Sunak-Macron, entente de perdedores

Raúl Suevos

Raúl Suevos

En diciembre de 1998 se reunieron en Saint Malo un antiguo puerto de piratas y corsarios del norte de Francia, los presidentes Jacques Chirac, del Estado francés, y Tony Blair, del Gobierno británico. De allí salió una rimbombante declaración de intenciones respecto a la Defensa Europea que no sirvió para nada, más allá de las citas en los artículos de muchos pseudoestudiosos sobre el asunto, y que anunciaba la creación de una Fuerza de Reacción Europea de 60.000 elementos, los mismos, por cierto, que anuncia "nuestro" Borrell en su Brújula Estratégica Europea, y que, posiblemente, tendrá la misma vitalidad y vigencia que aquella de Saint Malo, ye lo que hay.

Desde entonces mucho ha llovido, y la que un tiempo fue Entente Cordiale pasa desde hace tiempo por momentos complicados. Especialmente desde que ese jovial muchacho, Boris Johnson, se empeñó en lo del Brexit, algo que viene dando grandes dolores de cabeza a la señora Von der Leyen, y profundo desasosiego a la mayoría de la población de las Islas Británicas, o al menos a aquellos que aún mantienen una cierta dosis de sentido común. Emmanuel y Rishi lo van a arreglar, o eso dicen.

El pasado fin de semana se reunieron en París, en el palacio del Elíseo, que no es Versalles, pero tiene su qué, y que sea allí ya nos dice que el moreno inglés es el más necesitado. Le aprieta casi todo; lo del Ulster, lo de las pateras, que también hasta allí llegan, y, sobre todo, el negro futuro que presagia el Brexit. Y no basta con ser el más echado para adelante ante Vladimir; las huelgas son de casa y no paran.

A Emmanuel, que viene de ganar la presidencia, pero no las Cámaras, se le presenta una segunda y definitiva presidencia cuesta arriba. Sabe que Francia está en declive, como Britania, y de ahí su proyecto de adecuación de las pensiones, las mejores de Europa para un país cada vez con menos márgenes. Ya hasta la Francofonía africana los rechaza. Pero los franceses no quieren perder sus privilegios, aunque el resto del mundo lleve otra marcha.

A ambos les ha venido bien lo de Ucrania, aunque suene mal, les ha servido para, en parte, lavar la cara con su decidido apoyo, sobre todo del británico, a Zelensky, pero, sobre todo Macron, se han dado cuenta de que los dividendos serán para la OTAN, y, sobre todo, para una Alemania que, si el canciller Scholz mantiene lo prometido, con un 2% del PIB en inversión en defensa se convertirá, sin ninguna duda, en el nuevo campeón de una Europa mucho más inclinada hacia el este, hacia los Urales, hacia Eurasia.

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