Viejo es un fotógrafo que retrata lo bueno de Mieres que no estamos viendo

"El problema es la nostalgia de la minería, basta ya, hay que pasar página"

ASTURIANOS EN MIERES: José Ramón Viejo

Julián Rus

Eduardo Lagar

Eduardo Lagar

José Ramón Viejo Sáez, cartero y fotógrafo. Tiene 58 años. Su familia, una saga de sastres, proviene del valle de Turón. Él se hizo funcionario de Correos porque, dice, era la única oposición que no pedía mecanografía, su gran debilidad. Es, además, un fotógrafo excepcional que tiene a Mieres –y a los mierenses, está haciendo una serie de más de 300 retratos– siempre en su objetivo, al tiempo que recopila patrimonio fotográfico local.

"Nací en 1965 y yo recuerdo el Mieres del hollín, lógicamente. Por detrás de mi casa pasaba el ferrocarril que bajaba a Baltasara. De hecho, el edificio donde yo me crie estaba hecho para que la parte de atrás solo tuviera unos ventanucos que dejaran pasar la luz pero no se pudieran abrir para que los trenes no echaran toda la mierda a la casa. Íbamos a saltar al parque a una separación de la vía que iba a Mariana. Y, lo típico: a poner chapas en la vía para que las machacara el tren".

"Pero nos olvidamos de que Mieres es una ciudad que tiene muchísima historia, no solo es la historia de los últimos 100 años. La minería duró lo que duró. Vino muchísima gente de fuera hasta llegar aquí a ser 72.000 habitantes, cuando en los años 60 llegaben en ferrocarril 200 personas diarias a buscar empleo. Pero era gente de fuera. No era de aquí. En 1880 curiosamente se produce un fenómeno que se está volviendo a producir ahora, que vienen los de fuera a enseñarnos a explotar esta riqueza. Está volviendo a pasar. Porque vienen los de fuera a enseñarnos a vivir del turismo, a vivir del avistamiento de aves, de nuestros quesos, a hacer licores… Nosotros nunca creímos en ello. Cuando llega aquí el carbón, vienen los ingleses primero y los franceses después y los belgas. No nos olvidemos de los nombres de las calles de Mieres. Numa Gilhou, francés; Guillermo Schultz, alemán; Jerónimo Ibrán, catalán. Toda esa gente viene aquí y hacen Fábrica de Mieres, pero los de aquí, por las noches, les quitaban las señales que ellos ponían por el día para la obra. Quitaban las señales porque venían aquellos demonios de fuera".

"Pero estamos hablando de una parte muy pequeña de la historia de Mieres. Mieres tien mucha más historia que esa. El problema es el peso de la minería, la nostalgia de la minería. Yo creo que ya está bien, que hay que pasar página. Vamos a ver, somos una ciudad que ahora mismo da gusto ver, sinceramente. Para mí da gusto verla. Mi hermano está en Gijón y criamos un hijo al mismo tiempo, él en Gijón y yo a mi hija aquí. Mi hija iba a inglés, a natación y al colegio andando, en Gijón era impensable que el crío pudiera hacer eso. Y eso es calidad de vida".

"¿Tú sabes ahora? Aquí, tenemos un centro peatonal acojonante. Te invito a venir un domingo por la mañana aquí. Ni Gascona ni na, comparado con la calle de los vinos que tenemos aquí. El problema que tenemos es que los propios de Mieres no creemos en ello. Mucha gente de Mieres no lo ve. Sin embargo, lo está viendo gente de fuera, que sí lo ve. En la zona que yo reparto, toda esa ladera que está al otro lado del río –Siana, Ribono, La Faidosa…– yo tengo una chica polaca ahora que compró para teletrabajar. Polaca. Hace coaching. Tengo unos catalanes que se metieron a una casa allí para tener una vivienda de fin de semana. Tengo otros madrileños que compraron... Esta gente sí se está dando cuenta. Y el que quiera venir a vivir, tiene aquí todos los servicios. Y tenemos una oferta cultural bestial, que ya está viniendo gente de Oviedo a conciertos que se organizan aquí".

–Pero entonces, ¿por qué sigue cayendo la población?

–Estamos perdiendo por La Belonga, que es el cementerio. Estamos perdiendo porque tenemos una población envejecida.

–Pero tampoco se retiene a la gente joven.

–Ahí hubo un fallo garrafal. Garrafal. Tengo recortada la noticia que dio Amadeo Gancedo en LA NUEVA ESPAÑA. En el año noventa y tantos se produjo la noticia de que Mieres se quedaba sin suelo para edificar. Y los constructores de Mieres presionaban el Ayuntamiento, y lo consiguieron, para que no se hiciera ningún tipo de vivienda protegida en Mieres. Y yo conozco a gente de mi generación que se marchó llorando a vivir a La Corredoria. Porque costaba un piso la mitad de lo que costaba en Mieres. Y eso fue un fallo garrafal. Y luego se produjo otro hecho. Cuando llega IU al poder (municipal), el PSOE (en el Principado) no le da bajo ningún concepto ningún tipo de vivienda protegida. Tenemos un plan para construir vivienda protegida en Oñón y el Principado no se lo da. Y luego la Mayacina no se sacó en tiempo y forma. Hubo ahí un hueco en el que muchísima gente de Mieres tuvo que comprar y, mientras, La Corredoria crecía y ofrecía cientos de pisos a un precio asequible. A La Corredoria se fueron miles de Mieres a los que ahora encuentro y les pregunto: ‘¿Dónde vives?’ Y dicen: ‘En Oviedo’. ‘No, no vives en Oviedo. Vives en La Corredoria y tardas más en llegar a Oviedo de lo que tardo yo desde aquí cogiendo el tren, que estoy en 20 minutos en Oviedo’. Todo eso fue un error muy grande".

"Pero yo soy muy optimista, siempre fui muy optimista. Creo que vamos a salir adelante porque tenemos un sitio precioso, con les condiciones que tenemos es imposible no salir adelante: con ese río que tenemos, con la montaña, que coges la bicicleta y estás en 10 minutos, con unos colegios en Mieres que son muy buenos... Y teniendo Escuela de Música, una Casa de Cultura que está funcionando, una piscina, un equipo de natación, un equipo de hockey... Estamos en el centro de Asturias y nos falta dar ese paso para saber vendelo. Pero ese paso empieza por nosotros mismos. Mira, yo me pongo malu. Estaba yo en un bar el otro día y llega una peregrina. Pasa muchísima gente por el Camino de Santiago; fotos con el echador de sidra de Requejo, doscientas diarias. Entra al bar y dice: ‘Oiga, ¿qué se puede ver aquí en Mieres?’ Y diz la del bar: ‘Vete a Oviedo, fía, aquí no hay na que ver’. Mira, yo viví tres años en Madrid y cuando viene algún amigo a verme que me dice que va a parar 20 minutos, yo digo: no te preocupes, mira, voy a quedar contigo al otro lado del río, paras aquí, saludes a la familia y luego digo, mira, ven, vamos al río, mira aquello: garceta real, garza, cormorán, patos… Alucinan. ¿Tú crees que la gente de aquí, que vivimos ese río absolutamente negro, hecho una puta mierda, valoramos ahora el tener nutries?".