Entrevista | Pablo Lago Cineasta, presenta en el FICX "O Auto das ánimas", su primera película

Pablo Lago, cineasta: "El cine tiene un poder muy grande para dar visibilidad a las tradiciones"

"Necesitaba esta película para reconciliarme con mi abuela y con mi propia identidad gallega"

Pablo Lago, ayer, en Gijón.

Pablo Lago, ayer, en Gijón. / Marcos León

Pablo Antuña

Pablo Antuña

Pablo Lago, natural de Redondela (Pontevedra), acaba de estrenarse como director con "O Auto das ánimas", una película que recoge el particular proceso de elaboración del aguardiente en el campo gallego. Lo acaba de presentar en el FICX y hoy seguirá con su ronda en Santiago de Compostela.

–¿Cómo surgió ese proceso de dar el salto a la dirección?

–A nivel profesional siempre hice más cosas como director de fotografía pero ya llevaba tiempo con ganas de sacar un proyecto propio y meterme en ese proceso creativo más íntimo. Llevaba tiempo dándole vueltas a esa idea sobre la confrontación familiar. Iba madurándolo, llegué un día al pueblo con una mirada diferente, vi que mi abuela estaba mayor y que todo eso que representa ella está en decadencia. Así me lancé a este proyecto, para hacer una mirada al futuro desde el pasado a través de este mundo que es mi identidad. El cine es una herramienta con lo que puedo explorarlo y lo vi claro.

–¿Cómo dibuja en la película su relación con su abuela?

–Es un encuentro y una confrontación entre mi manera de ver el mundo y la de mi abuela. Ella representa la relación con la tierra, el ambiente, la construcción de la familia, la casa y el hogar, que es algo que he decidido que no va formar parte de mi vida, pero al mismo tiempo como que todo eso lo echo de menos. Sentía que necesitaba esa reconciliación con mi abuela y también con mi propia identidad.

–¿Qué más cuenta?

–A partir de ahí lo que he hecho es lanzarme a contar la época de la elaboración del aguardiente casero en esta zona. Para mí es un momento muy especial. Mi abuela revive esa época en la que estaba más activa, cuando los vecinos venían a casa y existía ese momento de confraternización. Había algo atemporal en esta tradición y en esa época.

–¿Qué tiene de peculiar esa elaboración del aguardiente para descubrirlo?

–Los aguardienteros, que vienen del Norte de Galicia. Por ejemplo, en Monforte de Lemos hay una tradición centenaria y se dedicaban a recorrer Galicia para elaborar aguardiente. Es algo que se ha perdido. No se vendía el producto, sino el trabajo. Al final todos hacen vino y con lo que sobra de la uva, el bagazo, se lo llevaban al aguardientero, que se instala por un tiempo en un pueblo; en el caso de la película lo hace en tres pueblos. Se ve toda esa situación de socialización vecinal que es lo que está detrás de este proceso y de esta tradición y que se está perdiendo, como muchas otras reuniones populares.

–¿Qué papel juega el cine para dar visibilidad a las tradiciones?

–Tiene un poder muy grande. Esas tradiciones ganan más fuerza cuando vienen en imágenes. La película también va mucho sobre la comunicación, la necesidad de comunicarte, y de hacerlo con tu familia, ya que muchas veces los silencios y las distancias generan inquietud.

–En Asturias son críticos con la situación del sector audiovisual. ¿Cómo está Galicia?

–Hace tiempo que no estoy en Galicia, porque he vivido en Barcelona y ahora me he ido con un cambio de aires a Los Ángeles. Pero sí que hay mucho cine en Galicia y muchas maneras de entenderlo. Es como muy personal, de intentar expresar una identidad, y esto en parte tiene que ver con esa ayuda al talento del gobierno gallego, que está bien. Pero el dinero no es suficiente, sigue siendo muy precario hacer un cine algo más alejado de las plataformas.

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