Opinión

Una realidad que no se conoce ni reconoce no se puede cambiar

Esta semana el INE (Instituto Nacional de Estadística) publicaba los datos definitivos de la Encuesta de Condiciones de Vida 2023. Una fuente de información que permite medir la evolución de la pobreza y exclusión social en España y todas las comunidades y ciudades autónomas. La denominada tasa AROPE.

La tasa AROPE nos permite saber cuantas personas están en situación de pobreza, cuantas tienen grandes dificultades para tener unas condiciones de vida mínimas en nuestra sociedad de consumo y cuantas viven en hogares donde la dificultad de acceso al trabajo es notoria. Todos ellos, factores que nos dibujan una vulnerabilidad evidente y latente en nuestros pueblos y barrios.

Estos datos servirán durante los próximos meses para preparar el informe sobre el estado de la pobreza que EAPN (Red Europea de lucha contra la pobreza y la exclusión social) presenta todos los años en octubre. Aquí en Asturias, en la Junta General del Principado de Asturias… ¿Por qué?... Por qué nuestros representantes públicos son quienes tienen la obligación de que los derechos se cumplan, promuevan y protejan.

Lamentablemente, para muchos, estos datos lejos de removernos resuenan en nuestras cabezas mientras los medios de comunicación dan cuenta de ellos. Para otros, son un recuerdo repetitivo de la desigualdad existente en nuestras "desarrolladas sociedades". Hemos naturalizado tanto la desigualdad que apenas nos inquieta.

Aquí en Asturias podríamos decir que estamos mal (tasa AROPE del 25,3 %, de pobreza del 18,6 % y subcampeones en España de Baja Intensidad de Trabajo por Hogar con un 18,6%), pero podríamos estar peor. A nuestra región la salva de una escabechina mayor todo el esfuerzo público que se realiza a través de las transferencias; o todos los mecanismos de apoyo y ayuda que, desde los sistemas públicos, las entidades y las redes familiares se despliegan. ¿Mejorable?... Infinitamente… Pero debemos reconocer, tal y como se evidenció en el informe del año pasado, que sin todo ese esfuerzo redistributivo uno de cada dos asturianos estaría en situación de pobreza y/o exclusión social. Y he dicho mal, no debemos hablar de esfuerzo. Nuestra Carta Magna, tan apelada en muchas ocasiones para distintos asuntos, dice en su artículo 40: "Los poderes públicos promoverán las condiciones favorables para el progreso social y económico y para una distribución de la renta regional y personal más equitativa, en el marco de una política de estabilidad económica. […]". ¡Sorpresa!

Como podemos imaginar, tras estos fríos y preocupantes porcentajes, hay vidas. Personas que, por mucho que en ocasiones algunas personas crean, luchan día a día para vivir y tener oportunidades. Pero… ¿qué hacemos cuando no hay oportunidades?

Nuestra región necesita reconocer la realidad que nos rodea para movilizarnos hacia un futuro que genere esperanza y oportunidades. Una construcción que debemos hacer entre todos y todas con altura de miras y valentía. ¿O bajamos los brazos ante la desigualdad y el sufrimiento? Nos jugamos el presente y futuro.

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