Reforma de la "Ley Mordaza": un equilibrio imposible

Ricardo Gayol

Ricardo Gayol

Después del buen sabor que nos dejó el 8M, a pesar de la reyerta parlamentaria previa, y tras el buen resultado del Acuerdo sobre la Reforma de las Pensiones, ha sido un verdadero jarro de agua fría la derrota el pasado martes 14 de la Reforma de la Ley Mordaza, un hito fundamental en la hoja de ruta del gobierno de coalición progresista y para la mayoría parlamentaria que lo sostiene.

Pero en este trámite parlamentario se ha producido el choque de dos estrategias legítimas, pero obstruccionistas entre sí para alcanzar el resultado deseable. En el bando del gobierno, condicionado gravemente por la postura del PSOE, se buscaba una reforma significativa, que diera un paso cualitativo para cambiar la ley del PP, pero que dejaba flecos muy candentes como lo son: el uso de pelotas de goma, las devoluciones en caliente y determinadas sanciones inherentes a las relaciones con las fuerzas del orden, etc. Es evidente que no son temas menores y que sería muy deseable que la reforma lograra una solución integral a todas las cuestiones candentes, que venían colgando del texto del PP.

Unidas Podemos y PNV, junto con los socialistas habían optado por sacar adelante esta reforma como mal menor, pero EH Bildu y ERC no estaban dispuestos a dejar a medio pelo la reforma. El problema es que haya sido a costa de cargarse la propuesta y dejar en pie la legislación anterior, que tanto se criticó en su día. Pero también es cierto que el propio Pedro Sánchez había prometido entonces cargarse dicha ley, en cuanto llegara al gobierno. Ahora, no solo se ha dejado para el final de legislatura, lo que siempre complica los acuerdos, sino que se ha dejado a medias el compromiso y se ha provocado el desencuentro fatal en este caso.

Optar entre el mal menor y la solución ideal es siempre un dilema muy complicado en política, pero no cabe duda que la táctica política de asumir los pequeños pasos como forma de avanzar está siendo un criterio relevante en este momento, sin el cual quedarían muchas mejoras en el camino. Pero hay que reconocer la legitimidad de los más radicales para mantener sus puntos de referencia en la batalla ideológica. Parece que ahora ERC ha vuelto a formular una propuesta para devolver el debate al Congreso, pero dudo de su recorrido fáctico en el tiempo que resta de mandato.

Enrique Santiago y Jaume Asens, de Unidas Podemos, han tildado de electoralistas a los grupos independentistas oponentes, indicando incluso que en Catalunya tampoco están prohibidas las pelotas de goma, aunque se prometió eliminarlas. Por eso, la acusación de electoralismo sí tiene visos de realidad, lo que devalúa en parte la posición adoptada, ya que haber avalado una reforma insuficiente no impide seguir trabajando por superarla en el futuro. La experiencia acaecida con la Reforma Laboral debiera servir de freno para no romper los equilibrios necesarios en este momento clave de la legislatura.

Suscríbete para seguir leyendo