Opinión

Pedagogía de las tumbas

Entender la realidad presente desde la visita a un cementerio como actividad extraescolar

Unicef ha calculado que está en riesgo la salud mental de millón y medio de niños y niñas en Ucrania como consecuencia de la guerra. Por su parte, Save the Children ha alertado del cataclismo psicológico de los menores en Gaza, para muchos de los cuales se ha acuñado el identificativo WCNSF, siglas en inglés de "niño herido sin familia superviviente". Otros 10.000 han muerto. "La muerte está en todas partes", describe un activista. Inocultable en semejantes escenarios geográficos, vitales.

Conscientes de la importancia de la infancia –ese tiempo vivido y luego espacio atemporal al que volver para repararse a lo largo de la vida–, nos hemos preocupado de aislar a nuestros pequeños de los sufrimientos de la existencia. Entre esos padecimientos hemos incluido el fin de la misma, como si el óbito fuera por definición una tragedia en vez de su cierre natural.

El resultado es la paradójica disociación en la que nos desenvolvemos, fingiendo que esto no se acaba nunca, al tiempo que llevamos en nuestros bolsillos una ventana abierta, a través de medios y redes, al horror en lugares próximos pero –para nosotros– irreales. "Se puede bailar incluso cuando el diablo está llamando a tu puerta" dice un personaje de Benjamín Labatut en "Maniac" aludiendo a su vida despreocupada durante la Primera Guerra Mundial.

Mirella Hernández, profesora de Filosofía de mi querido IES Padre Feijoo ha llevado a su alumnado a visitar el cementerio de Jove. Puedo imaginar el desconcierto de algunos padres y madres ante tal propuesta de actividad extraescolar, que fue noticia en estas mismas páginas. De hecho, hubo quien no la autorizó seguramente preguntándose el sentido de llevar a adolescentes a un camposanto, espacio triste y exclusivo para adultos en nuestra cultura.

La escritora argentina Mariana Enríquez, autora del curioso libro "Alguien camina sobre tu tumba", fruto de la visita a 24 cementerios del mundo, contaba en una entrevista que su pasión por ellos se conectaba con el trauma de los desaparecidos durante la dictadura de Jorge Videla. Y evocaba la "alegría" de la que fue testigo en el entierro de la madre de una amiga, cuyos huesos fueron recuperados después de años de desgarro. En nuestro país han podido saborear ese alivio agridulce descendientes de enterrados en fosas comunes. Otros miles aún esperan.

La iniciativa del IES Padre Feijoo ha sido positivamente acogida por su alumnado, agradecido de poder entrar en ese espacio hasta ahora vedado y reflexionar sobre lo que representa. Una pedagogía de las tumbas para despejar miedos y resituar pasado, presente y futuro, personal y colectivo. Comprender el ciclo de la vida e indagar en su sentido más profundo.

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