Juanín, de la cárcel al periódico: así fue la entrevista con el líder sindical a su salida de prisión

Juan Muñiz Zapico, fallecido hace justo 47 años, reconoció a LA NUEVA ESPAÑA que había "aprendido a huir de extremismos"

Juanín, de la cárcel al periódico

Juanín, de la cárcel al periódico

Luis Ángel Vega

Luis Ángel Vega

Acaba de cumplirse medio siglo del inicio del juicio del Proceso 1001, que juzgó a la cúpula del sindicato Comisiones Obreras (CC OO) en 1973, los llamados "diez de Carabanchel", entre quienes se contaba un asturiano, Juan Muñiz Zapico, Juanín, una figura sindical que alcanzó una proyección nacional e incluso internacional y cuya prometedora carrera quedó truncada el 2 de enero de 1977 (este martes se cumplieron 47 años de su muerte) por culpa de un aciago accidente de tráfico. Juanín fue condenado a 19 años de cárcel, una pena "salvaje" simplemente por actividades sindicales, pero una clara consecuencia del "ambiente de desquite" por el atentado de ETA que se llevó por delante al entonces presidente del Gobierno, Luis Carrero Blanco, que se hizo coincidir con la primera jornada del juicio en Tribunal de Orden Público (TOP). Pasó tres años en la prisión, antes de beneficiarse de la primera amnistía dictada por el Rey Juan Carlos nada más subir al trono, en noviembre de 1975. Una etapa por otro lado muy dura para él, ya que llegó a ponerse en huelga de hambre para protestar contra las últimas condenas a muerte del régimen. El periodista de LA NUEVA ESPAÑA José Manuel Vaquero (luego director y más tarde director general del periódico, y consejero delegado de Prensa Ibérica), junto al fotógrafo José Vélez, consiguió la primera entrevista en exclusiva con Juanín al día siguiente de quedar libre, publicada el 3 de diciembre de 1975, ni siquiera dos semanas después de la muerte de Franco.

Vaquero y Vélez se desplazaron hasta La Frecha, la pequeña localidad lenense en la carretera de Campomanes donde vivían los padres de Juanín, Ángeles y Eloy, junto a los hijos del sindicalista, Yolanda y Marcos. Su esposa, Higinia Torre, estaba trabajando en Gijón, como asistenta de un médico dentista y haciendo la limpieza de una academia. Muñiz se había criado en ese lugar, en una familia que no había sido minera, ni había sido militante de izquierdas o había tenido contacto con los fugados, como sí había ocurrido en el caso de otras figuras sindicales de su generación, como Gerardo Iglesias, remarca el historiador Rubén Vega, autor, junto a Carlos Gordon, de una biografía del sindicalista lenense.

Reproducción de la entrevista a Juan Muñiz Zapico en LA NUEVA ESPAÑA.

El lenense con Horacio Fernández Inguanzo, "el Paisano". / LNE

Las circunstancias de su detención ya las había relatado su mujer Higinia en una entrevista anterior a LA NUEVA ESPAÑA: "Se fue de casa un viernes a mediodía. Dijo que se iba a Madrid y que volvería el domingo. El 24 de junio (de 1972), en la residencia universitaria de la Orden de los Padres Oblatos en Pozuelo de Alarcón, fue detenido con otros nueve compañeros, con la acusación de reunión ilegal y asociación ilícita". Aquellos compañeros eran ni más ni menos que Marcelino Camacho, Nicolás Sartorius, Miguel Ángel Zamora Antón, Pedro Santiesteban, Eduardo Saborido, el sacerdote Francisco García Salve, Luis Fernández, Francisco Acosta y Fernando Soto Martín. La actividad sindical de Juanín se había iniciado en 1963 y en 1966 entró en las Comisiones Obreras, tras la reorganización de la Comisión Provincial de Mineros, cuya desarticulación había llevado a la cárcel a Gerardo Iglesias. En el 67, Juan Muñiz terminó también en prisión. En 1970 se fue a vivir a Gijón y entró en la coordinadora regional de CC OO. En ocasiones había reuniones clandestinas en Madrid, a las que no solía ir la misma persona, lo que hace de su detención en junio de 1972 casi una causalidad. De hecho, los representantes catalanes no fueron detenidos porque llegaron tarde. Los "diez de Carabanchel" se convertirían en "una especie de núcleo de dirección de CC OO, su prestigio se reforzaría", señala Vega, mientras en el exterior se convertirían en un símbolo de la lucha contra el franquismo. Su puesta en libertad pocos días después de la muerte de Franco demostraba que las cosas estaban cambiando.

En la entrevista a LA NUEVA ESPAÑA, Juanín aseguraba que había recibido la noticia de su puesta en libertad "con alegría, porque tenía muchas ganas de volver a encontrarme con mi familia y mis amigos". "Pero tengo que lamentar que no haya afectado a más presos políticos", proseguía. Añadía que había aprovechado los tres años de prisión en sobre todo "leer y estudiar". "Como había aprobado el examen de ingreso a la Universidad de mayores de veinticinco años, inicié los estudios de Económicas por la Universidad Nacional a Distancia, porque es la única Universidad que envía un tribunal a examinar a la prisión. He aprobado, durante este tiempo, siete asignaturas", confesaba con cierto orgullo.

Su único plan en aquel momento tras salir de prisión era volver a trabajar. De hecho, ya se había puesto en contacto con trabajadores de Talleres Aguinaco, en Mieres, para sondear la posibilidad de regresar a esta empresa. Juan Muñiz tenía una visión optimista sobre los tiempos que inauguraba España. "Da la impresión que una etapa histórica ha finalizado para dar paso a otra... El discurso de Juan Carlos en la jura de su cargo hace concebir esperanzas. Su lenguaje es distinto y habla de cambios profundos. De todas formas, hay que ver por dónde discurren las cosas", señalaba. Y tenía claros los objetivos por los que luchar: "Amnistía para los presos políticos. Y el reconocimiento efectivo del derecho de reunión, o asociación y de expresión".

El momento más duro del cautiverio había sido "cuando se llevaron a cabo las últimas cinco ejecuciones. He mantenido una huelga de hambre de ocho días, simplemente contra la pena de muerte, no como apoyo a un grupo terrorista concreto". Y es, para Juanín, "la clase obrera no practica el terrorismo". "No entra dentro de nuestros métodos", añadía. Aquellos tres años en prisión le permitieron asentar "mucho las ideas": "Aprendí a huir de los extremismos, y a escuchar. Si desde el punto de vista de clase tenía unas claras exigencias, creo que ahora sabría renunciar a bastantes intereses en favor de la comunidad".

Reproducción de la entrevista a Juan Muñiz Zapico en LA NUEVA ESPAÑA.

Reproducción de la entrevista a Juan Muñiz Zapico en LA NUEVA ESPAÑA. / LNE

Cuando Juanín salió de Carabanchel y regresó a Asturias, asegura el historiador Rubén Vega, "se prohibieron los recibimientos, pero aun así hubo movilizaciones que terminaron con enfrentamientos", lo que demuestra que se había convertido en un símbolo. "Tuvo un importante papel en la reorganización de CC OO y la visibilización del PCE", indica Vega. Suya fue la ponencia de reorganización del sindicato en el congreso celebrado el 11 de julio de 1976 en un pequeño teatro parroquial del barrio barcelonés de Sans, con la asistencia de 700 delegados, y una sesión continua de 9 horas. Y fue uno de los cinco asturianos que participaron en el pleno del Comité Central del Partido Comunista que se celebró entre el 28 y 31 de julio de ese mismo año en el Teatro delle Arti de Roma, siendo los otros cuatro Ángel León Camblor, José Ramón Herrero Merediz, Gerardo Iglesias y Vicente Álvarez Areces.

"Juanín era una persona que se relacionaba muy bien, tenía un talante que le hacía amigo de mucha gente, no era un talante intransigente ni sectario, era muy querido y eso se vio en su entierro, tras el trágico accidente que le costó la vida. Fue multitudinario, una riada de gente, con muchos de ellos subiendo por los prados en medio del barro y la nieve. Todo el mundo lo sintió como una pérdida muy grande fue una expresión de duelo política, el equivalente asturiano a la manifestación de duelo por los abogados de Atocha", resume Vega. Ahí empieza su mitificación, hasta el punto que "Nuberu" llega a hacerle una canción, bajo la impresión de aquel funeral: "Juanín simboliza lo mejor del legado del antifranquismo, está libre de las miserias que vinieron después. Es una especie de mito y una figura de consenso. En las rupturas, todos se reivindicaron amigos de Juanín. Y hay una gran espontaneidad entre los militantes a la hora de hablar de él como una figura añorada y respetada".

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