Conflicto Sumar y Podemos

Ricardo Gayol

Ricardo Gayol

Aunque no fue demasiado sorpresiva la noticia de que Podemos abandonaba el prupo parlamentario de Sumar y se pasaba al Grupo Mixto, es evidente que la cuestión no es baladí, por más que no incida gravemente en la estabilidad del nuevo gobierno de coalición. Porque la realidad de Sumar como espacio político no solo obedece a contar con un instrumento electoral unitario, que haya servido para aglutinar el voto de la izquierda transformadora y así dar soporte a un gobierno progresista, como socio minoritario, sino que suponía un marco de confluencia política, o frente amplio, para construir un nuevo sujeto político plural pero de unidad de la izquierda, con una base organizativa suficiente para articular una opción política capaz de representar a la izquierda social en sus demandas y propuestas básicas en este contexto político.

Sabemos que conjugar en un solo instrumento pluralidad de actores y unidad de acción política es un empeño complicado y muchas veces fallido, pero también era patente su necesidad y conveniencia objetiva. Los precedentes surgidos desde el 15M han demostrado la efectividad de estas fórmulas de alianza, que posibilitaron importantes éxitos políticos y nada menos que llegar al gobierno del Estado por primera vez en la democracia actual. Además, la evolución de esa izquierda alternativa ha ido configurando un proceso cambiante hasta concluir en esta fórmula de Sumar, en parte por la decisión de los anteriores liderazgos y en parte por la impronta que Yolanda Díaz ha querido imprimir al proyecto cara a la última comparecencia electoral y a la asignación de responsabilidades políticas posteriores, que nunca son compartidas por la totalidad del espectro del movimiento que encabeza.

Es cierto que Podemos pasa por momentos muy delicados en su actual ubicación política. Ha pasado de llevar la batuta con bastante prevalencia, no siempre justa, dentro de Unidas Podemos, a ser, en principio, uno más dentro de Sumar e incluso a sufrir algún desaire excesivo dentro de la formación de la coalición y en la armazón del nuevo gobierno. Era fácil saber que Pedro Sánchez no iba a repetir con Irene Montero en Igualdad, probablemente con la anuencia de Díaz, pero al menos haberle abierto camino para lograr su acta de diputada quizás hubiera tranquilizado los ánimos internos en Sumar. Todo ello porque Podemos, aún en su actual deriva, es un ingrediente básico de ese compendio de la izquierda y su aportación imprime un rasgo de osadía importante para el conjunto. Pero es verdad que Podemos ha actuado con excesiva virulencia ante un espacio incipiente en su articulación y ha jugado poco a integrarse en el proceso, abusando de un ruido impropio de esta difícil coyuntura, con una derecha montaraz en frente a pleno pulmón.

Por ello, lo lógico era haber esperado a la configuración organizativa del movimiento Sumar y haber defendido ahí sus opciones, donde no le faltarían aliados como IU para sostener el polo rojo de la coalición. Pero IU ha optado por trabajar desde dentro y eso parece que hoy es lo más sensato y posiblemente útil para la izquierda. Entonces, las responsabilidades son compartidas y lo que urge es propiciar un reencuentro mejor antes de las nuevas citas electorales para preservar ese deseable frente amplio como mejor formato hacia el futuro de la izquierda transformadora.

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