Nuria Fernández, la comerciante ovetense rebelde contra el "Black Friday": "Es una moda de otro país y que está vaciando las ciudades"

"Las personas estamos perdiendo la costumbre de hablar unas con otras cara a cara. Hasta nos cuesta quedar a tomar un café"

Nuria Fernández, en su tienda, Calzados La Jaula.

Nuria Fernández, en su tienda, Calzados La Jaula. / David Cabo

Yago González

Yago González

A lo largo de esta pasada semana, pero especialmente hoy, todos los comercios de Oviedo cuelgan en sus escaparates las ofertas por el "Black Friday". ¿Todos? ¡No! Una rebelde se resiste a esta campaña con todas sus fuerzas, atrincherada en su tienda en pleno centro de Oviedo. Porque si algo tiene Nuria Fernández López, de 45 años, es fuerza. En su carácter y en sus convicciones. Y entre estas destaca la oposición a seguir lo que considera "una moda que procede de Estados Unidos y que no tiene nada que ver con España". Así de claro: Nuria, dueña de Calzados La Jaula –en Milicias Nacionales, a pocos metros de la estatua de Woody Allen– no ha hecho nunca "Black Friday" y, promete, nunca jamás lo hará.

"Estamos vaciando las ciudades con tanta compra ‘online’. La zona de tiendas de Oviedo se va a quedar sólo en una manzana. Lo tengo estudiado: coges un compás, pinchas en la calle Pelayo y lo que quede dentro del círculo aguantará; pero fuera, nada. Internet es una herramienta muy útil, pero al mismo tiempo nos está matando", advierte Fernández, que asegura que en su casa –tiene marido y dos hijos– está "absolutamente prohibido" comprar en la red.

E invoca otro motivo más profundo: "Las personas estamos perdiendo la costumbre de hablar unas con otras cara a cara. Hasta nos cuesta quedar a tomar un café. En el transporte público nadie se mira, todos están metidos en la burbujita de Facebook, Instagram...".

No obstante, ella misma es una notable "instagramer" de la ciudad, con más de 4.600 seguidores. "Lo uso como escaparate, para presentar mis productos. Reconozco que hoy hay que tener plataforma ‘online’, pero es una pena que se esté perdiendo el contacto humano", afirma.

La empresaria cree que este fenómeno no es bueno para el gremio. "Nosotros mismos nos estamos cargando el comercio, los propios comerciantes deberíamos hacer una piña", lamenta Nuria, que argumenta que las rebajas no ayudan al negocio: "No me salen los números. Si el Gobierno nos achucha más con el IVA y encima tenemos que hacer descuentos, ¿cómo pagamos el alquiler, autónomos, agua, internet…?". Y sostiene que seleccionar unos pocos días para bajar los precios no es justo para la clientela: "Si una clienta me pagó ayer 180 euros y hoy en el ‘Black Friday’ está a la mitad, ¿con qué cara la miro?".

Esto no significa que Nuria sea una solitaria que se lleve mal con sus colegas. Todo lo contrario. Su personalidad amigable ("soy camaleónica, me adapto a cualquier tono") la ha convertido en un rostro popular a cuya tienda se asoman muchos transeúntes, aunque sólo sea para saludarla y que ella replique con uno de sus ingeniosos (y pícaros) piropos.

Tras siete años en La Florida y cinco en la calle Independencia, Fernández es vecina de Woody Allen desde el pasado junio. La tienda se llama así por su abuela materna, oriunda de Tapia, ya fallecida. "Iba a llamarse La Paloma, porque ella vestía a la Virgen de La Paloma en una capilla de allí. Como estaba ya la vermutería, nos recomendaron otro nombre. Así que una noche cerré los ojos, le pedí que me ayudara, y recordé los periquitos que tenía en su casa de Ventanielles. Y le puse La Jaula. Incluso llegué a pensar en comprar un loro que dijera ‘bombones de nata’ a todos los que entraran, como les digo yo", recuerda.

La comerciante sigue teniendo en sus padres, Inocencio y Ana María, sus dos grandes pilares. "Él viene de una familia humilde de Castropol y ha salido adelante gracias a su trabajo y constancia. Nunca he visto a una persona más luchadora, y yo trato de imitarle", dice Nuria, que se enamoró de su profesión cuando de pequeña entraba en todas las tiendas de su Ventanielles natal.

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