Opinión | Nuevas epístolas a "Bilbo"

Diarismos (y II)

El plasta del editor

El editor, persistente, vuelve a la carga, "Bilbo", y me manda un correo donde expone que se puede denominar diario a apariencias de diario; diarios, dice, que son puro ejercicio literario, distracciones de lo que importa, más bien blancos, como ahora se adjetiva a lo inofensivo; pero que, para él, un diario es "El oficio de vivir" de Pavese o una confesión, como señalaba Rosa Chacel en su ensayo homónimo sobre esta cuestión. Añade que no debo olvidar que la buena literatura, para serlo, además de recursos estilísticos, ha de ser verdad.

Yo creo, perro cómplice, que el plasta del editor trata de enfriar mis propósitos diaristas. Si antes exigía sinceridad, ahora eleva el listón y reclama verdad. Esa "verdad" suya me aplasta, me apabulla. Si les hiciera caso, a él y al Pavese resentido y amargado, no me quedaría otra opción que poner punto final a este empeño candoroso con la frase última de "El oficio de vivir": "Todo esto da asco. No palabras. Un gesto. No escribiré más". Pues va a ser que no, "Bilbo". Prefiero seguir escuchando "Summertime" en la versión de Louis Amstrong y Ella Fitzgerald y subrayar, a la vez, los textos de un Pavese más animoso: "Es bonito irse a dormir porque nos despertaremos. Es la manera más rápida de llegar a la mañana".

Quizás ni el editor ni tú, Bilbo, sepáis que me conozco los diarios de Cesare Pavese y de Rosa Chacel, modelos antonomásticos al decir del arúspice de la edición. Puestos a confesar, digamos algunas verdades de verdad. El Pavese de marras, misógino enmascarado, se acojonó, cumplidos los cuarenta y tantos tacos, al reconocer su montón de disfunciones: eréctiles, sentimentales, emocionales, vitales… (qué le vamos a hacer si no pudo soportar tales vicisitudes), y decidió despedirse del mundanal, por esas u otras razones inconfesas, en la habitación de un hotel de Turín. La Chacel, por su parte, se muestra como una insufrible y quejicosa cotorra en los dietarios publicados ("Alcancía I. Ida", "Alcancía II. Vuelta" y "Alcancía. Estación Termini"): Que si no tiene un duro; que si su hijo no le contesta al teléfono; que si le aburren las amigas habituales; que si no le gusta el cine que ve; que si le incomodan las invitaciones sociales; que si los autobuses de Madrid no funcionan; que si está más sola que la una y más harta que Pantagruel; que si sigue sin blanca y su hijo sin dar señales de vida; que si no sabe de qué escribir; que si duerme y no duerme tantas horas; que si se encuentra vieja de pellejo y joven de mente…

Si hemos de atenernos a dichos modelos, mejor nos olvidamos de aventuras diaristas, "Bilbo".

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