Los Reyes van "con todo" en Oviedo: ni la tempestad pudo con ellos (aunque con alguna incidencia)

La cabalgata ovetense vuelve a batir su récord de participantes, tuvo que partir con retraso y los caballos han sufrido algún percance en el recorrido

«¿Salimos o no salimos?». Era la pregunta más repetida en la tarde del viernes en los aledaños de la Escuela de Minas, centro neurálgico de la preparación de la cabalgata en los últimos días. «Salimos con todo», respondía tajante la concejala de Festejos, Covadonga Díaz, pese a que la lluvia no cesaba. Tras las vallas de la calle Independencia, la ilusión por ver a Melchor, Gaspar y Baltasar era mucho más grande que cualquier temporal. Con el confeti en una mano y el paraguas en la otra, los niños esperaban desde horas antes con una sonrisa nerviosa en la cara. Y, por fin, en una de las pequeñas treguas que dio el cielo carbayón, la cabalgata partió, aunque no se libró de estar pasada por agua.

Los 41 pasos y 1.700 figurantes del desfile, cifra récord en la cabalgata ovetense, tuvieron que idear soluciones de urgencia para no dañar los trajes más delicados, de gran valor cultural e histórico. Muchos de los figurantes y jinetes se protegieron con chubasqueros y capas. Los niños esperaron pacientes las llegadas de Sus Majestades. «No me importa que llueva pero quiero que venga ya Melchor», señalaba Carlos Márquez subido a hombros de su padre. «Le quiere hacer un encargo de última hora», explicaban los familiares del menor. La comitiva la abrió la Banda de Gaitas «Ciudad de Oviedo», que animó a los presentes con los clásicos villancicos navideños, coreados con fervor.

Entre los cánticos de «campana sobre campana» o «la marimorena», la marcha arrancaba con mucho ritmo. Los regalos más reclamados por los pequeños se repetían los juegos de mesa, la ropa deportiva y los muñecos. Martina De la Rosa y Ainhoa Pérez se inclinaban por una «sorpresa» que decidan Sus Majestades. «La carta era más larga para que sólo sea eso», bromeaban sus acompañantes. 

Mientras llegaban los Reyes, que se hacían esperar en las últimas tres posiciones de la comitiva, se sucedían los gritos de apoyo para los diferentes séquitos. «¡Yemen!», »¡Damasco!», »¡Etiopía!», gritaban los pequeños. 

Los caramelos se daban en mano para no complicar su recogida. La cabalgata de Oviedo se enorgullece de ser una de las pocas de España que no utiliza tracción mecánica.

Las carrozas de los Reyes fueron llevadas por cuatro caballos cada una. Además, ponis, ovejas y dos vacas, la novedad de este año, tomaron las calles del centro de la capital e hicieron las delicias de los pequeños. «Quiero un pony así para el año que viene», decía Carmen Canga en la calle Fruela.

La asistencia de público a la cabalgata se resintió por el mal tiempo. En total, se congregaron en los distintos puntos del desfile unas 20.000 personas, según cifras de la Policía Local, unos números alejados de los 60.000 del año pasado, en el que sí respetó la climatología. Sus Majestades, asistidos por el empresario de astilleros Álvaro Platero, el médico Luis Antuña y el sociólogo Prince Kennedy, hicieron el mismo recorrido que el año pasado, con una parada en la plaza de la Catedral a mitad de camino para adorar al Niño Jesús del Belén. Allí fueron recibidos por toda la corporación municipal, encabezada por el alcalde, Alfredo Canteli.

La adoración se retrasó por un percance con los caballos de Baltasar. Dos de los cuatro animales que tiraban de la carroza resbalaron fruto de los continuos chaparrones y se fueron al suelo. Una vez puestos de pie, volvieron a caerse de nuevo poco antes de llegar a la Catedral. Con el pavimiento muy húmedo, se extremó entonces la precaución con los caballos, sobre todo con los dos de Baltasar, algo renqueantes y desorientados tras las caídas. 

Se vivió algún momento de tensión sin que fuera a mayores. En el camino de vuelta a Independencia había calles empinadas como Águila y se tuvo que retrasar el ritmo, que se había acelerado antes por la lluvia. Al final, los dos caballos de Baltasar llegaron separados de la carroza en el último tramo.

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Amor Domínguez

Esto no impidió que los asistentes perdiesen su sentido del humor: «¡Baltasar, te llevo yo en moto !», gritaba uno de ellos. Como curiosidad, dos ediles participaron en el desfile como figurantes, María Velasco y Conchita Méndez. Pese a los apaños para combatir el agua, no se perdió lo clásico. «Lo que más me gusta de la cabalgata es que mantiene su esencia. Hay piezas que son de museo», decía orgullosa Jimena Matute, refugiada bajo una marquesina de autobús.

Los Reyes terminaron su procesión a las ocho y media, algo menos de dos horas después de su inicio. E iniciaron su ardua tarea de repartir regalos por las casas de los ovetenses. Ante el gobierno municipal reiteraron lo que vienen diciendo desde que llegaron a Oviedo: «Deben estar orgullosos de los niños ovetenses porque se han portado muy bien. Las casas se llenarán de regalos».