Desde el viernes son "Pueblo Ejemplar de Grado" 2013, pero sus vecinos lo viven, en realidad, como si fuese un reconocimiento a nivel regional. Al igual que Teverga hace dos meses, la localidad moscona de Villandás amaneció ayer pletórica de alegría. Todo eran sonrisas, felicitaciones, brindis y, por supuesto, fotografías. Había que dar cuenta de todos los detalles de la celebración a través de las redes sociales. Porque si por algo se caracteriza Villandás es por su unión. Lo mismo da que uno viva en Londres que en Sevilla. Todos siguen con gran intensidad los momentos más dulces de su pueblo. Y el de ayer, din duda, fue uno de ellos.

"A mí cuando me lo dijeron me temblaban hasta las piernas planchando", aseguró Angélica Sierra, en el exterior del centro social del pueblo, mientras que los vecinos más madrugadores ya calentaban motores con los primeros culinos de sidra. "Yo estaba trabajando en la gasolinera y me caían unos lagrimones...", dijo, por su parte, Mar García. Las anécdotas se sucedían. Todo el mundo tenía algo que contar. O, incluso, que recitar. "Por Villandás andarás y lo que verás te gustará", entonó Soledad Collado, con un pincho de chorizo en la mano. Porque comida tampoco faltó. Un premio como el del "Pueblo Ejemplar de Grado" había que celebrarlo por todo lo alto porque, como dijo la pequeña María López, de 9 años, "es algo muy grande". Y desde luego un galardón que no se consigue fácilmente.

De hecho, a Villandás le costó cuatro años de trabajo y sacrificio. Pero "al final sabíamos que tarde o temprano tendría que llegar", apuntó Nacho Martínez, presidente de la Asociación de vecino "San Esteban de Villandás", que fue la entidad encargada de presentar la candidatura junto a las otras tres localidades aspirantes al título: Báscones, Panicera y Rañeces. El jurado valoró de Villandás, sobre todo, su actividad social y cultural, así como el cuidado de su patrimonio etnográfico y arquitectónico. "Todas las casas y hórreos están muy cuidados. Los vecinos siempre nos preocupamos por conservar lo nuestro", señaló Teresa Arias. Y eso que sólo residen en el pueblo unas 20 personas. Sin embargo, los fines de semana y en las vacaciones la familia aumenta. "Yo vengo siempre que puedo, Villandás me tira mucho", manifestó Isolina González.

Aunque acaban de recibir el premio, dotado de 10.000 euros, los vecinos de la localidad moscona ya tiene claro que una de sus preferencias es arreglar la capilla de San Esteban, una joya del prerrománico rural. "Hay una viga que está en peligro y algunas goteras", precisan. Otro de los objetivos es restaurar la antigua escuela para personas mayores.