De una sola gota salió un sueño: así se fraguó el proyecto de Rosa Narcea

En la Academia del Perfume reconocen que la idea de Carmen Martínez sonó “a locura” en un principio, pero el tesón de la científica hizo que no decayera y despertase el interés internacional

Detalles del proceso que se llevó a cabo para probar que Rosa Narcea tenía interés perfumístico. | CSIC

Detalles del proceso que se llevó a cabo para probar que Rosa Narcea tenía interés perfumístico. | CSIC / A. Rubiera

A. Rubiera

A. Rubiera

Carmen Martínez, la bióloga del CSIC que lidera el proyecto de recuperación de la Rosa Narcea, escribió a la Academia del Perfume de España a finales del 2018 para contarles en lo que andaba metida y pedir el asesoramiento que le faltaba. “Fue una carta en la que se explicaba muy bien, pero realmente lo que contaba sonaba un poco a locura. La recuperación de una variante antigua, que podía ser única, no era algo que pudiera parecer verosímil”, recuerda Val Díez, vicepresidenta de la institución.

Sin embargo, ya en la primera visita a la Academia, Martínez demostró que sus pasos científicos eran firmes. “Trasladaba ideas interesantes, como la caracterización genética que estaba haciendo que le llevaban a pensar que era una rosa que no se encontraba en ningún lado, y me pareció que era un reto intelectual y científico que merecía un respeto”, cuenta Díez. Así empezó el seguimiento y la colaboración de la Academia del Perfume en el proyecto de Rosa Narcea. Díez quiso saber qué opinaban otros profesionales sobre la iniciativa que se llevaba a cabo en Asturias y encontró mucho escepticismo: “Lo contrasté con profesionales del sector del mundo del perfume y nadie daba mucho crédito. Básicamente, me decían lo que yo ya sabía: que no se necesitan más rosas, porque hay muchas y muy pocas huelen. Las rosas son muy ornamentales pero pocas tienen valor perfumístico; prácticamente solo dos lo tienen, la Rosa Damascena y la Centifolia”. Así que nadie esperaba mucho de lo que se estaba haciendo en Cangas del Narcea.

La científica Carmen Martínez. | CSIC

La científica Carmen Martínez. | CSIC / A. Rubiera

“Pero el tesón de Carmen es contagioso y a mí me había picado la curiosidad”, reconoce Val Díez. Sabían que para seguir avanzando tendrían que resolver muchos interrogantes. “Lo primero era saber si la rosa daba esencia, o no. Porque hay rosas que son mudas, es decir que no generan aceite esencial. Luego ya habría que ver si ese aceite, de tenerlo, tenía algún valor perfumístico o no”. A través de la Asociación Nacional de Pefumería y Cosmética pidieron a un centro de investigación de Zaragoza que les ayudara a destilar los pétalos recogidos de la floración del 2019 del rosal de Carmen Martínez. El problema es que “eran poquísimos”. “Los pétalos viajaron a Zaragoza para que la doctora Julia Navarro los sometiera a una rigurosa destilación. Y salió una gota de esencia. Una gota literalmente”, recuerda Díez.

“La llevé a uno de nuestros perfumistas y recuerdo que estábamos todos mirando la gota como si fuera algo mágico”, cuenta. Con esa gota se resolvía la primera gran duda: la rosa no era muda; sí que daba aceite esencial. “Pero se necesitaban muchos kilos de pétalos para un mínimo de producto y nosotros no llegábamos ni a tener un kilo”, rememora. Para entonces ya sabían también que, genéticamente, la rosa era única. Así que solo “faltaba saber si tenía valor perfumístico”. Tocaba esperar a la primavera del año siguiente, la del 2020, para despejar esa duda. Sin embargo, ocurrió que en esa fecha el mundo estaba confinado por una pandemia, que lo complicó todo. “Carmen y su equipo habían reproducido muchos más rosales y resulta que no era posible hacer una recolección de calidad por el covid”, explica Val Díez, quien califica de “heroica” la recolección que finalmente se llevó a cabo “recurriendo a voluntarios de la zona y sorteando mil problemas”.

De una sola gota salió un sueño

La científica Carmen Martínez. | CSIC / A. Rubiera

El material logrado se congeló y cuando se pudo, se volvió a destilar. Entonces, se sacaron “unos 10 mililitros de aceite esencial de Rosa Narcea”. Y ahí llegó la otra gran alegría: “Un perfumista internacional cuyo nombre no puedo desvelar dijo: ‘Esto es interesante’. Desde entonces la rosa y su aceite esencial ha viajado a varios países, ha recalado en varios laboratorios internacionales y ha dejado un rastro de interés y mucha curiosidad”, remata Val Díez.

Suscríbete para seguir leyendo