El sínodo alemán distensa la cuerda

Javier Gómez Cuesta

Javier Gómez Cuesta

Lo que desde hace cuatro años está celebrando la iglesia alemana no es propiamente un sínodo según las normas canónicas para estos eventos, sino algo similar que denominan un "Camino Sinodal". Los 200 participantes se los han repartido según proporciones consensuadas con asociaciones de laicos y especialmente con la ZDK, lo mismo que los cuatro grandes temas a debatir y legislar, que eso es lo que en un principio se proponían, pensando que Roma tendría que aceptarlo sumisamente. Los bloques de cuestiones a examinar fueron: el modo de ejercer el poder en la iglesia; la moral sexual vigente y el matrimonio o bendición de los LGBT; la promoción de la mujer y su ordenación sacerdotal; y la vida celibataria de los presbíteros. Cuestiones que están todos los días en los medios, que, sin duda, necesitan una actualización, pero acordada por y para toda la iglesia.

Las reformas eclesiales, donde todo tiene un carácter sagrado y donde algunos salvaguardas quieren meter todo en la Depósito de la Tradición, para ellos intocable e inamovible, suelen resultar traumáticas. Siempre aparece el miedo al cisma. Esa preocupación ha estado temblando en este periodo del Camino Sinodal alemán. El modo de expresar y exigir la aceptación de sus nuevas conclusiones lo hacía temer. El papa Francisco se vio obligado a intervenir escribiéndoles una carta, que él mismo ha dicho que le ha llevado más de mes escribirla, respetuosa pero exigente, pidiéndoles guardar por encima de todo la unidad de la iglesia. Algunos auguraban un cisma más grave que el de la Reforma Protestante. Últimamente ha sido más crítico, al censurar el Camino Sinodal como una "reunión de élites" (teológicas, políticas, económicas… eclesiales) y no proceso sinodal de todo el Pueblo de Dios que busca caminos de evangelización bajo la guía del Espíritu Santo, que es la esencia del sínodo. Tajante ha sido también la afirmación de que las innovaciones y reformas en la iglesia brotan del árbol de la Tradición de la fe vivida históricamente y no de encuestas sociológicas.

El Camino ha llegado a su meta según el iter preestablecido. Acaban de celebrar su última Asamblea en Dresde. La mayor parte de las reformas que se proponían han salido adelante, pero han manifestado que su intención no era fundar una nueva iglesia o romper con ella. Suplican que los organismos de Roma tomen en serio y sopesen esas propuestas y sugerencias. La Iglesia necesita reformas. Para ello Francisco inició el Sínodo de la Sinodalidad. Todos caminando juntos, tenemos que encontrar nuevos caminos. ¿Se logrará?

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