La historia de Yaiza con el cáncer, que con 21 años enfermó y le dieron meses de vida: “Me curé gracias a la investigación”

“Yo tenía 23 años y no quería morir, pero no eso no importaba, el final estaba escrito”, recuerda, pero participó en un tratamiento experimental que le salvó la vida

Yaiza Cumelles durante los meses de tratamiento contra el linfoma que sufría.

Yaiza Cumelles durante los meses de tratamiento contra el linfoma que sufría.

E. M. Ch.

Los llamativos moretones en la piel, el cansancio extremo y las fiebres nocturnas le indicaron a Yaiza Cumelles y a su familia que algo no iba bien. Tenía 19 años y así comenzó su historia con un linfoma que la llevó al límite de sus fuerzas. Tras cinco años de médicos está recuperada gracias a la investigación el trasplante de médula de su hermano. Pero el recorrido ha sido largo. Así lo ha relatado a través de su Twitter para conmemorar el Día Mundial del Linfoma.

En las primeras visitas al médico le diagnosticaron ansiedad hasta que, finalmente, en una radiografía le vieron un tumor que desplazaba el corazón y crecía dentro del pulmón. “Me dijeron que tenía ‘una lesión en el mediastino por linfoma’. No sabía qué era un linfoma y no sabía que los médicos llaman lesión al tumor, así que fui a casa sin saber que tenía cáncer pero contenta de tener al fin una respuesta a lo que me pasaba”, recuerda. Tras buscarlo en Google lo entendió. Y empezaron los tratamientos de quimioterapia. Pero no funcionaron.

Ingresó entonces para un autotransplante de médula. “Al autotrasplante se le sumaron varias sesiones de radioterapia para acabar del todo con el linfoma. Había pasado un año y estaba física y mentalmente cansada, abatida. El pesimismo y el miedo empezaban a ganar en la balanza”, apunta.

Tras esta etapa de duro tratamiento, el tumor se redujo. Lo celebró por todo lo alto, pero en una revisión a los tres meses, había vuelto a crecer. “Había enfermedad en ambos pulmones, clavícula, axilas, estómago, ingles... estaba por todas partes y era más agresivo que nunca”, relata. Empezó entonces con inmunoterapia. No funcionó. Y dieron su caro por perdido.

“Mi doctora estaba llorando. Al sentarnos, mi madre empezó a llorar. Mi hermano empezó a llorar. Yo empecé a llorar. "Hemos probado todas las opciones, no podemos hacer nada más por ti". Me indicó el proceso a seguir en cuidados paliativos”, recuerda. 

“Yo tenía 23 años y no quería morir, pero no eso no importaba, el final estaba escrito”, comenta. Sin embargo, no se rindió y le hablaron de un tratamiento experimental en Estados Unidos. Se prestó a participar con la intención de que, al menos, su sufrimiento no fuese en vano. Ocho personas formaron parte del experimento en España. Y funcionó.

El cáncer remitió y sólo quedaba hacer un transplante de médula. Buscar a alguien compatible fue toda una odisea. Pero su hermano, con un 50% de probabilidades de éxito, se prestó.

“Él estuvo conmigo desde el inicio. Comenzó a compaginar sus estudios con un trabajo en turno de noche para poder mantenernos a los dos. En estos 5 años de tratamientos no ha faltado ni un día al hospital”, valora Yaiza.

“Me curé gracias a la investigación y a un trasplante de médula. Por favor, más investigación y más donantes. Todos merecemos las mismas oportunidades”, sentencia esta superviviente que trata de difundir su caso para apoyar a otras personas y fomentar la donación de médula.