El nuevo rumbo de una multinacional asturiana líder en energías renovables

Tres objetivos y un cambio de poder: el análisis de Javier Cuartas de la venta de Windar

La entrada del fondo permite desinvertir a Siemens Gamesa, respalda la expansión de la multinacional avilesina y da una gran oportunidad de negocio a Bridgepoint

Una de las oficinas de Windar en Avilés | firma

Una de las oficinas de Windar en Avilés | firma / Javier Cuartas

La toma de control mayoritario de la multinacional avilesina Windar Renovables por la gestora británica de fondos de inversión Bridgepoint da satisfacción a tres objetivos: resuelve el interés de Siemens Gamesa, socio minoritario, de desprenderse del 32% que tenía en Windar desde su fundación; garantiza el respaldo financiero a la compañía promovida por la familia Alonso por parte del nuevo socio en un momento crucial de expansión del negocio, con nuevos proyectos fabriles en Polonia y Avilés; y supone una gran oportunidad de inversión para el fondo británico en la medida en que Windar tiene una posición relevante en el sector eólico como gran fabricante de torres y en particular de estructuras eólicas marinas, que viven una etapa de pujanza creciente y para la que se vislumbra una expansión pletórica, impulsada por los ambiciosos planes de descarbonización energética en numerosos países.

El trato con fondos de inversión internacionales –con las exigencias y la oportunidad que ello conlleva– no es inédita en la historia de la familia Alonso Villarón, aunque sí lo son las circunstancias. En 2007 la dinastía vendió el 75% de 8 de las 16 empresas del Grupo Daniel Alonso (caso de Daorje) al fondo de capital riesgo británico 3i, que luego traspasó Daorje al fondo suizo Springwater Capital, que posteriormente hizo lo mismo con su venta al grupo español Zima.

La diferencia es que entonces fue la primera fase de una desinversión familiar para apostar por el negocio eólico, con la creación aquel mismo año de la sociedad Windar Renovables, sin perjuicio del mantenimiento de otros intereses empresariales diversos que la dinastía conserva bajo su control. Ahora, la operación se presenta como un acuerdo entre el grupo industrial avilesino y la compañía financiera británica, pero con la pérdida del control accionarial mayoritario por vez primera por los fundadores aun cuando Orlanda Alonso Villarón conservará el primer puesto ejecutivo.

El origen.

La alianza del Grupo Daniel Alonso y la entonces compañía española Gamesa, con sede en Vitoria, para la creación de Windar bajo dominio asturiano (68%) surgió del entendimiento de la familia Alonso con el entonces presidente de la compañía alavesa, el bilbaíno Guillermo Ulacia, con larga vinculación a Asturias, donde había ejercido como director general de la división de productos planos de Arcelor y la vicepresidencia de Aceralia entre 2002 y 2005. Gamesa, fundada en 1976, había entrado en el negocio eólico en 1994.

Windar nació como fabricante de torres eólicas terrestres y lo hizo en 2007, en el momento cumbre del ciclo de crecimiento económico internacional que procedía de los años 90. El desplome de la inversión eólica en España a causa de la crisis financiera internacional de 2008 llevó al grupo a agudizar su proyección exportadora y a plantearse una estrategia de internacionalización de la producción. En 2011 comenzó a fabricar en India, en 2013 en Brasil, en 2016 en México y en 2018 en Rusia, a lo que se sumó la creación de una sociedad filial en 2015 en EE UU, atendiendo así a una demanda global creciente, mientras que en España amplió durante el periodo sus implantaciones fabriles hasta las seis actuales, una de ellas en Fene (Ferrol) en un proyecto conjunto desde 2015 con el grupo naval de titularidad estatal Navantia.

En 2017, el socio minoritario (Gamesa) se fusionó con la alemana Siemens Wind Power, una sociedad también del sector eólico con origen en 1980 en Dinamarca y que el grupo germano Siemens había adquirido en 2004. Siemens amplió su posición de dominio en el grupo alavés cuando en 2020, tras algunas diferencias entre los accionistas de Siemens Gamesa, adquirió la participación que la energética española Iberdrola poseía en el grupo vasco. Esta desvinculación no quebrantó la óptima relación de Windar con Iberdrola, que continúa siendo hoy uno de los mayores clientes de la empresa avilesina para sus grandes proyectos internacionales de parques eólicos marinos.

La crisis pandémica de 2020 y la secuencia de sucesivas perturbaciones internacionales que se vivieron desde entonces (crisis de suministro, inflación, costes energéticos y otros) llevaron a Siemens Gamesa, junto con otros factores, a incurrir en una cascada de pérdidas. La compañía hispanoalemana anunció recortes, salió de Bolsa el pasado febrero tras 22 años en el parqué y forzó la búsqueda de un comprador para su 32% en Windar tras haber explorado la compañía avilesina en dos ocasiones desde 2020 su salida a Bolsa tanta para financiar su expansión en un momento de gran oportunidad global para su actividad como para dar una salida al socio.

La situación.

Las expectativas internacionales del negocio eólico marino y las posibilidades por ello de Windar son enormes, incluso después de que haya tenido que vender su participación en la factoría rusa por la crisis diplomática y las sanciones internacionales a Putin. La transición energética es una gran oportunidad de negocio y esto es lo que han visto los fondos internacionales que, como Bridgepoint, The Carlyle, Rhône Capital e Investindustrial, pujaron por Windar. El ganador, Bridgepoint, ha amarrado la mayoría de control y el compromiso de Siemens Gamesa de mantener acuerdos a largo plazo con Windar, lo que garantiza a la empresa avilesina una relevante cartera de pedidos.

Única empresa con experiencia en la fabricación de todo tipo de sustentaciones de eólica marina (tanto flotante en varias modalidades como mediante anclajes fijos en el fondo del mar), y con una experiencia que acumula más de 11.900 torres y más de 400 estructuras marinas de grandes proporciones, Windar cuenta con 9 centros de producción (seis de ellos en España, de los que cuatro, además de la sede central, están en Asturias y los otros dos, en Fene y Jaén, éste adquirido a la antigua Santana) y más de 1.500 empleados en cuatro países. En 2021 facturó 210 millones y ganó 10 millones.

El fundador.

Ahora Windar emprende una nueva etapa bajo control británico y financiero, y con mucho menor peso accionarial de los industriales fundadores. Lo hace tras 16 años de trayectoria dentro de un grupo empresarial familiar creado en 1957 por Daniel Alonso Rodríguez, un trabajador burgalés que había emigrado a Avilés con 18 años en 1952.

Su llegada a la ciudad se produjo siguiendo el ejemplo de su padre y de otros muchos vecinos de Arija que nutrieron la plantilla de la factoría avilesina de Cristalería Española (actual Saint-Gobain). Daniel Alonso se desenvolvió en la ciudad en varios oficios y terminó entrando en Cristalería como oficial de tercera. Su ocupación la compatibilizó con un taller de reparación de camiones. Poco meses después, dejó Cristalería y se instaló por su cuenta con un pequeño taller metalúrgico. Fue el origen de un grupo diversificado y que llegó a acercarse a los 2.000 empleos.

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