Opinión

Niña con fregona sobre fondo verde

Logros indirectos de la campaña del Sporting con motivo del 8M

A estas alturas, lo ocurrido con la campaña del Sporting de Gijón por el 8M ya es titular pasado, sobre todo cuando la propia entidad supo reaccionar a tiempo. Sin embargo, aún resuenan rescoldos de incomprensión que hay quien aprovecha para el insulto. Me temo que poco puede hacer un artículo por quienes optan por la violencia verbal: necesitan un regreso a las aulas desde la etapa 0 a 3. Para el resto sí van estas líneas, porque todo patinazo contiene una lección y ésta tiene miga.

Ante todo, bien por el Sporting. Quiso hacer su contribución sincera en pro de la igualdad. Vale que son acciones que están en el guion de la denominada responsabilidad social corporativa, pero el esfuerzo por el compromiso social podría orientarse en otras direcciones y eludir el feminismo como si fuera asunto de otro negociado. Otros todavía lo hacen. El equipo gijonés ya no, hay que agradecérselo.

La idea del símbolo femenino sobre el césped de El Molinón era brillante. Pero antes del plano general que lo explicaba todo, en el arranque de la historia mínima que protagonizaba la niña, ésta aparecía de rodillas, cubo y cepillo en mano, afanada en la limpieza. Empezar precisamente por el eterno rol femenino que resume lo que tenemos que superar como sociedad es un error inconsciente muy significativo.

Conviene que las sucesivas miradas que dieron el visto bueno a la pieza, junto a las que siguen sin ver dónde está el problema y por dentro se les cocina cierto hartazgo resentido, hagan una reflexión humilde desde lo general a lo personal. Si el vídeo contribuye a ello, el retorno de lo invertido habrá sido mayor de lo esperado. Porque una cosa es el postureo por la igualdad y otra es la sincera disposición a comprender y arrimar el hombro.

Y lo que importa aquí y ahora es entender que la cultura en la que nos hallamos inmersos nos dicta una disposición "lógica" del mundo esencialmente desigual que se va materializando en nuestro día a día familiar, social y laboral. Por eso, tan esforzado es combatir los macromachismos como los micro que brotan en las pequeñas acciones, gestos, decisiones, palabras cotidianas. Nadie es ajeno a esa carga cultural. Es importante ser conscientes y mantenerse críticamente despiertos.

Por eso el famoso eslogan #NotAllMen –que reivindica que no todos los hombres son iguales– es un falso amigo. No lo son en el machismo militante del atropello, pero sí todos y todas lo somos en el otro, el que brota sutil e inadvertidamente en ínfimos actos. Llevará mucho tiempo desactivarlo. Se coló, de hecho, en la estampa de la niña con fregona sobre fondo verde. Entender y tomar nota sería el mayor logro.

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