Amarga luna de miel en Marrakech: «Hay familias que lo han perdido todo»

La mierense Irene Seixas y su marido, recién casados, pasaron la noche al raso tras el seísmo: «Se derrumbó todo a nuestro alrededor»

Destrozos causados por el terremoto en Marrakech. En el recuadro, Irene Seixas Cidón. | Efe / RTVE

Destrozos causados por el terremoto en Marrakech. En el recuadro, Irene Seixas Cidón. | Efe / RTVE / Khadija Benabbou/Dpa

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Entre los turistas pillados por el terremoto en Marrakech se encuentran la psicóloga mierense Irene Seixas Cidón y su marido, Alejandro Varela, que estaban celebrando su luna de miel, ahora un tanto amarga en medio de tanta desgracia. «Estábamos en un riad (palacete con piscina en el patio, utilizados como hoteles) en la medina cuando se produjo el temblor. Se derrumbó todo alrededor, pero nuestro riad, aunque se rajó y cayeron cuadros y espejos, pudo resistir. No dejaba de entrar polvo y nos protegimos con los colchones en las zonas comunes. Luego salimos de la medina, que está totalmente destrozada, y dormimos en una de las calles de la zona nueva, con mucho frío y sin una manta», dijo la psicóloga a RTVE.

«Es horrible, hay niños y familias en la calle que lo han perdido todo, es muy doloroso. No han dejado de sonar las sirenas en toda la noche, no dan abasto», añadió esta mierense. «Teníamos el regreso el miércoles y conseguir un vuelo nos ha costado mil euros. Hemos tenido que buscar hotel en la parte nueva de la ciudad, el de Cristiano Ronaldo», dijo.

También quiso expresar su queja. Y es que llamó al Consulado y le dijeron que «no había protocolos para nuestra situación, solo para fallecidos, y que nos buscásemos la vida». La pareja regresará hoy, domingo.

Otra turista asturiana, Lola Álvarez, y su pareja también trataban de salir del país ayer, sábado, después de dejar su apartamento en medio del pánico, con lo puesto. Los dos se desplazaron al aeropuerto con la esperanza de conseguir un vuelo con el que regresar de España y dejar atrás la pesadilla.

El Ejecutivo del Principado estuvo en contacto constante con el Gobierno de España, a través del Ministerio de Exteriores, que indicó que no hay españoles ni asturianos heridos o fallecidos. Hay 41 asturianos censados en los consulados de España en Marruecos a fecha 1 de agosto, sobre todo, en Casablanca, donde se han registrado algunos heridos, y en Tánger, que no se ha visto afectado. El Gobierno regional trata de comprobar si todos están bien.

Vacaciones perdidas

Hay cientos de españoles afectados. Lo que iban a ser unas vacaciones con retraso para el valenciano Betto Gardur se han convertido en una verdadera pesadilla. El joven tomó en la noche del viernes un vuelo con destino Marrakech y fue justo cuando aterrizó en Marruecos cuando la tierra comenzó a temblar.

El valenciano asegura estar bien, pero reconoce que se vivieron momentos de auténtico pánico en la terminal. Eran las 3 de la mañana, hora local, cuando el vuelo procedente de Valencia tocaba tierra en Marrakech. Gardur acababa de pasar el control de aduanas y entonces comenzó la pesadilla: «Tenía recién puesto el cuño en el pasaporte e iba a meter la maleta por el escáner cuando se fue la luz y empezó el temblor y era como si se fuera a caer la cúpula del aeropuerto».

Fueron momentos de pánico y mucho desconcierto. El valenciano lo narra con cierto nerviosismo por la falta de información al principio: «Empezó la Policía a gritar y todos a correr. Es que no sabíamos si se había estrellado un avión, si era un atentado...».

«Fue un minuto escaso, pero se hizo eterno, un enorme susto colectivo». Así vivió el seísmo Frank Moreno, otro valenciano de vacaciones en Marrakech. A Moreno el temblor le sorprendió ya acostado en el riad en el que estaba pasando unos días, «que iban a ser de relax», junto a su pareja. «Estábamos ya en la cama intentando descansar y de pronto oímos un ruido muy intenso. ‘El metro que va a pasar’, bromeé», cuenta. Pero el ruido, en vez de decaer, fue a más «hasta que fue ensordecedor y la cama empezó a moverse de lado a lado».

«Ahí fuimos conscientes de lo que estaba pasando. La decoración de la habitación empezó a caer al suelo y nos quedamos ahí viendo cómo se movía todo. No nos dio tiempo a reaccionar, fue un minuto escaso, pero se hizo eterno», relata el valenciano. En cuanto el temblor se calmó, cogieron sus pasaportes y salieron al patio interior del riad, que no sufrió daños «porque son estructuras muy sólidas». En el patio, se juntaron con el resto de los huéspedes, todos turistas: «De ahí me fui a la calle y era todo polvo en suspensión y todas las familias en la puerta».