Opinión

¿Queremos generar alternativas reales?

Por un verdadero emprendimiento social que piensa en el bien común

Carlos ha visto una oferta en «trabajastur». Le resultaba extraña. Era un puesto de operario para una empresa de inserción. «¿Existen empresas así?». Su situación es delicada. Cinco años sin tener una oportunidad real. A duras penas puede pagar la habitación donde vive. Sus días se hacen eternos y desoladores. Lejos queda la época en la que su vida parecía ir viento en popa.

Carlos era autónomo. Llegó a emplear a 4 personas. Varios golpes que te da la realidad que hemos construido le hizo perderlo todo. Perdió su medio de vida, su casa, su familia… pocos refugios encontraba que le dieran la confianza y tranquilidad necesaria para rearmarse frente a una caída libre que parecía interminable. ¿Qué sería lo siguiente? ¿La calle?

Hoy se ha levantado con un cosquilleo en el estómago. Tiene la entrevista. Lo que no sabe Carlos es que esa entrevista le va a cambiar la vida.

Carla es una de esas personas que ha visto en el emprendimiento algo que puede ir más allá de un reparto de beneficios. Hoy va a entrevistar a Carlos. Ella trabaja como técnica de acompañamiento en una de esas empresas. Su objetivo, que el negocio genere el mayor numero posible de oportunidades para que muchas personas puedan reengancharse a un empleo.

Cuando hablamos de inserción laboral la palabrería inunda nuestro discurso. Discursos que cogen poco cuerpo. Hechos son amores. Las oportunidades no van a brotar por si mismas. No somos conscientes de lo poco amable que el «mercado» puede ser para aquellas personas que peor lo han pasado. Frente a esa realidad de raquíticas oportunidades, brotan a nuestro alrededor nuevas alternativas. Alternativas que surgen desde un convencimiento claro: la economía y el empleo se pueden democratizar. Alternativas que existen desde hace más años de los que nos podemos imaginar. Cuatro décadas lleva Asata trabajando, más de 115 años atesora la cooperativa de agricultores.

Ahí es donde descubrimos la economía social, el mundo cooperativista, las sociedades laborales… y en estos años las empresas de inserción. Nuestra ciudad y región va siendo testigo de su nacimiento y desarrollo. La Asociación de Empresas de Inserción (ADEIPA) las aglutina. Vedelar, Koopera, Imena, Riquirraque, De cuchara, Serenos, Inserta Patiu o 7R Servitec, son algunas de ellas. Se irán sumando más, seguro. ¿Sus beneficios? revierten en la propia empresa (en la generación de empleo) y en proyectos sociales.

En este punto toca hacernos una pregunta: ¿Qué podemos hacer desde la ciudadanía? Fácil. Conocerlas y pensar en ellas como una alternativa real de consumo. Como consumidores tenemos un poder increíble: nuestra manera de comprar y contratar servicios puede marcar un desarrollo económico más solidario. Pero también podemos exigir a nuestros gobiernos que cuiden y promuevan con decisión este tipo de emprendimiento. Un verdadero emprendimiento social que piensa en el bien común. Una oportunidad real para promover el empleo y el desarrollo económico. ¿Pasamos del verbo al hecho?

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