El domingo de Ramos en Asturias: ¿Sin bendición pueden llevarse palmas a la iglesia?

La instrucción del Arzobispado de omitir el acto más popular de la cita ha generado confusión en los fieles

Una bención de ramos en Gijón.

Una bención de ramos en Gijón.

A. Rubiera

El arzobispado de Asturias daba hace varias semanas las instrucciones para las celebraciones de Semana Santa en las parroquias. Y esas orientaciones, inspiradas por la Congregación para el Culto Divino y Disciplina de los Sacramentos, comenzaban por el Domingo de Ramos. "Se omite la bendición de los Ramos. La Misa comenzará con la señal de la cruz y el saludo del ministro".

Dicha orientación ha llenado de dudas a muchos fieles con respecto a un domingo en el que se vive una celebración especialmente de tradición familiar y con mucha vinculación a los niños. ¿Si se omite la bendición tiene sentido llevar ramos y palmas a la misa dominical? ¿El sacerdote no va a hacer ni siquiera el gesto de la bendición general de los ramos?

Según indican párrocos asturianos, la situación puede ser dispar según el hacer de cada sacerdote.

"La instrucción de omitir la bendición de ramos tiene que ver con el hecho de que los estudiosos de la liturgia dicen que la tradición de los ramos solo tiene sentido si hay una procesión, algo que este año no está permitido por el covid. Como no hay procesión, los sacerdotes más rigoristas puede que no hagan ninguna bendición, ni siquiera dentro de los templos. Pero muchos otros sacerdotes harán lo que han venido haciendo desde hace muchos años: ofrecer la bendición desde el altar con los feligreses en sus sitios, sin propiciar que no se guarden las distancias ni se exponga a nadie a ningún riesgo", explicaba esta tarde un párroco asturiano.

De tal manera que para aquellos que no acostumbraban a entrar en el interior de los templos y se beneficiaban de las bendiciones en procesión a las puertas de las iglesias o en los entornos de las mismas, este año no les va a resultar tan fácil.

"La Pascua de Resurrección es la fiesta en torno a la cual gira todo el año litúrgico. Hacemos el memorial de la victoria de Jesús sobre su muerte y la nuestra, y tras la inmediata preparación, con los textos y gestos con que el tiempo de Cuaresma nos ha acompañado, entramos en el gozo pascual poniendo un aleluya en nuestros labios", decía el Arzobispado en su nota de orientaciones sobre la Semana Santa, antes de exponer que dada la situación singular que se vive es conveniente ajustar la liturgia a unas normas que "hemos de observar para evitar el exceso de una actuación que sería inadecuada como si nada estuviera pasando, o el defecto de una inanidad que nos dejaría sin celebrar debidamente el corazón de la liturgia cristiana".

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