psicología, al igual que su hermana. "No hay nadie que escuche mejor ni dé mejores consejos", aseguran los que más la conocen.

Sin embargo, su vena artística y su atracción por lo desconocido le llevaron a adentrarse en la escena del "Xixón Sound", que comenzaba a adueñarse del día a día de los bares y las calles de Cimadevilla. Ella trabajó como camarera en El Guetu y en La Cirigüeña, pero también pegaba carteles de los múltiples eventos que marcaban la ajetreada agenda gijonesa de la época y repartía información de la Semana Negra. Ahí ya se había independizado en un piso de alquiler situado en El Coto. Un espacio que ni ella misma imaginaba que se convertiría en el que sigue siendo su hogar a sus 52 años. Pero desde hace más de dos décadas le acompaña Nacho de la Vega, el luanquín que fue a celebrar su cumpleaños a La Cirigüeña y al que poco más tarde terminó conquistando.

A raíz de aquel enamoramiento, su vida profesional y personal ha ido de la mano de la de su pareja. Ambos compartían el gusto por la cultura electrónica y artística y tomaron la decisión de crear "Fiumfoto" (luego "Fium" y ahora "Datatrón"). Este tándem de curiosos, que presume de entenderse a las mil maravillas y de respetarse como pocos lo hacen, sería el que hace 22 años fundase Arenas Movedizas y que cuatro primaveras después se decidiera a iniciar el LEV Festival. Este evento, que verá culminada esta tarde su decimoctava edición, es el sueño hecho realidad de De Silva y De la Vega.

Cristina de Silva.

Cristina de Silva. / Mortiner

Ambos lo cuidan como si fuera "su hijo", y quizá sea por esto por lo que han sido capaces de escalar hasta cumplir la mayoría de edad. La sonrisa de Cristina de Silva durante estos cinco días hablaba por sí sola. "Es nuestro motor y la gasolina del LEV", dicen sus compañeros. En total, han sido 25 proyectos de 15 nacionalidades los que se han dado cita en el Laboratorio de Electrónica Visual. Ella siempre tuvo claro que su finalidad no era salir de su lugar favorito para hacerse grande en las capitales europeas, sino convertir en un gigante a su Gijón, el que le vio nacer y el que le hizo crecer.

No obstante, se siente afortunada de contar con un trabajo que le invita constantemente a trasladarse a cualquier parte del mundo para empaparse de las tendencias que empiezan a coger músculo. Viajar es una de sus debilidades, y entre sus innumerables desplazamientos guarda un cariño especial a Taiwán y a Marruecos, un país que le dejó huella cuando lo visitó con "Las chamades".

Habría quien pudiera pensar que todos los éxitos que ha ido cosechando en el ámbito profesional le han alejado de su círculo más cercano y de sus otras pasiones. Nada más lejos de la realidad. De Silva continúa, siempre que su afán artístico se lo permite, muy unida a la actividad acuática. Los tebeos de "Pumby" que marcaron su niñez se han tornado en abundantes ejemplares sobre el futuro del arte y el impacto de la era digital. El perfil de sus escritores favoritos destaca por su variedad. Prueba de ello es que los tres primeros escalones los ocupan Paul Auster, Murakami y Marta Peirano. Su destreza remando la saca desde hace años a relucir en el río Cares practicando paddle surf, su deporte favorito en la actualidad. Asimismo, acostumbra a lanzarse a las aguas de San Lorenzo, esas que tanta paz le transmiten desde cría, y a descubrir los paisajes recónditos que ofrecen las carreteras de la región con su mimada moto de 50 centímetros cúbicos.

Será en esos lugares, además de en su estudio (que se asemeja más a un museo temático por su creatividad manual), donde a partir de mañana centre todos sus esfuerzos en que la sexta edición del LEV Matadero, que se desarrollará en septiembre, conquiste a los madrileños. Mientras tanto, seguro que esta gijonesa ya irá ideando la fórmula para soplar bien fuerte las velas del 19.º aniversario del LEV, su obra maestra.